Dos jóvenes cubanos, residente en Placetas, Villa Clara, fueron acusados por la policía de hurto y sacrificio de caballos, tras ser capturados in fraganti.
Los sospechosos, que ahora se encuentran bajo disposición judicial, fueron identificados como Osiel Estévez y Lisvany Cruz (18 años), de acuerdo con un perfil de Facebook vinculado al Ministerio del Interior, que los calificó de "bandidos, malhechores y delincuentes", violando así el principio de presunción de inocencia.
Ambos jóvenes hurtaron tres caballos a un hombre residente en el consejo popular Los Chinos, y los trasladaron al poblado Copey, donde supuestamente mataron un porto de 20 días de nacido, según la versión ofrecida por esta página.
"Se logró evitar el crimen a los otros dos animales, los cuales fueron devueltos a su legítimo dueño", agregó.
La cuenta que hizo pública la información no solo criminalizó a los dos sospechosos del delito, sino que reveló imágenes de ambos.
"Estos malhechores se encuentran detenidos y serán procesados ante la justicia por el delito de hurto y sacrificio de ganado equino, así como la policía investiga otros hechos contra el ganado ocurrido en ese territorio para determinar la implicación de estos delincuentes", recalcó la cuenta Fuerza del Pueblo.
CiberCuba habló, en condición de anonimato, con una fuente cercana a la familia de uno de ellos, y contó que al parecer los quieren involucrar por una supuesta deuda de dinero.
"La persona que hizo la denuncia a la policía pertenece a una banda de matarifes de la zona y eso todos lo saben, pero quieren involucrarlos en el problema. Uno de los muchachos, el de 18 años, se entregó sin ofrecer resistencia y lo único que hacía era llorar", contó.
El uso de cuentas anónimas, vinculadas al Ministerio del Interior, se ha convertido en una herramienta de información de las autoridades locales, que siguen sin hacer públicos los registros de criminalidad y mantienen control total sobre las estadísticas que permiten conocer la magnitud del problema en Cuba.
Algunos activistas políticos critican este proceder, porque solo sirve para hacer propaganda a favor de la policía y los órganos represores, que la mayoría de las veces solucionan los casos a partir de delatores que ofrecen información sobre los sospechosos.
Como casi todo en Cuba, se politiza el asunto y organizan actos para devolver a sus dueños las cosas que fueron robadas, pero con un matiz político y de encumbramiento a los uniformados, que en los últimos tiempos carecen de prestigio popular.
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