Venta de carne de cerdo en Cuba: la pieza entera... ¡o nada!

Ya no es solo el altísimo precio del producto, los clientes tienen que chocar con los caprichos y las exigencias absurdas de los vendedores.

Venta de carne de cerdo en Cuba (Imagen referencial) Foto © Periódico 26

Un cubano denunció lo que le pasó cuando quiso comprar carne de cerdo en La Habana y se tuvo que ir a su casa con las manos vacías, y no precisamente por el precio.

En tiempos en que poner algo de proteína a la mesa es un verdadero lujo, resulta que el problema ya no es solo el altísimo costo del producto. La población tiene que chocar además con los caprichos y las exigencias absurdas de los vendedores, que prefieren que la carne se les eche a perder antes que atender a las necesidades de los clientes.

Así le sucedió a Manuel Viera, quien fue la semana pasada a varios agromercados y otros locales de venta del municipio Playa, donde la libra de carne de puerco (pierna y paleta) estaba a 650 pesos.

Viera quiso comprar un pedazo de cinco o seis libras, pero ningún comerciante quiso despachárselo, porque solo vendían las piezas completas y la más pequeña pesaba 14 libras.

"Me fui sin comprar y en todos los casos quedaron ellos allí sin vender, aburridos y rodeados solo por un centenar de moscas. ¡Agradezco cualquier explicación lógica al respecto!", pidió en su Facebook.

Captura de Facebook / Manuel Viera Porelcambio

Los cubanos pasan cada vez más trabajo para acceder a alimentos básicos, no solo por la escasez y los altos precios, sino también por el egoísmo y la falta de empatía de muchos de los que intervienen en la cadena de comercialización.

Así lo sucedió recientemente a una madre de Bayamo que vivió una verdadera odisea para poder comprar una bolsa de leche en polvo para su hijo de un año, y que a pesar de su esfuerzo no lo logró.

Después de una larga cola en el banco para extraer dinero, acudió a una mipyme situada en la calle Martí donde había bolsas de leche de 900 gramos a 2,250 pesos. Pero al intentar pagar con billetes de a 10 que le habían dado en el banco, el vendedor le dijo que no aceptaba billetes chiquitos.

Ella le pidió que la esperara, que iría a cambiar el dinero. Logró su objetivo, pero al volver, el hombre ya había vendido la leche.

Al llegar a su trabajo, sus compañeras le confirmaron que las mipymes solo aceptan billetes grandes y que incluso algunas venden a partir de una cierta cantidad.

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