La falta de fertilizantes y combustible llevaron a que Ciego de Ávila tenga la peor campaña de tomate de los últimos 10 años, a pesar del incremento en el total de hectáreas sembradas.
Pedro Manuel Díaz González, especialista en la Delegación Provincial de la Agricultura, reconoció a la prensa oficialista de esa provincia que los campesinos tuvieron cero acceso a esos productos y el precio que debían pagar por una garrafa de 20 litros de combustible ascendía a los dos mil pesos, en el mercado informal.
"¿Tú crees que sin productos y casi sin petróleo se puede exigir que siembren grandes extensiones y luego los lleven a la industria?”, dijo el funcionario de la Agricultura al periódico Invasor.
Desde septiembre del pasado año a febrero de este solo se sembraron casi 2,500 hectáreas, el 69 % del plan, de las cuales 948 se destinarán a la industria y esa cifra no representa ni la mitad de lo que se procesó en la anterior campaña.
Las fábricas de Majagua y Florencia molerán solo unas 2.400 toneladas de tomate, pero una parte de ese fruto no será cosechado en Ciego de Ávila, sino que llegará desde Jatibonico y Yaguajay, en Sancti Spíritus.
El déficit de tomate afecta también a la industria Ceballos, emblemática empresa de Ciego de Ávila que en el pasado procesaba casi todo el tomate que se sacaba del campo, pero en la actual temporada solo han trabajado con 90 toneladas y al final de la campaña pudiera llegar a las 1,600, si no hay contratiempos.
“Quizás a finales de marzo se coseche el grueso de lo plantado”, comentó Enier González Suárez, director de la empresa agroindustrial, quien confesó que los campesinos no quisieron asumir riesgos y solo sembraron 176 hectáreas.
A pesar de que Ceballos pagó a los campesinos unos 170 mil MLC, no había insumos que comprar, aunque en los próximos meses podría cambiar esa situación si se concreta un proyecto de tienda por consignación, donde firmas extrajeras venderán lo que necesitan los tomateros.
Los expertos alertan que es insuficiente el pago de 60 MLC por cada tonelada de tomate que se vende a la industria; eso sin contar que otras empresas como la de Majagua no cuentan con fondos en divisas extranjeras y ni aún pagando mil pesos por quintal los campesinos cubren los gastos.
"En los últimos 12 años, en la provincia, se ha triturado el vegetal literal y metafóricamente. Tomate (de)molido que ha ido a la industria y a estadísticas, cada vez más pírricas. Toneladas y hectáreas traducidas en rendimientos impensables", concluyó la periodista Katia Siberia.
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