Vídeos relacionados:
Aunque aún no ha sido publicado el listado de los 48 productos de primera necesidad que serán racionados en los establecimientos comerciales cubanos para "evitar el acaparamiento", llama la atención que la medida surja después de darse el escándalo de la venta de 15.000 manzanas a un solo cliente en La Puntilla, que terminó con el despido y injuiciamiento de varios trabajadores.
El asunto está en que esas manzanas, tan llevadas y traídas por los medios de dentro y fuera de la Isla en las últimas semanas, no son ni de cerca "un producto de primera necesidad".
Lo más leído hoy:
Alfredo, administrador de un restaurante particular en Habana Vieja, se pregunta "¿qué sentido tiene limitar la cantidad de papel sanitario, detergente o jabón que uno puede comprar en las tiendas porque a alguien le vendieron más manzanas de la cuenta?"
En su opinión, "eso solo fue un pretexto para buscar cómo aliviar la crisis que hay en el país porque las tiendas están desabastecidas. El verdadero problema radica en la escasez que hay lo mismo de comida, que de aseo, ropa o equipos electrodomésticos".
"En los mercados más grandes de La Habana, como el de 3ra y 70, encuentras el mismo panorama: neveras vacías (con suerte a veces tienen paquetes americanos de muslos de pollo), stands con muy pocos y repetidos productos, mal olor, pisos mojados con cajas de cartones encima para que la gente no resbale, colas infinitas para pagar en la caja y una 'pila' de trabajadores sin hacer nada", afirma el cuentapropista de 38 años.
Raquel, quien se dedica a vender productos de "afuera" en el portal de su casa cree que "en Cuba estamos acostumbrados a analizar mucho las consecuencias del problema e ignorar sus causas. En todas partes hay especuladores, pero sobreviven porque el Estado no garantiza el abastecimiento de tiendas en las que además no puede comprar toda la población porque son bastante caras".
"Lo que más come el cubano (porque es lo más barato y lo que menos se pierde) es pollo, perrito y picadillo. La necesidad que existe no es cosa nueva, pero sí que cada persona pueda comprar tres paquetes de detergente, hasta cinco maltas o no más de 15 cervezas. Habrá que comprar desde ahora lo que comeremos y tomaremos en las fiestas de fin de año", explica la vecina del municipio capitalino de Boyeros.
En 2016 la corporación estatal CIMEX, encargada de las tiendas recaudadoras de divisas (también llamadas TRD), dejó claro que esas entidades “funcionan bajo el esquema de un mercado liberado, donde no existe una libreta de abastecimiento que garantice una distribución equitativa e igualitaria, siendo los precios el mecanismo natural de distribución y regulación de la demanda". Sin embargo, la realidad está siendo otra.
El dependiente de una TRD asegura a CiberCuba que "sin abastecimiento es muy difícil legislar. Ni nosotros sabemos qué productos se racionarán ni cuánto podrá comprarse de cada uno, pero sí nos han dicho que será cada tienda quien determine cuáles de los 48 productos restringe o no".
"Yo no veo mal que la gente acapare, sobre todo si son cuentapropistas, porque esa es la única manera que tienen de mantener su negocio. Es un absurdo, una falta de respeto, que quieran limitar las compras de los clientes para que después nos exijan vender diariamente una elevada cantidad de dinero o si no nos descuentan el salario y nos sancionan", aclara el joven de 28 años.
En palabras del forista Asterion: "¡Qué mal anda Cuba cuando se hace escándalo por algo así! (...) El mal de fondo está en la economía que es un desastre, y la política que la determina, más desastrosa todavía".
Desde la óptica de Noemi, de 49 años, "en Cuba el acaparamiento es entendido como un delito porque la población puede acceder a muy pocos productos. Los cubanos vivimos en carne propia no solo por la falta de variedad de los productos, sino por la falta de dinero".
"El Estado sabe desde hace mucho que existe acaparamiento de productos necesarios para la vida y ha dejado al tema 'correr'. Existen carencias, pero la culpa de este fenómeno no la tiene el que acapara".
"Hay que dejar que cada cual compre las cantidades que quiera de lo que sea. Si el Estado se preocupara por tener el producto siempre en la tienda, nadie tendría que acudir a los revendedores", plantea esta maestra.
Ricardo, médico cubano, no está "a favor del racionamiento, aunque es evidente que muchas veces no se acaparan productos para el uso doméstico sino para revenderlos".
"Hace poco estuve buscando culeros desechables por toda La Habana y donde único había tres hombres se llevaron casi todo para luego venderlo en 20 CUC, incluso a través de páginas en Internet. Eso se hace con la complicidad de los trabajadores de la tienda, que por cada paquete reciben una comisión".
"Así pasa con la papa en los agromercados. En el mío la sacan en días y horarios de trabajo y cuando llego en la tarde ya está cerrado. Después ves a la gente vendiéndolas a precios astronómicos", indica alarmado el médico.
Archivado en: