El teatro Karl Marx, que permanece cerrado desde 2020, podría abrir nuevamente sus puertas a finales de este año si se concluyen las obras de reparación.
El Grupo Empresarial Palco, al que pertenece la institución, anunció que tal como marchan las obras, se puede estimar la reapertura para el último trimestre del año.
El Karl Marx, el teatro más grande del país, cerró inicialmente por la pandemia. En 2021, cuando el gobierno informó de la vuelta a los espacios culturales, el inmueble tenía más de 900 butacas destruidas, además de otros daños, como la presencia de comején en las paredes laterales.
Según explicó Palco en su muro de Facebook, comenzó entonces un proceso inversionista de cambio de lunetas, que abarca las 4,800 butacas del edificio.
"Los nuevos asientos, importados por nuestro Grupo y ensamblados e instalados por una empresa nacional, han sido colocados ya en la totalidad de la platea baja; actualmente se trabaja en la platea alta, restando los balcones, acciones que el cronograma inversionista estima concluir en septiembre", detalla la nota.
En los dos últimos años, se renovaron las bombas contra incendio, se cambiaron los falsos techos, se remodelaron los baños y se repararon los grupos electrógenos y sistema de turbos.
Aunque Palco afirmó que se realizan trabajos de albañilería en la pared de tramoya, Vladimir Bermejo Cabrera, productor general del teatro y quien está al frente de las obras constructivas, aseguró al periódico Tribuna que esta estructura se encuentra en peligro de desprendimiento y su reparación cuesta diez millones de pesos.
"En la actualidad, se realizan reuniones con el Grupo Empresarial para gestionar la necesaria restauración antes del mes de agosto", dijo.
Asimismo, todavía falta dar solución a los problemas del sistema de aire acondicionado y su estructura.
El reportaje señala que el equipo de trabajo del teatro atraviesa dificultades a todos sus niveles debido a falta de personal para las obras constructivas, limitaciones con la inversión y los numerosos daños en la instalación.
"El proceso de restauración presenta muchas complejidades. Entre la reparación de pisos, desmontaje, preparación y ensamble de las butacas llevamos 11 meses de trabajo. En junio comenzamos el montaje de butacas en la platea alta. Esperamos terminar a inicios de julio y comenzar las labores en el primer balcón para concluirlas en septiembre. Trabajamos apretados de tiempo, pero debemos acabar en esas fechas, incluso antes", dijo Juan Ramón Reyes, jefe de brigada de montaje de la empresa Muebles Habana.
En marzo de 2020, a raíz de la muerte de la vedette cubana Rosita Fornés, se hizo viral en Internet la petición de ponerle su nombre al Karl Marx, a modo de homenaje a la excelsa artista, una iniciativa que no fue bien vista en sectores oficialistas.
La periodista Paquita Armas Fonseca la calificó de "bolita de nieve (o de fango)", y se opuso rotundamente, alegando que Marx "ha estado muy cerca de la historia de Cuba porque no se puede hablar de socialismo sin Marx", y que el nombre que aparece en la fachada del teatro "está muy bien puesto".
Sea cual sea su nombre, el teatro Karl Marx es apenas uno entre muchos que sufren el abandono de las autoridades culturales cubanas. El gobierno alega que no hay recursos para repararlas, pero destina millones a construir nuevos hoteles y sitios turísticos.
Una de ellas es el Teatro Auditórium Amadeo Roldán de La Habana, situado en una céntrica esquina del Vedado, el cual muestra un avanzado deterioro tras años cerrado por el gobierno con la vieja promesa de restaurarlo.
La edificación, una verdadera joya arquitectónica que servía de sede a la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, lleva años en obras de una restauración que nunca termina.
Por otra parte, el Teatro Nacional presenta filtraciones y cuando llueve, artistas, instrumentos y partituras se mojan en plena función, según denunció en marzo pasado el músico Osmany Hernández.
"Un piano, instrumentos de cuerda, director, músicos e instalaciones eléctricas mojadas. Ojalá y tomen cartas en el asunto para salvaguardar uno de los pocos teatros que nos quedan", dijo entonces.
En febrero, se conoció que el Gran Teatro de La Habana, sede del Ballet Nacional de Cuba, está cerrado al público porque el falso techo tiene comején.
"Las principales dificultades que tiene el teatro es por el comején en la carpintería y en los accesorios de madera en la sala García Lorca. Está afectado el falso techo, que es la ruta crítica de la instalación. Detrás de esa estructura hay una losa que tiene desprendimientos", explicó Enmanuel George, subdirector de la instalación.
Según los expertos, no se puede reparar ese falso techo sin un trabajo previo en la losa que tiene desprendimiento.
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