Bajo el mando del otrora estelar Ariel Pestano, la selección Sub 23 de Villa Clara ha naufragado en el campeonato nacional de su categoría. Subtitular en la edición previa del evento, al momento de escribir estas líneas el equipo apenas exhibía siete triunfos ante veinte fracasos y vagaba por el fondo de la clasificación.
Un repaso a las estadísticas colectivas permite detectar enseguida el mal de fondo: sus promedios de bateo (.234) y porcentaje de embasado (.314) son los peores del torneo, y a tan funesta receta hay que añadirle un anémico slugging de .316 rematado por cinco cuadrangulares en 27 juegos de pelota. El resultado de tanto despropósito son apenas 74 carreras anotadas, por mucho la cosecha más baja entre los dieciséis participantes.
Para saber qué piensa Pestano de esta desventurada faena, CiberCuba se trasladó hasta el estadio villaclareño Augusto César Sandino, cuartel general de una tropa que ha vivido una campaña complicada tanto dentro como fuera del terreno.
¿A qué le atribuye el pobre rendimiento de la escuadra?
-El problema del equipo ha sido mental. Ha habido individualismo y los jugadores han estado jugando para cuidar sus promedios.
¿No cree que cuando eso sucede es responsabilidad del manager?
-Se ha estado trabajando fuerte con eso, e incluso he tenido la posibilidad de viajar con un sicólogo. Hicimos una serie de pruebas, conversamos con ellos porque no podía ser que priorizaran el juego individual sobre el juego colectivo. Los que tengo son muchachos muy jóvenes, de 19 y 20 años, los cuales serán la base de la novena villaclareña de la categoría durante algunos años más. Hay potencialidad en ellos porque la mayoría vienen de ser campeones en las categorías juveniles, pero les queda mucho por aprender.
¿A qué cree que se debe el desastre en materia de bateo? ¿Será acaso un problema de preparación?
-Yo digo que nosotros nos preparamos como ningún equipo lo hizo en Cuba. Hicimos buen entrenamiento en la playa, en la altura y con las pesas. De hecho, los muchachos ganaron en un gran por ciento en parámetros como velocidad, potencia, fuerza, masa muscular...
¿Cómo se explica entonces que el grupo produzca tan poco y no batee jonrones?
-Te reitero, son problemas de la mente. Si no funciona la mente, el cuerpo no responde. Para tener un buen rendimiento ofensivo uno tiene que llevar la mente a estudiar al pitcher contrario.
Entonces, ¿se puede considerar que ha habido un mal trabajo sicológico?
-Lo que hay es que lograr una manera de que los muchachos entiendan, porque no saben escuchar. Esa es una característica de la juventud de hoy. Tú les dices una cosa y ellos juegan a su forma. Fíjate si la cabeza ha estado mala que llegó un momento que ni señas cogían. Les dabas la seña del robo y no salían; los mandabas a batear y esperaban. Hacían todo lo contrario a la estrategia que uno se planificaba para cada juego. Otro problema es que no aprenden a manejar el bate. En lo único que piensan es en el jonrón. Tienen un solo swing. Si en ese swing le dan a la bola, bien; si no, se quedan sin batear. No interiorizan que tiene que haber una estrategia de bateo: cuál es el arma del pitcher, con qué está dominando, con qué se pone encima, para qué zona pitchea, cuál es el lanzamiento que me hace daño... El béisbol es un juego, y los juegos se ganan tratando de robarle la mayor cantidad de cosas al contrario, haciéndole jugadas, engañándolo, sorprendiéndolo.
¿Por qué cree que sus jugadores estaban tan pendientes de sus averages individuales?
-La pelota no es solo batear y ese es el gran defecto que hemos llevado a la pelota moderna. Yo digo que eso deriva de lo que llamaría “la epidemia de las Grandes Ligas”. Ahora, si el muchacho de 19 ó 20 años no batea .300, lo sientan; si no da jonrones, se dice que no sirve. El muchacho de esta edad que sepa hacer una asistencia, ubicarse con los lanzamientos, manejar su bate por detrás del corredor, correr las bases, dar un fly de sacrificio y tocar la bola, que sea bueno a la defensa, que tenga un buen brazo, que reaccione rápido, que sepa hacer jugadas de corrido y bateo, es un jugador integral.
En la calle se comenta que ha privilegiado demasiado a su hijo Ariel hasta el punto de que el otro receptor del equipo, Jesús Olivera, llegó a presentar su baja de la nómina.
-Yo no lo creo así. Se trata simplemente de una guerra que no viene de ahora; es una guerra que viene desde que tenían 12 años porque los dos muchachos poseen la misma edad y han transitado juntos por cada categoría. ¿Qué pasa? Que al mío, por ser el hijo de Ariel Pestano y por tener el carácter que tiene, nunca le habían dado una posibilidad. Yo tenía a los dos jugando, cada uno en su zona fuerte: Olivera, como designado y cuarto o quinto bate para aprovechar su bateo; y Ariel, como receptor, por su defensa.
Pero Ariel tiene cinco passed balls...
-Sí, es verdad. Pero tiene diez cogidos robando y solo siete corredores le han llegado, además de haber parado un montón de piconazos. El punto es que había que sentar al mío por ser el hijo de papá y poner como regulares a los jugadores que alguna gente entiende.
¿Y por eso se presentó esa situación en que Olivera solicitó la baja?
-Exacto. Él quería ser el cátcher titular y pidió la baja sin consultarlo con nadie del cuerpo técnico. Y esa decisión, en un equipo que estaba en un momento pésimo de rendimiento, yo la vi como una traición. Te aseguro que nunca lo boté del equipo. Le di mis opiniones, no le gustaron y prefirió irse. A partir de ahí se suscitaron muchos comentarios donde yo quedaba como el personaje negativo y se armó una especie de caos. Al final la Dirección Provincial del INDER determinó restituir al muchacho en el equipo.
¿Es cierto que hace poco se bajó los pantalones en el terreno por un disgusto con una decisión?
Es falso. Nunca he llegado hasta ahí. He formado mis cosas, pero no en esa línea. Yo nunca voy a perder el respeto que el pueblo me tiene, porque me lo gané con mi sudor.
Luego de terminar segundo en el campeonato previo, ¿se siente frustrado con el rumbo que han tomado las cosas?
-De las derrotas se aprende y yo pienso seguir si me lo permiten las autoridades de la provincia, porque esa no es una decisión mía. Pienso seguir porque he tratado de enseñarles lo que sé y esa es la satisfacción que me queda. He intentado transmitirles todas mis experiencias, aunque todas no las hayan interiorizado.
¿Qué opinas?
COMENTARArchivado en: