Las playas de Cienfuegos presentan una situación crítica desde el punto de vista medioambiental, con enormes cárcavas de hasta un metro de profundidad y anchos surcos de erosión, reveló el diario Juventud Rebelde.
La sobreafluencia de agua proveniente de los ríos, junto a las intensas lluvias que trajo la tormenta Alberto, provocó que miles de metros cúbicos de arena fueran cubiertos por las aguas o hayan ido hacia el mar, fenómeno que puede repercutir en los ecosistemas de ese hábitat.
Según Eugenio Olalde Chang, coordinador del Servicio estatal para el monitoreo de las playas, la mayoría de ellas responden al concepto de tibaracón, que son las barras de arena que se forman por la acumulación de sedimentos, y que después de la etapa lluviosa deben volver a conformarse de manera natural.
Pero este proceso no ocurrirá en El Tamarindo y ni en Rancho Luna. La primera de estas playas ha perdido la mayor parte de sus arenas en el límite occidental del litoral, debido a un golpe de agua que llegó a través del manglar. La segunda presenta cárcavas y surcos a lo largo de 600 metros.
Desde los años 80 del pasado siglo expertos han alertado acerca de la erosión hídrica de los escurrimientos superficiales.
Pero no es solo la naturaleza la “culpable”. Según Omar Gutiérrez Benítez, especialista del grupo de ingeniería ambiental del Centro de Estudios Ambientales, un estudio realizado en 2017 arrojó como causas de la erosión “las insuficiencias en los objetos obra de evacuación de esos pluviales, y prácticas de mal manejo de la playa”.
La playa de Rancho Luna, que en verano recibe unos 6.000 visitantes diarios, registra desde hace años índices negativos de erosión en su duna. Su línea de costa ha retrocedido y sufre una importante pérdida de arena en casi toda su extensión, sobre todo donde se sitúan las instalaciones de alojamiento y gastronomía.
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