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A sus 18 años, Raquel no soporta la televisión cubana porque “está demasiado politizada y carece de entretenimiento”. Desde los 15, su mundo audiovisual se alimenta únicamente del paquete semanal, el cable o las antenas parabólicas (a los cuales solo se accede de manera clandestina) y lo que ella o sus amigas pueden “bajar” de internet.
“Yo quiero una televisión que pueda satisfacer todos los gustos. No acepto que me impongan lo que puedo ver y lo que no. En mi opinión, los problemas de las transmisiones nacionales no tienen que ver tanto con la carencia de recursos como con la falta de creatividad y estimulación, y el exceso de prejuicios.
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“Aquí no tenemos la posibilidad de pagar la señal que nos dé la gana de ver, como existe en cualquier otro país del mundo. Esas trabas están pasadas de moda. Deberían autorizar que el que lo desee y pueda tenga una antena con canales extranjeros”, expresa la estudiante de Medicina.
A tenor con el profesor de Comunicación, Pedro, de 37 años, “la televisión cubana no es buena porque no es ni inmediata ni valiente. Quienes la dirigen tienen miedo a que uno piense diferente y, en su afán de controlar, han terminado distanciando a la mayoría de la teleaudiencia. Eso nunca cambiará mientras lo que se pone en la pequeña pantalla responda a los intereses de unos pocos y no a la cotidianidad de la gente.
Quienes la dirigen tienen miedo a que uno piense diferente y, en su afán de controlar, han terminado distanciando a la mayoría de la teleaudiencia
“En medio de una era de nuevas tecnologías que se desarrollan aceleradamente, la televisión debe ser más entretenida que nunca para no desaparecer. Le sobra contenido político porque abusa de las consignas y repite mensajes en los que muy pocos creen, cuando debería reflejar la realidad de la población, darle lo que quiere saber, de primera mano, al momento de ocurrir algo importante, un hecho de relevancia nacional o internacional”, explica el experto.
Le sobra contenido político porque abusa de las consignas y repite mensajes en los que muy pocos creen
De acuerdo con las autoridades del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), es posible transmitir 72 mil horas al año gracias al respaldo de 299 millones de pesos que entrega el Estado para asegurar una televisión pública “que respalda la formación de valores y la educación del pueblo”.
El informático Oscar, de 25 años, afirma que evita "verla porque los programas son de pobre factura, sobre todo por la selección de los temas y los anuncios súper atrasados. Hace rato que es por gusto ponerle obstáculos a la señal satelital porque el paquete semanal se graba de allí. Además, ya se puede llevar internet en el móvil y algunos lo tienen en la casa.
“Siempre deseé que tuviéramos todo tipo de canales. Ahora tenemos más que antes, pero son muy repetitivos. No sé qué tipo de estudio de audiencias se hace aquí porque los niveles de rating deberían estar por el piso. Hay una sobresaturación de programas históricos y culturales, como si eso nos fuera a hacer más cultos.
Hay una sobresaturación de programas históricos y culturales, como si eso nos fuera a hacer más cultos
“¿Por qué el Noticiero Estelar y la Mesa Redonda hay que empujárselos por más de un canal? ¿Por qué tienen que retransmitir la Mesa Redonda el sábado y el domingo si la ponen dos veces diarias de lunes a viernes? ¿Por qué tienen que repetir también La pupila asombrada y el Noticiero Cultural? ¿Por qué no tener un único canal de documentales o películas y uno de noticias, como ya ‘funciona’ uno musical y uno deportivo?”, indica el cuentapropista que distribuye materiales audiovisuales en distintos soportes.
En palabras de la costurera particular Irela, “contradictoriamente, los sábados y domingos son los días de peor programación televisiva, sobre todo en las noches es aburridísima. Lo que ponen da ganas de dormir. Hasta los nombres de los canales son horribles porque demuestran poca inventiva. ¿Por qué hay que tener un Canal Educativo y un Educativo 2, un HD1 y un HD2? ¿Es que se agotaron los nombres?
“La mayoría de la gente va a la televisión buscando películas y series ¡foráneas! Casi nadie quiere ver lo hecho en Cuba. Para las personas que no salen y quieren estar en familia apenas hay opciones, por eso hay que ir a pagar el paquete para ver algún audiovisual decente. Como no sea el programa de Pánfilo y alguna novela que sirva no hay más que disfrutar”, lamenta.
Asimismo, el taxista Osmani, de 46 años, se refiere al desorden que existe en la televisión cubana, donde ni siquiera los horarios se respetan y los salarios de los trabajadores son pésimos. Los espacios televisivos son violentados, lo mismo para poner un acto político que por equivocación de los programadores.
“Gracias a la TV digital por lo menos hemos conocido lo que es la alta definición y nos hemos ahorrado el mal rato de escuchar a los comentaristas deportivos cubanos ya que en los canales en HD podemos oír a los de afuera. No obstante, los televisores modernos cuestan más de diez veces lo que cobra mensualmente un cubano medio y las cajas decodificadoras de la señal digital se pierden muchísimo y cuando aparecen la mayoría de los cubanos tampoco tiene 50CUC para comprarlas”, recalca.
Los propios directivos del sector han reconocido la inestabilidad de los horarios, el inadecuado manejo de contenidos y la ineficiente gestión y producción de programas habituales y telenovelas, así como la carencia de humorísticos, espacios para el público infanto-juvenil y unitarios de ficción.
A eso agregan unas débiles programación de impacto los fines de semana y en horario estelar y estrategia de autopromoción de los programas televisivos, y la baja calidad de realización y manejo de contenidos en los mensajes de bien público y políticos. De los últimos han dicho que son los menos logrados y en los que urge implementar un cambio.
Según plantea Rubén en Cubadebate, la TV cubana necesita ser más dinámica y participativa para que llame la atención del cubano. los noticieros, son lentos; los locutores, estáticos; las escenografías, viejas; los reportajes, edulcorados, y las noticias, atrasadas. Incluso las novelas son pausadas, lineales.
“Necesitamos programas donde se polemice..., como es la vida real, y sea así reflejo de las diferentes formas de pensar de la sociedad, ... Por ejemplo, ¿por qué la Mesa Redonda no lleva personas con diferentes visiones del tema que trata? ¿Por qué no invitan a personas del público, o hacen la Mesa Redonda en la calle, con la gente real? Hay que crear mecanismos para programas más polémicos, de más debate realista”, apunta el forista.
Actualmente existen en la isla cinco canales de alcance nacional, cuatro nuevas señales de televisión digital terrestre y un canal internacional, a los que se suman 16 telecentros provinciales, 15 telecentros municipales e igual número de corresponsalías, la Televisión Serrana, una unidad productora de Cine, Video y Televisión, y una de Servicios Escenográficos.
De igual forma, el país cuenta con las producciones de la Casa Productora de Telenovelas y de RTV Comercial, ambas pertenecientes al Sistema Empresarial del ICRT.
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