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El lanzador espirituano Roberto Hernández renunció a su contrato con los Indios de Cleveland para regresar a Cuba junto a su familia y un niño recién nacido. Hernández, de 17 años, firmó con los Indios en septiembre de 2017 un contrato de 320 mil dólares y lanzó durante 2018 en la Liga Dominicana de Verano, nivel Rookie.
Según reporta el sitio web de Radio Sancti Spiritus, quien entrevistó al joven pitcher, la decisión fue bastante meditada.
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"Pensé que, sí, podía tener toda la fama del mundo, dinero, carros, joyas… pero no iba a tener el apoyo de mi familia tan cerca como aquí cuando pitchaba en los juveniles, en el Cuba, tengo un niño de unos dos meses, eso también me llevó a tomar esa decisión, no quiero que mi bebé pase su infancia lejos de su padre…", le dijo a la periodista Elsa Ramos.
Ramos le preguntó a Hernández si con el dinero no pudo haber sacado a la familia y este respondió:
"Hubo esa mentalidad, pero mi abuelita nunca quiso abandonar la casa donde creció en el bateicito, por ella creo que también regresé y le agradezco porque luego de casi dos años me abrió los ojos y me hizo entender que mi futuro no estaba allá".
Hernández cuenta con el apoyo de las autoridades en la provincia y se espera que se incorpore a las actividades del béisbol. En 2016, él salió junto a su padre rumbo a la República Dominicana y ahora se convierte en el primer pelotero cubano de la historia que emigra, firma contrato con una organización de Grandes Ligas y luego regresa.
En el título del reportaje aparece: "Roberto Hernández: de las puertas de las Grandes Ligas a un batey espirituano". Pero la verdad es que Hernández se encontraba en el nivel más bajo de ligas menores (nivel Rookie) y las puertas de MLB aún estaban muy distantes para él.
Queda por ver si Cuba lo insertará en algún equipo nacional de tener el rendimiento adecuado. Hace poco tiempo algunos de los beisbolistas que regresaron a Cuba en 2017 no fueron insertados en equipos nacionales pese a ganarselo en la Serie Nacional.
Quizás queda por comprobar si Hernández hubiera regresado a Cuba sin el dinero de su bono de 320 mil dólares.
Ese dinero que algún día se terminará y tal vez el muchacho quiera volver a ser profesional nuevamente.
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