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Entre los filmes más atractivos del Festival internacional de cine de Venecia, que se celebra entre el 29 de agosto y el 8 de septiembre, se cuentan, excepcionalmente, dos documentales, ambos dedicados al expresidente de Uruguay José Mujica.
Por un lado, Mujica protagoniza el documental El Pepe, una vida suprema, del serbio Emir Kusturica, presentado fuera de concurso, en el cual se alude a grandes acontecimientos en la biografía del líder izquierdista, famoso por sus opiniones críticas, no solo dirigidas contra el imperialismo, sino también a sus compañeros de fila en Venezuela, Brasil, Argentina, Nicaragua o Cuba.
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Con una impresionante serie de largometrajes internacionalmente aclamados en los años ochenta y noventa, Kusturica se convirtió en uno de los más creativos y polémicos del mundo a consecuencia de sus puntos de vista sobre el modelo estadounidense y europeo. Entre sus principales filmes se cuentan ¿Te acuerdas de Dolly Bell?, de 1981, que ganó ese año el premio León de Oro en Venecia, y Papá está en viaje de negocios, de 1985, ganadora de la Palma de Oro en el Festival de cine de Cannes.
Kusturica muestra en su documental El Pepe, una vida suprema, el pasado guerrillero de Mujica, así como el periodo en que fue elegido diputado y senador para posteriormente ser líder del Movimiento de Participación Popular, sector mayoritario del partido de izquierda Frente Amplio, hasta su renuncia el 24 de mayo de 2009.
Por otro lado, el cineasta uruguayo Álvaro Brechner competirá en la sección Horizontes, dedicada a las nuevas corrientes expresivas, con La noche de 12 años, el tiempo que Mujica pasó en prisión con otros líderes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.
En los años sesenta, Mujica se integró a los Tupamaros, con el que participó en operativos guerrilleros, hasta que se refugió en la clandestinidad. En enfrentamientos armados fue herido de seis balazos. Fue apresado cuatro veces y, en dos oportunidades, se fugó de la cárcel de Punta Carretas.
En total, Mujica pasó 12 años de su vida en prisión. Su último período de detención duró trece años, entre 1972 y 1985, y fue particularmente duro. Fue uno de los dirigentes tupamaros que la dictadura cívico-militar tomó como «rehenes», lo que significaba que serían ejecutados en caso de que su organización retomara las acciones armadas.
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