Yordi es cubano, tiene 19 años y está varado en mitad del Puente Puerta de las Américas de Laredo, en la frontera de México. Sueña con entrar en Estados Unidos, pero ni en sus peores pesadillas pudo imaginar que reunirse con su madre, residente en EE.UU. desde hace 2 años, estaría tan cerca, pero tan lejos.
"Yo me atrasé porque la lancha en que escapamos tuvo problemas y nos separaron por hombres y mujeres. No puedo regresar a Cuba, pero tampoco me dejan llegar con mi mamá”, comenta en declaraciones a El Mañana.
El joven lleva un mes en esa situación. No está solo. Como él hay otros 55 inmigrantes de Cuba, Guatemala y Brasil a los que los agentes del Servicio de Inmigración estadounidense no les dejan cruzar la línea que separa los dos países. Se han apostado en mitad del Puente Internacional I y el que no tiene visa, no pasa.
“La gente a veces nos dice cosas, pero ellos no viven lo que nosotros vivimos en Cuba. No es fácil salir adelante y que aún te enfrentes a barreras cuando creías estar en libertad”, comenta Yordi.
Ni Yordi ni nadie puede imaginarse el futuro que le espera. Desde que el año pasado el expresidente Barack Obama anuló la ley de Pies secos, pies mojados, se acabaron los privilegios migratorios para los cubanos. Aún así, la gente escapa de Cuba y lo sigue intentando, pese a que el año pasado fueron repatriados a la Isla 160 personas, de las más de 1.000 que permanecían en centros de detención de inmigrantes en Estados Unidos.
Pese a que Trump llegó a la presidencia respaldado por el exilio cubano en Miami, durante su mandato han aumentado las deportaciones de cubanos: la cifra de repatriados el año pasado duplicó la registrada en 2016.
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