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Cada cual entiende el fútbol –y el Mundial- como le viene en ganas. Es un derecho que nos asiste a todos. Esta columna sintetiza mis impresiones de cada jornada en la fiesta mayor del deporte más hermoso del mundo.
La jornada
De siempre, la Tricolor mexicana ha sido dueña de una gallardía que pocas selecciones pueden emular. No se arruga jamás, cree en sus fuerzas aunque diste de ser el trabuco que invariablemente suponen sus comentaristas deportivos. Para ellos, su plantilla dispone del talento de Brasil, y no es verdad.
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Pero sin dudas se trata de un equipo con colmillos. Sabe tocar, puede armar una contra en milifracciones de milisegundo, tiene a hombres que le pegan con tino y potencia, y a jugadores que se zafan bien las marcas. No por gusto ya va por seis Mundiales sucesivos rebasando la fase de apertura.
Hoy los ‘manitos’ dieron un concierto. Entraron con el cuchillo entre los dientes y sus arrestos convirtieron el partido ante Alemania en un constante sube y baja, un temerario toma y daca contra el campeón del mundo en sublime función orquestada por el pundonor y la virilidad.
Atacó y atacó México, no dio tregua en ningún tramo de terreno, y el premio le cayó con el gol inmejorable del Chucky Lozano, una obra maestra resuelta con aceleración, trabajo de conjunto y frialdad de asesino a sueldo.
Que Alemania llegaba tocada es absolutamente irrebatible. Una victoria en seis partidos internacionales (derrota incluida frente a Austria y sufrimiento contra los saudíes) hablaba sin tapujos de que la Maanschaft representa una réplica desmejorada de aquel grupo que ganó la Copa previa o el trofeo de la Confederaciones. Sin embargo, el solo hecho de llamarse Alemania es motivo suficiente para la intimidación.
Una intimidación en la que México, hirvientes el corazón y los riñones, no creyó. Venga el tequila.
El gol
El patadón definidor de Hirving Lozano.
El equipo
México. ¿Cuál si no?
La individualidad
Pese al revés, Toni Kroos hizo un juego rayano en la perfección.
El fiasco
Carlos Vela se vio más perdido que Martín en el bosque, pero el funcionamiento del dispositivo de defensa germano dejó aún más que desear.
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