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Roy Halladay acaba de ser elegido para el Hall de la Fama del Béisbol. Dueño de dos premios Cy Young –uno en cada liga-, el derecho dividió su aventura monticular entre Toronto y Filadelfia y logró concluirla con más de doscientas victorias y dos mil strikeouts. Okey, es un premio merecido, máxime si lo aderezamos con ocho asistencias al Juego de Estrellas y uno de los más altos porcentajes de ganados y perdidos de todas las épocas.
Sin embargo, el mejor pitcher de la primera década del siglo tuvo una carrera relativamente corta en materia de entradas lanzadas, lo cual hizo pensar que no sería seleccionado tan pronto como en su debut en las boletas. Pero el factor sentimental se alió con la estadística avanzada para catapultarlo al nicho de los inmortales.
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Por un lado, está claro que su muerte trágica y reciente hizo lo suyo con un espaldarazo inevitable. Y yo encantado, porque disfruté a plenitud al prodigioso lanzador que fue. Todavía me emociona recordar aquel juego perfecto que recetó a los Marlins en el año 2010...
Por el otro, una nueva manera de ver y entender las candidaturas para Cooperstown, soportada en las bondades del análisis sabermétrico, se abre paso con esa fuerza más, limitando el efecto pernicioso de ciertos rígidos criterios que han cerrado las puertas a varios extraclase. Es justo en este punto donde entra en el juego de mi artículo la figura de Luis Clemente Tiant Vega, el bigotudo regordete que Reggie Jackson bautizó como “el Fred Astaire del béisbol” por sus singulares movimientos a la hora de lanzar.
Simpático como ninguno, el Tiante fue uno de los jugadores más venerados en cualquier época por la fanaticada de los Medias Rojas (“Luu-Iii, Luu-Iii”, coreaba Fenway Park), y en 19 temporadas fijó unos formidables números que voy a resumir en 229 triunfos ante 172 reveses, efectividad de 3.30, casi 3.500 innings de labor y cerca de 2.500 ponches. Tres veces asistió al Juego de Estrellas, en dos ocasiones se graduó como líder en promedio de limpias, y en cuatro oportunidades arribó o rebasó la barrera de los veinte éxitos en un curso ligamayorista.
Al máximo nivel de la pelota, no ha habido lanzador cubano que se le pueda equiparar en rendimiento. Ni Luque, ni Camilo Pascual, ni Miguel Cuéllar. Nadie. Lo que ocurre es que, a los efectos de ser recompensado con una placa en Cooperstwon, el marianense ha tenido una suerte tenebrosa.
Me explico paso a paso.
Hay quienes le señalan no haber ganado jamás el Cy Young. Y es cierto. Lo que ocurre es que olvidan o no saben que en 1968, Tiant (a la sazón con la casaca de La Tribu) acabó con balance de 21-9 y PCL de 1.60, el más bajo en la Liga Americana desde el fin de la Era de la Pelota Muerta. O sea, desde que Walter Johnson cerrara con 1.49 para los Senadores de Washington en 1919. Wow!
Pero quiso el azar que en la increíble temporada del moreno habanero, Denny McLain se apareciera con una pavorosa cosecha de 31 victorias, apenas seis derrotas y promedio de limpias de 1.96. Tanto ganó el derecho de los Tigres ese año, que medio siglo después nadie ha podido emular ¡ni de lejos! su proeza.
Otra mancha que le endilgan a Tiant se refiere a que no pudo acreditarse una Serie Mundial. Y también es verdad. Ahora bien, ¿será culpa suya que Boston solo avanzara a la postemporada en una de las ocho campañas que el vistió la camiseta? ¿Será culpa de “Luu-Iii”, que en ese período se impuso en 122 partidos, a razón de 15 por campaña?
La única vez que los Medias Rojas de Tiant sobrevivieron al calendario regular tuvo lugar en 1975, y entonces él ganó tres aperturas de play off, dos de ellas durante el que está considerado como el más electrizante de los Clásicos de Otoño. Allí, contra la Gran Maquinaria Roja de Pete Rose, Johnny Bench, Tany Pérez y Joe Morgan, Tiant caminó toda la ruta en los juegos uno y cuatro de la serie, con lechada de solo cinco hits en el primero.
