Poco a poco la desidia y el abandono se traga a otra de las joyas de La Habana: el famoso Hotel NuevaYork, situado en Dragones, entre Amistad y Águila, otrora uno de los mejores en su época, parece estar condenado a su destrucción.
Bloques grises impiden a cualquier curioso entrar a esta famosa edificación; mientras, en sus pisos superiores, pocas ventanas permanecen en pie.
Al mismo tiempo, en el techo de la marquesina de la entrada principal, crece a su libre albedrío un improvisado jardín de malas yerbas, quizás uno de los pocos vestigios de que el inmueble aún puede albergar algo de vida.
El típico color gris, deslucido, domina la fachada de la antigua edificación, evidenciando el abandono que ha sufrido en los últimos años.
Esa es la triste realidad que rodea al emblemático hotel, tal y como se puede ver en un video publicado por el medio Cubanet, donde solo en el piso al nivel de la calle quedan huellas de lo que un día fue.
Pisoteado por los transeúntes, entre granito raído, aún se lee: “Hotel Nueva York”.
Tiene una ubicación envidiable cuando menos: está emplazado junto a la puerta que marca la entrada al Barrio Chino, a pocos metros del Capitolio Nacional y muy cercano a la Terminal de Ferrocarriles.
Durante muchas décadas el hotel acogía a los cubanos que, procedentes de otras provincias y ciudades, visitaban la capital.
Fue construido por los contratistas cubanos Tella y Cueto y se inauguró en 1919. Su propietario Blanco López y Compañía, era dueño también de los hoteles Boston y Saratoga.
Se cuenta que a inicios del siglo XX las posibilidades de alojamiento en La Habana eran reducidas y lo usual era hospedarse en casas de huéspedes.
Sin embargo, con la instauración de la nueva república y la intervención norteamericana, se dio un gran movimiento migratorio, que provocó una elevada demanda de instalaciones para el alojamiento de comerciantes, hombres de negocio y turistas.
Fue entonces cuando se modernizaron las instalaciones existentes, con comodidades como ascensores y la instalación de baños y servicios sanitarios en las habitaciones.
Durante la Primera Guerra Mundial, que muchos llaman época de las “Vacas Gordas”, nuevamente se incrementaron las demandas de las capacidades hoteleras en La Habana y se puso de moda un proyecto “típico” de edificios de cuatro o cinco pisos de altura, con los dormitorios distribuidos alrededor de un patio central, generalmente cubierto.
Por ese entonces nació el Hotel Nueva York, en La Habana, que opacó a no construcciones de la época.
En los bajos se ubicaba la recepción, el lobby, bar, oficinas de la administración y otros servicios públicos. Los pisos intermedios se dedicaban a habitaciones, todas con su baño, agua fría y caliente, teléfono, a veces solo uno por piso, y otros adelantos en ese momento.
El Hotel New York al principio contaba con 100 habitaciones que se ampliaron hasta 200 cuando se le construyó un cuarto nivel, mientras que el comedor se ubicaba en la última planta. La fachada se componía de tres filas de ventanas con balconcillos.
En 2018 el régimen, de conjunto con Vietnam, tuvieron la intención de reparar esta joya de la arquitectura habanera. Sin embargo, ni la avaricia desmedida del gobierno en la isla, por construir más hoteles que viviendas, ha logrado salvar esta edificación.
Se desconoce el destino de esta instalación que, a pesar del abandono y su estado ruinoso, mantiene su estilo ecléctico y la armonía con los edificios cercanos.
Este sitio se suma a la larga lista de lugares emblemáticos de Cuba que son arrastrados a la desaparición por culpa de un régimen que es incapaz de mantenerlos en pie en medio de la actual crisis económica.
En el municipio de Playa se encuentra la popular pizzería Lisboa, más conocida como Pizzería de La Copa, otro lugar afectado que poco a poco se desvanece.
Similar destino comparte la antigua discoteca del hotel Comodoro, actualmente un vertedero de escombros y de las personas que dejan ahí su basura.
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