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Hoy, sábado 23 de febrero, se marcan nueve años del fallecimiento del preso político cubano, Orlando Zapata Tamayo.
Tamayo, natural de Santiago de Cuba, fue una de las figuras claves en la lucha por los derechos humanos en la Isla. Su muerte, luego de 85 días en huelga de hambre, generó un fuerte impacto fuera del territorio nacional.
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Actualmente, su fallecimiento sigue siendo una muestra de la imperfección del sistema cubano: la falta de garantías procesales, abusos de los carceleros contra los reos políticos y la intromisión de la Seguridad del Estado en los mecanismos del Control Penal y Reeducación Penal.
“El sistema de protección y defensa de los Derechos Humanos en Cuba es disfuncional para toda la sociedad, pero para las personas privadas de libertad es peor, porque están expuestas a represalias”, declaró a Radio Martí, la abogada cubana Laritza Diversent, Directora de la organización Cubalex.“Las prisiones deben de estar administradas por autoridades civiles, no militares, y en el país debe haber un sistema de denuncia de violaciones a los derechos humanos”.
Tamayo formó parte del grupo de 75 disidentes condenados en la primavera de 2003 con penas de aproximádamente 28 años de cárcel. Las sanciones durante aquel fenómeno llegaron a ser de casi 40 años para algunos condenados, mediante la acumulación de acusaciones por desacato, desobediencia y desorden público.
Según relata el medio, en diciembre de 2009, Tamayo recibe una brutal golpiza dentro de la penitenciaría y ante, la falta de interés por parte de las autoridades de la Prisión Provincial de Holguín decide comenzar una huelga de hambre.
Por ello, el gobierno lo reubica en la cárcel de Camagüey, mejor conocida como “Kilo 8, Régimen Especial”. En esta instalación, sufrió -también- los abusos del Teniente Coronel Julio César Bombino, quien se negó a darle agua por 18 días. Sin saber qué más hacer los oficiales, enviaron al huelguista a la capital donde finalmente falleció el 23 de febrero.
Los “derechos de sancionado” de Tamayo fueron violados -repetidas veces- en la prisión cubana. Casi seis años después de su muerte, a partir del primero de diciembre de 2016, en el país entró en vigor el actual Reglamento del Sistema Penitenciario de Cuba. En dicha legislatura, no parecen los castigos corporales como medidas disciplinarias. Sin embargo las denuncias de golpizas, torturas y tratos crueles y degradantes en las cárceles cubanas no han disminuido.
Damaris Rodríguez, madre de la presa política Lisandra Rivera, declaró al medio el pasado 2017 que su hija fue víctima de golpizas en la prisión Mar Verde, en Santiago de Cuba. “Le dieron una paliza, le rompieron los zapatos y los espejuelos y se la llevaron para una celda de castigo dándole golpes", explicó.
Para los familiares de Tamayo las agreasiones físicas y las amenazas llevaron al cubano a ejecutar este acto de rebeldía, que eventualmente acabó con su vida. Fue la forma que encontró para revelarse contra los diversos atropellos que sufrió en la cárcel.
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