La oleada migratoria cubana de los últimos años ha llevado a Nicaragua a miles de ciudadanos de Cuba con la mira puesta en llegar a Estados Unidos o comprar mercancías para revender en la isla, sin embargo, muchos decidieron echar anclas en el país centroamericano.
El éxodo se disparó luego de que el gobierno de Daniel Ortega eximiera de visados a los cubanos en noviembre de 2021, pero en los años anteriores el flujo de migrantes de la isla ya era significativo.
Entrevistados por el diario nicaragüense La Prensa, dos cubanos cuentan su experiencia tras arribar a ese a país, con intenciones que al parecer quedaron en el pasado.
Identificado como Roger, un joven de 27 años natural de Camagüey, llegó a Nicaragua en 2020 con el propósito de comprar ropa para comercializarla en la ciudad de La Habana. Su segundo viaje a ese país lo hizo junto a su esposa y decidieron quedarse.
“Nicaragua, aunque se dice que está en dictadura, es muy diferente a mi país. Aquí hay oportunidades y si las sabes aprovechar, te va muy bien. La segunda vez que vine, me traje a mi esposa y decidimos quedarnos, aprovechamos la oportunidad”, contó.
El cubano se dedicó a la venta de comida rápida con un carrito en el mercado Oriental, negocio que dejó y hoy se dedica a brindar servicios como chofer y a la reparación de electrodomésticos.
Nicaragua, bajo el gobierno dictatorial de Ortega y su esposa Rosario Murillo, sufre una crisis de derechos humanos y democracia desde 2018, con el encarcelamiento y destierro de opositores, y crímenes de lesa humanidad denunciados por expertos y organizaciones internacionales.
Al respecto, Roger dijo al periódico: “No te puedo hablar tanto de la política de Nicaragua, ni la de Cuba, porque es del conocimiento del mundo, pero te puedo decir que prefiero quedarme aquí, antes de volver a vivir en Cuba”.
Su compatriota Marina, de 32 años y dos hijos que dejó en la isla, también decidió quedarse a vivir en la nación centroamericana.
Ella llegó en 2019, “de paso” para seguir rumbo a Estados Unidos. Durante sus primeros días en tierra nica comenzó a vender dulces en el mismo mercado, y luego de analizar la oportunidad que tenía ante sí, pensó que la mejor opción era asentarse en el país.
“Mi meta era Estados Unidos, pero analicé que con la venta me iba bien y me sentía cómoda en Nicaragua, el país es bonito, su gente muy amable, yo me siento aún como en mi país, pero más tranquila”, aseguró a La Prensa.
La mujer dejó a sus niños en Cuba por lo extensa y riesgosa que es la trayectoria hasta la frontera sur estadounidense, pero los ha visitado en dos ocasiones, según reveló. “Desde aquí, los siento más cerca (…), si hubiera estado en EE.UU. no los hubiera logrado ver en mucho tiempo”, señaló.
Actualmente, Marina vende bebidas y reposterías en las inmediaciones de un establecimiento comercial en la capital, Managua.
Cientos de miles de cubanos han usado la ruta de Nicaragua en los dos últimos años para salir del país, gracias a la facilidad de viajar sin tener que requerir visa. Según un reporte de La Prensa, en 2022 más de 300 mil cubanos que ingresaron al país por el Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino, de Managua, no tomaron vuelos de regreso.
La estampida de cubanos hacia el exterior, en busca de una mejor vida, no da señales de detenerse, y así lo atestiguan las imágenes de multitudes de personas que abarrotan aeropuertos de la isla para viajar a Nicaragua.
El aumento de los vuelos que salían llenos de Cuba y regresaban vacíos causó preocupación a la Casa Blanca. A fines de noviembre, el gobierno de Joe Biden dictaminó la denegación de visas a los ejecutivos de compañías chárters que trasladen inmigrantes irregulares a Nicaragua, principalmente desde Cuba y Haití.
Varias aerolíneas suspendieron sus vuelos entre la isla y Nicaragua.
Recientemente la revista mexicana Dimensión Turística afirmó que los cubanos viajan a Nicaragua a “explorar ese encantador país” y obvió que el verdadero objetivo de los crecientes viajes a la nación centroamericana es iniciar la ruta migratoria hacia Estados Unidos, aunque algunos desisten y se asientan en el país, donde viven mejores días que en Cuba, sumida en una profunda crisis económica, política y social.
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