Rubén Martínez Machado (Santa Clara, 1993) es el piloto que el pasado octubre huyó de Cuba en un avión AN-2 de fumigación agrícola y aterrizó en el aeropuerto de Dade-Collier (TNT), en Ochoppee, Florida, en otro episodio de fugas espectaculares y peligrosas desde la isla.
Tras cuatro meses encarcelado, un juez de inmigración le concedió asilo político, una decisión protestada por La Habana, que acusó a Washington de promover la emigración ilegal y actos de piratería aérea en medio de una descomunal oleada migratoria contra Estados Unidos.
CiberCuba siguió su trayectoria desde su llegada a Florida, reveló que su mamá y hermana estaban siendo hostigadas por la Contrainteligencia y ahora lo entrevista para conocer detalles de su vida actual y de su espectacular huida desde Sancti Spíritus, a bordo de un pequeño avión que -tiempo después- cayó sobre los Everglades, cuando era trasladado de aeropuerto.
¿Cuáles son tus planes inmediatos y futuros en Estados Unidos?
Mis planes aquí son primero que todo trabajar para pagar las cuentas, ayudar a mi familia en Cuba y ahorrar para volver a hacerme piloto cuando me haga ciudadano de los Estados Unidos.
Desde el momento de mi llegada, fui apoyado por compañeros pilotos que habían llegado antes a Estados Unidos y otros países, por diferentes vías; a los que quiero agradecer su amistad y solidaridad en momentos tan difíciles.
¿Cuándo comenzaste a planear el escape de Cuba y que estudios previos realizaste para organizar la huida?
Después del 11 de julio (2021) sabía que debía irme de Cuba, por el medio que fuera y al país que fuera, tenía en mente España pero, por diversos motivos, no se dio y me surgió la idea de irme en el avión; eso fue unos seis meses antes de mi escapada, para la que me apoyé en Google maps, para planear la ruta y el aeropuerto de destino.
¿La elección de la fecha fue casual o formaba parte de tu plan?
El 21 de octubre fue cuando tomé valor para hacerlo. Pude haberlo hecho antes, porque había planificado que fuera antes del 13, que es mi cumpleaños, pero no pudo ser.
Antes despegar definitivamente hacia Estados Unidos, volaste desde Sancti Spíritus hasta el cercano aeródromo El Cedro. ¿Por qué y cómo viviste esos momentos?
La idea de ir a la pista alterna era porque en el avión se monta un técnico y tenía que dejarlo en El Cedro, porque él no era parte de mi plan y para probar el avión, porque esos aviones siempre estaban dando problemas y es mejor probarlos antes.
¿Qué margen tenías desde que despegaste del aeródromo hasta que tus jefes se dieran cuenta de que no habías tomado rumbo de fumigación?
Creo que el margen que tuve, antes que se dieran cuenta, fue de unos 15 minutos -a más tardar- porque el trabajo yo lo estaba realizando frente al aeródromo, me apoyé en un GPS que traía el avión y realicé un vuelo de la pista de trabajo como si fuera a Cayo Coco.
Una vez en el aire, ¿cómo hiciste para enrumbar al norte, desde el sur de Cuba y qué medidas de precaución tomaste para evitar ser detectado?
Al volar a baja altura, lo mejor es saberse la ruta y lo otro que hice, para despistar al régimen de adonde yo iba a salir al mar; calculando que ellos trazarían una línea recta desde Sancti Spíritus a Estados Unidos y me buscaran por Sagua la Grande, que es el trayecto más lógico, pero me fui más al este para llegar a aguas internacionales, como si fuera a las Bahamas y desde allí, cogí el rumbo para el aeropuerto que había escogido.
¿A qué altura volaste y cuánto tardaste en cubrir el trayecto entre Sancti Spíritus y el aeropuerto Dade-Collier?
Toda la travesía la hice a la más baja altura posible, unos de dos a tres metros del suelo y del agua; saliendo de la costa, por un punto entre Cayo Santamaría y Cayo Coco, pude ver una lancha guardacosta navegando hacía mi posición, pero yo era más rápido que ellos y estaban lejos. Esa fue la parte de la ruta en la que más miedo sentí porque sabía que si me alcanzaban, tirarían a matar.
¿Elegiste el aeropuerto estadounidense donde aterrizar o fue fruto del precipitado escape?
El aeropuerto lo había escogido con antelación, porque estaba fuera de las zonas pobladas y tenía poco tráfico aéreo. Mi objetivo era ser libre, no causar ningún accidente ni problemas a la seguridad aérea de Estados Unidos.
¿Cuál fue la reacción de los empleados del aeropuerto y cómo te trataron las autoridades migratorias?
Los empleados del aeropuerto me recibieron con sorpresa y las autoridades migratorias me trataron bastante bien, aunque hicieron bien su trabajo.
¿Cómo fue tu paso por la cárcel y cómo viviste las audiencias judiciales?
La cárcel fue algo que no me esperaba, ya que yo me había guiado mucho por un video en YouTube de otro piloto agrícola, al que habían concedido el asilo en siete días, que fue el tiempo que pensé estaría preso, pero la realidad no fue así. Encima, youtubers como (Alex) Otaola creando comentarios negativos en contra mía, en vez de aprovechar para asestarle un golpe a la dictadura.
¿Qué sentiste al salir de la cárcel?
Al salir de la cárcel me sentí como si hubiera tenido un mal sueño de cuatro meses presos, sin saber que iba a ser de mí. Fue un alivio muy grande y luego viene la lógica preocupación; ya soy libre, estoy suelto y ahora qué.
Pero de momento me siento increíble en Estados Unidos, gracias a los abogados que me defendieron, gracias al juez que me concedió el asilo; quiero recalcar esto, a mí no me dio asilo el gobierno norteamericano, sino un juez, que es independiente, y me dio la oportunidad de pertenecer a esta gran nación porque creyeron en mí, como muchos amigos y otras personas que no me conocían. Muchas gracias a todos.
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