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Los pasajeros que viajan de la Isla de la Juventud a La Habana solamente tienen como oferta gastronómica “un diminuto pan con jamonada especial a 4 pesos” y un refresco de kola (no hay más sabores) a 10 pesos.
Según denuncia el periódico oficialista Victoria, los panes son “parecidos a los de los bocaditos de las fiestas de cumpleaños”.
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La escueta y costosa merienda es el único alimento que garantiza la empresa Viajeros a los pasajeros, cuyo trayecto a bordo de los catamaranes dura tres horas, sin contar las que anteceden en los trámites de chequeo.
Recalca el diario local que muchos de los que viajan a la capital lo hacen porque acuden a algún turno médico o por problemas familiares.
En cualquier caso, esa pobre oferta gastronómica en una línea comercial naviera es una violación de la Resolución 54 del Ministerio del Comercio Interior y de la tan traída y llevada protección al consumidor.
Esta norma jurídica, que entró en vigor el pasado 1ro de junio, intenta dar respuesta a las constantes quejas de los consumidores cubanos acerca del “maltrato” de los vendedores, el irrespeto de los horarios, el desabastecimiento y los precios y bienes adulterados.
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