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Los dos se llaman Antonio y, aunque comparten el mismo padre, nunca se habían conocido. Uno nació en España hace 74 años y el otro en Cuba hace 62. Ni los pocos recursos económicos ni la fobia a volar impidieron que, por fin, los dos hermanos se abrazaran por primera vez en la mañana de este lunes.
El hecho tuvo lugar en una casa familiar de la localidad de Bretocino, en la comunidad de Castilla y León, lugar exacto desde donde partió hace 66 años el español Manuel Llamas, un ex sargento de la Guardia Civil y funcionario del gobierno que decidió buscar fortuna en La Habana.
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Según reportó el periódico local “El Norte de Castilla”, Llamas se mudó a la capital cubana en 1952 dejando atrás cuatro hijos, entre ellos el pequeño Antonio de 8 años. Además de una fotografía, el único recuerdo que tiene Antonio de su padre es el dinero que le envió pocos meses después para comprarse un traje en su primera Comunión.
Manuel nunca regresó a España e inició una nueva vida en La Habana, donde trabajó como cobrador de gas y tuvo otros tres hijos: Antonio, Manuel y Daysi.
Este lunes, los dos ‘Antonios’ se abrazaron por primera vez entre lágrimas e inmortalizaron el momento en una imagen para la agencia noticiosa ICAL. Los hermanos posaron con una fotografía de su padre acompañada por el pasaporte con el que este llegó a La Habana.
Ambos calificaron el encuentro de “auténtico milagro”. Antonio -el cubano- confesó que nunca se había imaginado vivir este día por la falta de recursos económicos para sufragarse el viaje y su fobia a volar, un miedo que en esta ocasión no sabe cómo ha podido vencer.
El emotivo momento de los Antonios fue posible gracias a los programas 'Añoranza' y 'Raíces' de la Diputación de la provincia de Zamora, iniciativas que tienen como objetivo mantener los vínculos entre las colonias de zamoranos y sus descendientes en Cuba y Argentina.
Este año, los programas lograron integrar a 14 participantes, quienes durante quince días recorrerán la provincia para conocer la tierra de sus familias.
A excepción del nombre de sus esposas -ambas se llaman Rosa-, las vidas de estos dos hermanos tienen poco en común. El español comenzó a trabajar en el campo a la temprana edad de 7 años. Años más tarde decidió emigrar a Suiza, donde pasó unos años antes de establecerse definitivamente en Bilbao. Allí trabajó hasta su jubilación como obrero en una fábrica de trenes.
Su hermano, en Cuba, logró pasar toda su infancia en la escuela. Después trabajó en la construcción y como mecánico de bombas de agua hasta su jubilación por enfermedad. “Sus problemas vienen ahora, cuando tiene que sobrevivir con una pensión mensual de 200 pesos, menos de 10 dólares”, apuntó el periódico.
En los próximos días, recogió el medio, los hermanos Llamas tendrán tiempo para explicar a sus descendientes que los emigrantes “en cualquier país y en cualquier momento, son personas que merecen ser tratadas con respecto y dignidad, ya que lo único que buscan es una forma mejor de ganarse la vida de forma honrada”, dijo el mayor.
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