Preguntarle a algunos jóvenes cubanos basta para percatarse de que no muestran interés, tan siquiera, en saber cuáles serán las reformas que se le harán a la Constitución de su país.
Así lo constató Martí Noticias durante una encuesta que llevó a cabo en las calles de la Isla, donde indagó acerca del proceso de actualización de la Carta Magna y el futuro referéndum en al que el pueblo deberá acudir para aprobar los cambios.
Héctor Lester, un estudiante de 16 años, afirmó que se mantiene al margen, sabe muy poco de la Constitución y no le interesa si repercute de alguna manera en la situación de los jóvenes.
Como él, Dayami, una enfermera de 22 años, opina que las cuestiones del ámbito político no despiertan interés en los jóvenes cubanos: al final el Partido es quien decide y nada de lo que ya se conoce cambiará.
“La Constitución cubana es aburrida de leer, son demasiadas consignas y suenan como órdenes a cumplir”, añadió.
El tema ha sido investigado por el Centro de Estudios sobre la Juventud. Una especialista de la entidad, desde el anonimato, asevera que aunque los cambios políticos tienen mayor impacto en este grupo de la población, esos temas no les interesan.
Uno de los más recientes sondeos dio como resultado la escasa o nula identificación de los jóvenes con Miguel Díaz-Canel como jefe de Gobierno.
Los cubanos tienen otras cosas más importantes en las que pensar. Yurima Valdivia, por ejemplo, es una química industrial que optó por dedicarse a la peluquería. Ella tampoco firmará las modificaciones que se hagan al texto jurídico.
“Una verdadera reforma debería revisar el Artículo 18, donde se otorga exclusivamente al Estado la potestad de determinar las personas naturales o jurídicas, con capacidad legal para realizar operaciones de exportación e importación y concertar convenios comerciales”, dijo.
Por su parte Esteban, estudiante de Teatrología en el Instituto Superior de Arte, le preocupa el Artículo 39, que limita la libertad de la creación artística, en dependencia de si su contenido es contrario a la Revolución.
“¿Quién decide o determina cuál contenido artístico es contrario a la Revolución? Eso debería expresarse en la Constitución y llevarlo a debate”, concluyó.
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