Una cubana amante de los animales ha dedicado 20 años de su vida a alimentar, cuidar y proteger a más de una veintena de perros abandonados que hoy devienen uno de los más peculiares atractivos del Casco Histórico de La Habana.
Margarita García, de 58 años, reserva las mañanas de sus sábados para bañar a los animales callejeros que rondan la Plaza de Armas. Allí, los perros se desempeñan como ‘guardianes’ de la urbe y llevan al cuello simpáticas identificaciones otorgadas por la Oficina del Historiador.
"Estos animalitos fueron apareciendo en el entorno de la Plaza y decidí acogerlos, esterilizarlos y alimentarlos", dijo a la agencia Xinhua la protectora, también licenciada en Español y Literatura y especialista de Ediciones Boloña.
Margarita no solo destina tiempo, sino buena parte de su sueldo al cuidado de estos animales. Con un salario que ronda por el promedio (30 dólares), la mujer sufraga no sólo la alimentación y la limpieza, sino incluso las visitas del veterinario.
"Es que ya son perros adultos a los que nadie acoge, pero todo el mundo respeta como mascotas de acá del área y de la Oficina del Historiador de la ciudad", explicó la mujer, que tiene otras cinco perras en casa.
Algunos de los perros que cuida son Aparicio, Cortico, Pelusa, Vladimir, Canela, Mulata, Mocha, Nano, La Niña y P-9. Cuando Margarita está en el trabajo o en la casa, los canes deambulan por la Habana Vieja y en la madrugada acompañan a los custodios.
En el edificio de la Cámara Oscura, una torre que permite una vista de La Habana Vieja en 360 grados, están ubicadas La Niña y P-9, quienes acompañan a la custodia Nilda Saavedra. "En las guardias nocturnas ellos son una ayuda adicional y una compañía increíble", afirmó.
En la actualidad, la no gubernamental Sociedad Cubana para la Protección de Animales y Plantas (Aniplant), así como otros grupos animalistas (como Protectores de Animales de la Ciudad y Cubanos en Defensa de los Animales) luchan por la inclusión en una nueva Constitución del derecho de los animales.
Cifras del Instituto Nacional de Medicina Veterinaria indican que las clínicas estatales atienden a más de 1.9 millones perros y más de 50.000 gatos. Aquellos que son abandonados a su suerte en las calles corren el riesgo de ser sacrificados por los departamentos de Zoonosis, adscritos a las direcciones provinciales de salud pública.
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