El festejo de la Serie Mundial es un sueño de todo pelotero, pero no puede ser un elemento determinante al valorar su paso por el juego, y mucho menos para denegarle la visa a la eternidad en Cooperstown. Ted Williams, Barry Bonds, Hank Aaron, Ernie Banks..., nunca ganaron el último desafío de una temporada. Nuestro hombre tampoco, y como en todos los casos anteriores, por responsabilidades ajenas a sí mismo. No, señor: Orlando Hernández –con todo y sus cuatro campeonatos- no es superior al Tiante. Ni Frankie Crosetti, con 17 como jugador y coach, le llega a los spikes al viejo Ted.
Mala suerte: se atravesó McLain. Mala suerte: Boston no pudo deshacerse de la Maldición del Bambino pese a las ayudas del cubano, que brilló hasta sacarle una frase memorable al manager de los patirrojos a mediados de los años setenta, Darrel Johnson: “Si me pusieran una pistola en la cabeza y me dijeran que dispararán si pierdo un juego, enviaría a Tiant a la lomita”.
El divorcio de Tiant con la buena fortuna viviría un capítulo más tras su retiro, a partir de que su nombre empezó a ser incluido en las boletas para el Hall de la Fama. Este es el dato: al estrenarse en 1988 cosechó un estimulante 31% de los votos; no obstante, al año siguiente perdió más de 20 puntos porcentuales, el descenso más alto de la historia –léase bien, de la historia- entre la primera y la segunda opciones de elección.
Harto sabido es que cuando un jugador arranca con un buen número de criterios favorables, suele ir incrementando su total y usualmente rebasará algún día las tres cuartas partes del total de sufragios. ¿Qué pasó entonces? Pues que de 1989 en adelante, las candidaturas asistieron a la mayor ráfaga de aspirantes- Cinco Estrellas ocurrida hasta ese instante. Tanto fue así, que varios de los lanzadores con más juegos ganados en todos los tiempos empezaron a llegar en caravana a las planillas: Jim Palmer (268 victorias), Gaylord Perry (314), Fergie Jenkins (284), Jim Kaat (283), Tom Seaver (311), Steve Carlton (329), Phil Niekro (318), Don Sutton (324)...
Como alguien lo dijo con toda lucidez, en 1988 los electores evaluaron a Tiant por sus méritos propios sobre el box; doce meses después –y ya para siempre- lo compararon con los monstruosos aspirantes que llegaban a las urnas. Así las cosas, la opinión de los votantes con respecto a él y sus 229 triunfos se fue devaluando, y en quince años de presencia en las planillas nunca pudo volver a superar el 20% de las preferencias.
Rechazado en el voto de la Asociación de Escritores de Béisbol de América, luego sería menospreciado persistentemente por el Comité de Veteranos, para el cual no han sido suficientes sus privilegiadas ubicaciones en departamentos como lechadas (vigésimo cuarto de todos los tiempos), WAR (puesto 40) y strikeouts (lugar 41).
Una ojeada a la relación de integrantes del Hall de la Fama deja como saldo que existen 41 pitchers con menos victorias que Tiant (incluido el caso más reciente, Halladay); 14 con una efectividad inferior; 28 con un WHIP más alto; 41 con menos ponches que él; y 40 que no lo alcanzan en lechadas propinadas. Y si miramos al WAR para lanzadores –la estadística de moda en el mejor béisbol del mundo-, son 31 los serpentineros inmortalizados que le van a la zaga al carismático Tiante.
Como colofón del panegírico, le dejo esta tabla que compara al estelar (e infortunado) cubano con otros cuatro monticulistas, todos ellos pertenecientes al templo sagrado del deporte del strike y con números relativamente similares a los de Luis Tiant, quien podría morirse mañana sin ponerse el anillo que le corresponde a su estatura beisbolera.
LANZADOR | TEMP | V | D | PCL | INN | K | K9 | WHIP | FIP | WAR |
Tiant | 19 | 229 | 172 | 3.30 | 3486.1 | 2416 | 6.2 | 1.20 | 3.47 | 66.1 |
Halladay | 16 | 203 | 105 | 3.38 | 2749.1 | 2117 | 6.9 | 1.18 | 3.39 | 65.5 |
Drysdale | 14 | 209 | 166 | 2.95 | 3432.0 | 2486 | 6.5 | 1.15 | 3.02 | 61.4 |
Bunning | 17 | 224 | 184 | 3.27 | 3760.1 | 2855 | 6.8 | 1.18 | 3.22 | 60.5 |
Hunter | 15 | 224 | 166 | 3.26 | 3449.1 | 2012 | 5.2 | 1.13 | 3.66 | 36.6 |
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