“Te lo digo de todo corazón: el mayor error de la pelota cubana fue eliminar a Metropolitanos, un equipo tan competitivo y necesario. Está claro que la capital no puede tener un solo representante en la Serie Nacional. Cuando yo vivía en Cuba, Higinio Vélez dijo públicamente en varias reuniones que no soportaba a los habaneros y que los Metros debían desaparecer”.
Eulogio Vilanova reside desde hace 15 años en Miami, pero nunca ha dejado de sentir por la pelota cubana. Con casi medio siglo vinculado a los diamantes, su caso es el de esos hombres que se consagran por entero a la noble tarea de pulir talentos y modelar estrellas.
Bajo su mando, los extintos Metropolitanos le dieron una batalla memorable al hermano mayor, los Industriales, en unos cuartos de final que estremecieron a la Isla en el 2000. Nadie que presenció aquella pulseada tiene el derecho de olvidarla.
“En ese play off salimos adelante jugando un gran béisbol; por ejemplo, en el primer juego se lucieron enormemente Juan Pablo Echevarría y Yadel Martí. Después de tener la serie 2-0 nos sacaron de la Villa Panamericana, que era el hotel del equipo, y el mal ambiente se respiraba dondequiera: todo el mundo estaba en contra nuestra. Recuerdo que teníamos pocos bates y solo diez pelotas para practicar, a diferencia de Industriales. Después ellos remontaron: creo que la garra y la experiencia de sus jugadores (Vargas, Germán, Padilla, Javier...) pesó demasiado”.
A pesar del conato de proeza, a Vilanova lo despojaron de los mejores elementos del plantel (transferidos al primer equipo de la provincia) y en 2002 fue 'premiado' con la sustitución en el dugout de los escarlatas. Se decidió imponer a un manager novato, Juan Padilla, y el naufragio no se hizo esperar.
“Eso fue algo poco pensado. Padilla no estaba listo para hacerse cargo de un equipo, él es mi amigo y lo hemos hablado en más de una ocasión. Lo apuraron mucho, para dirigir en esos niveles hace falta preparación: haber sido pelotero estrella no basta para ser un manager eficiente. Ciertamente, el equipo tuvo malos resultados en esa etapa”.
Hoy con 62 años cumplidos, Vilanova empezó en los trajines de la preparación en 1972, trabajando en la EIDE de su natal Morón. Entonces empezó un tránsito vertiginoso que acabó estableciéndolo en La Habana, donde hizo una alianza con el éxito en todas las categorías inferiores, desde la 10-12 hasta los juveniles.
“Hasta el momento que estuve en Cuba creo que fui una de las pocas personas que tuvo la suerte de recorrer todo el camino antes de llegar a dirigir en el campeonato nacional”.
¿Cree que a los técnicos que están en Cuba les asiste una preparación adecuada?
-Tengo excelentes relaciones con los directores y preparadores de equipos, son gente sacrificada y que sabe. Lo que necesita la pelota cubana es que la dirección del país comprenda que hay que insertarse de lleno en el profesionalismo, salir al extranjero y elevar el nivel técnico-táctico.
¿Qué otros problemas afectan a la pelota cubana?
-Son muchos. Por ejemplo, los terrenos no reúnen las condiciones que se requieren, y el arbitraje anda muy mal. Por otra parte, sus dirigentes precisan prepararse mejor para llevar las riendas de una disciplina que es considerada el deporte nacional.
Enuméreme las principales cualidades de un manager...
-Ser estudioso a tiempo completo, no improvisar, ponerse al nivel de los hombres que dirige y lograr mucha comunicación con sus peloteros. El jugador tiene que jugar para uno, pero eso hay que saber ganárselo.
¿Considera que al llegar a Estados Unidos debió emprender un segundo aprendizaje en el mundo del béisbol?
-Cuba fue mi gran escuela y lo que aprendí allá me ha servido de mucho. Pero este es otro béisbol, se trabaja de manera diferente y aquí he crecido muchísimo, sobre todo, por la posibilidad de estar actualizado en materia de entrenamiento y demás.
¿Cuáles son los talentos más grandes que han salido de las Series Nacionales hacia la pelota norteamericana?
-Yo a Kendrys Morales lo estoy siguiendo desde que se inició en el Ciro Frías y es uno de los mejores peloteros que he visto en mi vida: bateaba a las dos manos, lanzaba. José Dariel Abreu y él son los mejores que han jugado allá y aquí. Ojo con Luis Robert Moiran, un súper talento con las cinco herramientas.
¿Es partidario de armar un equipo unificado para defender los colores de Cuba en torneos internacionales como el Clásico?
-Eso es un asunto urgente. Hace falta un equipo unificado donde todos los cubanos puedan, jugar estén donde estén. Yo he hablado con unos cuantos y la inmensa mayoría quisiera incorporarse a ese equipo.
¿A qué se dedica hoy?
-Llevo década y media laborando con el béisbol en Miami, en seis academias diferentes y con niños de distintas edades. Además imparto clases privadas y participo en torneos.
¿Extraña su tierra o ya se aplatanó a Miami?
-Cuba se extraña. Es mi país, allí nací y me crié y allí tengo a casi toda mi familia. Es algo inolvidable.
¿Considera debidamente recompensados sus esfuerzos en pro del béisbol?
-Soy un hombre dichoso. He amado la pelota desde niño y he trabajado en ella siempre. El béisbol para mí lo es todo.
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