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Florida cerró la noche electoral con resultados pomposos, sorpresivos en algunos casos, y polémicos en otros.
Algunas promesas concluyeron desinfladas este martes 6 de noviembre, cuando los electores colocaron en determinados puestos a ciertos nombres y mandaron de vuelta a casa a otros.
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El caso del afroamericano miamense Andrew Gillum resalta entre estos. El joven liberal que aspiraba a convertirse en el primer gobernador negro del Estado del Sol terminó reconociendo una amarga derrota frente a Ron DeSantis, el hombre duro respaldado por Donald Trump, pinchando el globo de ilusión que generó en un sector progresista de Florida.
Gillum había ganado contra todo pronóstico a la candidata demócrata Gwen Graham en las primarias, y su impulso inesperado hacía a algunos fantasear con una historia tipo “Barack Obama 2.0”. Este martes, Ron DeSantis puso una dosis de realidad a ese sueño.
En el caso de la batalla por el senado, el fuego sigue encendido: el demócrata Bill Nelson ha exigido un reconteo de votos y no ha concedido la victoria a su rival, el ex gobernador Rick Scott.
La revisión del número de votos no es automática, pero la diferencia de 34,435 votos por la que Scott ganó a Nelson representa una ventaja de apenas 0.42 puntos porcentuales, lo cual según la ley estatal de Florida permitiría un reconteo a máquina de los votos.
Sin embargo este proceso presenta un problema anticipado para Nelson: solo puede autorizar este recuento el secretario de Estado de Florida, Ken Detzner, quien fue nombrado precisamente por Rick Scott. No hay seguridad ninguna de que el reconteo se pueda efectuar.
En los tres distritos de Miami-Dade que capitalizan siempre la atención general se produjeron resultados que invitan a una lectura demográfica, política y social de mucho interés para el sur de Florida.
Los cubanoamericanos perdieron dos de los tres distritos que controlaban en Miami, y de paso los perdió el Partido Republicano.
Solo Mario Díaz-Balart logró la reelección y por amplio margen (60.7% frente a su retadora, la demócrata Mary Barzee Flores, 39.3%) en el Distrito 25: el que mayor cantidad de cubanos tiene en todo el país: 44.3%.
Pero Carlos Curbelo, cubanoamericano que representaba el distrito 26 desde 2014, perdió sorpresivamente su escaño frente a la ecuatoriana Debbie Mucarsel-Powell, una desconocida en política local que a pesar de todo corrió una impecable campaña política.
Mucarsel-Powell, que vivió hasta los 14 años en su natal Ecuador, derrotó a Curbelo por 1 punto porcentual (50.9% frente a 49.1%). El cubanoamericano había sido una voz crítica dentro del republicanismo contra las políticas del presidente Donald Trump y era considerado un centrista por sus políticas medioambientales.
En el caso del Distrito 27, monopolizado totalmente durante 3 décadas por la veterana republicana Ileana Ros-Lehtinen, también los conservadores sufrieron un duro revés: la apuesta de María Elvira Salazar no caló como esperaban. La holgada victoria por 6 puntos de Donna Shalala (51.8% por 45.8%) frente a Salazar permitió a los liberales hacerse con un distrito capital del país, considerado de alto interés por englobar a locaciones de altos ingresos e influencias dentro de Miami, como Miami Beach, Pinecreast, Coral Gables y Key Biscayne.
A nivel de Estado una vez más Florida repitió el patrón electoral de los últimos años: las grandes ciudades votaron demócrata, las zonas rurales votaron republicano.
Miami, Tampa, Orlando, Jacksonville, Gainesville y Tallahassee votaron por candidatos demócratas, como mismo había ocurrido en las presidenciales de 2016. El resto de áreas rurales, votó conservador.
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