Kafka y Agatha Cristie están asesorando al ex zar de la reforma económica Marino Murillo Jorge que, cumpliendo directrices del General Secretario, ha limitado a 50 sillas el máximo permitido a los restaurantes privados, disfrazando el miedo y la desconfianza hacia los cubanos con otro alarde de incompetencia.
El número de sillas y metros cuadrados de los locales deben fijarlos la racionalidad que impongan el capital inicial, la demanda y crecimiento que alcance el negocio, pero no unos burócratas de guayabera que, teniendo asegurada su jama mientras canten la Bayamesa, pretenden seguir de espaldas a la racionalidad.
Habrá lugares en los que medio centenar de sillas será un exceso o que solo abran en los meses de la llamada temporada alta del turismo extranjero en Cuba, que transcurre de noviembre a abril.
Mecanismos para controlar negocios abundan en todas las escuelas económicas del mundo, pero el problema de Cuba es el miedo que siente el poder chapucero a los cambios económicos que acaben desembocando en reclamos políticos; de ahí que gente formada como el propio Murillo o el nuevo Ministro de Economía, Alejandro Gil Fernández, no tengan otra alternativa que amarrar en corto a los emprendedores porque los dinosaurios quieren morirse sin aceptar la libertad y la riqueza.
El problema de Cuba es el miedo que siente el poder chapucero a los cambios económicos que acaben desembocando en reclamos políticos
Un restaurante de 50 sillas puede crear empleo y riqueza en su entorno, pero uno de 150 capacidades sería un motor económico de su región, incentivando a productores de alimentos y a generadores de otros servicios como los de lavandería y limpieza, por ejemplo.
Pero esa ecuación es la que asusta a los jerarcas cubanos porque las órdenes del Buró Político son claras: mantengamos la pobreza para que no se nos desordene el patio y luego pedimos a los bardos que hablen de la pobreza en África, Haití y las carencias sanitarias en USA y que hagan alharacas con el inicio del curso escolar, aunque nos falten 10 mil maestros.
Las órdenes del Buró Político son claras: mantengamos la pobreza para que no se nos desordene el patio y luego pedimos a los bardos que hablen de la pobreza en África, Haití y las carencias sanitarias en USA
Pero quizá esos burócratas no sepan que el dinero es lo más cobarde que hay, y una vez pasado el embullo Obama, los potenciales inversores extranjeros y cubanos de afuera prefieran arriesgar en otras playas menos dignas como Yucatán o República Dominicana antes de seguir metiendo dinero con la vista puesta en el pasado mañana que nunca llega.
En fin, una pena. Estamos ante la enésima agresión del Buró Político del Partido Comunista a los cubanos de a pie, a los que sueñan con una vida mejor, alejada de los tics miedosos de los totalitarios, ahora enardecidos por 50 sillas que no valdrán para nada, excepto para prolongar el pasito de timbiriche.
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