Activistas protestantes visitan hogares de Cuba para hacer campaña contra el matrimonio igualitario

Han comenzado a tocar puertas para alertar a los moradores de lo que, según ellos consideran, sería un atentado contra la palabra del creador, pues asumen que la familia es una institución creada por Dios.

Religiosos, contra el matrimonio igualitario. © Facebook / Iglesia Metodista En Cuba
Religiosos, contra el matrimonio igualitario. Foto © Facebook / Iglesia Metodista En Cuba

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Este artículo es de hace 6 años

Algunos activistas de diferentes denominaciones religiosas han asumido la misión de alertar a la familia ante lo que consideran un terrible peligro. Los nuevos cruzados provienen en su mayoría de denominaciones protestantes, que desde el momento mismo en que se perfiló la posibilidad del matrimonio igualitario en la Isla, han decidido hacer público su descontento, y así lo han dejado saber en las redes sociales, pero también en las puertas y fachadas de sus templos, y las casas de algunos feligreses. Igualmente han hecho ayunos y hasta solicitaron al gobierno un permiso para marchar y manifestarse públicamente, por la rampa habanera el pasado 5 de julio.

Con carteles como éste, algunas denominaciones religiosas buscan ganar adeptos para impedir que en el futuro dos personas puedan unirse legalmente con independencia de su sexo biológico.


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Foto: Santiago García Abreu

Sin embargo, más recientemente han comenzado a tocar puertas para alertar a los moradores de lo que, según ellos consideran, sería un atentado contra la palabra del creador, pues asumen que la familia es una institución creada por Dios.

Y es precisamente una familia prototípica, conformada por un hombre y una mujer adultos acompañados de un adolescente de aproximadamente 17 años de edad, los que se han encargado de visitar por estos días varias residencias de El Condado, la mayor barriada de la ciudad de Santa Clara.

Según explican algunos vecinos visitados, tras el saludo y la presentación, enseguida preguntan si hay niños en la familia, y si la respuesta es afirmativa entonces, vuelven a preguntar si acaso les parece bien que a ese pequeño lo conviertan en un homosexual.

A partir de ahí se inicia toda una charla que persigue como único objetivo construir consenso en contra del matrimonio igualitario, un aspecto que no está esbozado en la propuesta constitucional, pero que efectivamente encontraría el camino desbrozado de estipularse en la ley primera que el matrimonio es la unión voluntariamente concertada entre dos personas con aptitud legal para ello, en sustitución de lo consignado en la actual Carta Magna, que establece que el matrimonio es la unión voluntariamente concertada entre un hombre y una mujer con aptitud legal para ello.

Ese cambio, aparentemente simple, no legalizaría de por sí el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero daría la posibilidad de que el Código de Familia y otros cuerpos legales que complementan la Constitución, puedan avanzar en materia de igualdad de género, una asignatura en la que Cuba se encuentra bien rezagada.

“Yo pensé que eran testigos de Jehová que son los que siempre andan visitando las casas, pero no, eran de otra iglesia”, asegura Miriam una santaclareña residente en el mencionado barrio de El Condado y quien dice no entender muy bien de lo que aquellas personas le estaban hablando.

Sin embargo, Yurisander, sí entendió perfectamente el mensaje de aquellos misioneros y se preocupa por los resultados que, según cree, puedan derivarse de sus actos: “Ellos tienen todo el derecho del mundo de estar en contra, pero no debiera permitírseles que vayan por las casas confundiendo a las personas. Es algo realmente repugnante que apelen a los niños para defender sus posturas, por eso los despedí enseguida”, asegura.

Una prima de Yurisander desde hace muchos años vive con otra mujer, sin estar formalmente casadas, pero según él no existe una pareja que pueda dar mejor testimonio de respeto y buen comportamiento social. “Yo quisiera tener la misma suerte y encontrar una mujer como mi prima o su novia, porque nunca he tenido una relación de más de tres años”, apunta el estudiante de Psicología.

Según su punto de vista, lo peor es que se sigue viendo la homosexualidad como una enfermedad o un vicio que puede terminar contagiando a los demás, y no como una inclinación sexual inherente a la personalidad de millones de personas en el mundo. “El homosexualismo no es algo que puedas contraer como una infección, no es una perversión, y tampoco es sinónimo de promiscuidad. Porque alguien tenga una orientación sexual distinta a la tuya no lo puedes tildar de enfermo o compararlo con un ladrón, un delincuente o un asesino”, argumenta él.

Pero como Yurisander no son pocos quienes temen que la palabra distorsionada de algunos activistas protestantes tenga un resultado desfavorable para la comunidad LGBTIQ+, pues aún existen muchos estigmas en la sociedad cubana respecto a la orientación sexual, amén de los avances que se han apreciado en los últimos años, desde el trabajo que ha desplegado el Centro Nacional de Educación Sexual, Cenesex.

Foto: Santiago García Abreu

Jaime es un tabaquero de 55 años de edad quien, a pesar de asumirse como homosexual, nunca se formalizó con otro hombre porque su familia se lo impidió toda la vida. Este placeteño radicado en Santa Clara lamenta no haber nacido “en este tiempo”, pues considera que en lo adelante muchas cosas en Cuba tendrán que cambiar.

“De la misma manera en que yo no puedo impedirle a un vecino mío que se enamore de una mulata si a él le gusta, pues entonces él tampoco tiene el derecho de prohibirme a mí que yo me enamore de quien yo quiera. Y si él puede casarse sin contar conmigo, ¿por qué yo tengo que atenerme a que otros decidan con quién yo me puedo casar?”, se cuestiona Jaime, a fin de simplificar el asunto y hacer entender sus derechos.

Pero en sus palabras pesa una gran verdad. Que todavía en pleno siglo XXI existan grupos humanos con potestad para coartarle la libertad a otros grupos constituye una violación flagrante de los derechos humanos. Algo similar a lo que ocurrió en el pasado cuando la humanidad blanca no reconocía a los negros como iguales, o la propia iglesia en muchos países impedía el derecho al divorcio. Aunque ahora se la norma, no fue hasta mediados del siglo XX cuando por fin se reconoció de manera universal el derecho de las mujeres a expresar su voto político.

Curiosamente en cada uno de esos episodios de la historia humana, han existido fundamentalistas, que apelando a argumentaciones religiosas o de otro tipo se han opuesto terminantemente al reconocimiento de esos derechos.

Foto: Santiago García Abreu

Ahora varias denominaciones religiosas en Cuba deciden hacer campaña para que las personas con una orientación sexual alejada de los patrones heteronormativos no tengan los mismos derechos que el resto de la sociedad.

En una misiva publicada el 28 de junio pasado cinco iglesias protestantes apelaban a argumentos tan sórdidos como que “La ideología de género no tiene relación alguna con nuestra cultura, nuestras luchas de independencia, ni con los líderes históricos de la Revolución. De igual manera tampoco guarda ningún vínculo con los países comunistas, dígase la antigua Unión Soviética, China, Vietnam y menos aún Corea del Norte.”

Con dicha misiva estas denominaciones religiosas parecían mostrar plena conformidad, sano orgullo y hasta regocijo con las reglas propias de los regímenes comunistas, olvidando convenientemente que, en cada uno de esos países, incluyendo a Cuba, la comunidad creyente ha sido víctima de atropellos en un pasado no muy lejano.

Pero ante esos vejámenes nunca se pronunciaron tan coordinada y valientemente como lo hacen ahora, cuando son capaces de tocar a las puertas para alertar sobre lo que consideran un terrible peligro.

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