La Habana, 30 mar (EFE).- Tras 17 años de trabajo conjunto, Cuba y la Fundación Finca Vigía de EE.UU. dieron otro paso en pos de la preservación del legado de Ernest Hemingway con la inauguración, este sábado, de un moderno centro para conservar la impresionante colección de documentos que guarda el hogar habanero del novelista.
Construida con materiales y asesoramiento estadounidense en los terrenos de Finca Vigía -la casa donde Hemingway (1899-1961) pasó sus últimos veinte años en las afueras de La Habana-, la instalación cuenta con laboratorios de restauración y una bóveda para almacenar la valiosa papelería del premio Nobel de Literatura estadounidense.
Para enviar los cinco contenedores que transportaron los equipos y suministros desde territorio norteamericano, la organización no gubernamental estadounidense tuvo que sortear numerosas restricciones impuestas por el embargo económico que Washington.
"Este edificio es un símbolo de lo que se puede lograr cuando personas buenas trabajan juntas. Esperamos que sea un modelo de lo que se puede esperar en el futuro del esfuerzo común entre cubanos y estadounidenses", dijo la directora ejecutiva de la Fundación Finca Vigía, Mary Jo Adams, durante la ceremonia de apertura.
El proyecto se realizó en dos años y medio gracias a donaciones de las compañías American Express, AT&T, Caterpillar, la fundación Ford, la familia de Frank y Jenny Phillips, nieta de Max Perkins, editor de Hemingway; y pequeñas contribuciones de personas de "casi todos los estados" del país norteño, precisó la filántropa.
"Hemingway une a las personas", aseguró Adams sobre el autor de El Viejo y el Mar, que concibió en la isla caribeña parte de sus obras más importantes y ha servido de puente "aún en los momentos más difíciles" entre ambos países, enemigos históricos con una compleja relación bilateral llena de altibajos.
Recordó cómo en 2002 se firmó el primer acuerdo de colaboración entre el estatal Consejo Nacional de Patrimonio Cultural y la fundación, que estableció una "fructífera relación" dentro de la que se ha restaurado la casa principal, el resto de los edificios, y el emblemático yate "El Pilar", propiedad de Hemingway.
El cronista estadounidense, bautizado por los cubanos como "Papa Hemingway", es muy querido en la Isla, especialmente en La Habana, donde se estableció definitivamente a finales de la década de 1930 y se lo asocia con conocidos bares como "El Floridita" y "La Bodeguita del Medio".
En Finca Vigía, una casona situada a unos 15 kilómetros del centro de la ciudad, pasó casi la mitad de sus años como escritor en activo y recibió en 1954 la noticia de su premio Nobel, que dedicó al pueblo cubano y entregó como ofrenda a la Virgen de la Caridad, patrona de la Isla.
Tras su suicidio el 2 de julio de 1961 en su casa de Idaho (EE.UU.), la mansión habanera fue convertida por el Gobierno cubano en la "Casa Museo Ernest Hemingway", que se mantiene como la dejara el narrador al marcharse y atesora los más de 22.000 objetos personales donados por su viuda Mary al Estado caribeño.
El sitio atrae todos los años a miles de visitantes, sobre todo estadounidenses, interesados por ver en primera persona cómo vivía el autor de Adiós a la armas.
"Cuando Hemingway murió en 1961, habían pasado solo tres meses del desastre de Bahía de Cochinos. Las relaciones entre Cuba y EE.UU. estaban en su punto más bajo. La única hebra de civilidad en ese momento entre ambos países la aportó su legado", señaló el congresista estadounidense James McGovern.
MacGovern, legislador demócrata que presenció junto al fallecido expresidente Fidel Castro la firma del convenio con la Fundación Finca Vigía en 2002, afirmó que "desde el punto de vista de la conservación, este proyecto ha sido un éxito rotundo".
"Este no es el fin de la colaboración. Hay mucho todavía por venir", adelantó McGovern, conocido por sus posiciones en favor del diálogo con Cuba y del "deshielo" bilateral dentro del que ambas naciones restablecieron relaciones oficiales en 2015.
El congresista, que se reunió horas antes con el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, confesó que "esperaba que la situación entre Cuba y EE.UU. estuviese en un mejor momento a estas alturas", en referencia al giro negativo que tomó el proceso de "normalización" tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
"Lamentablemente tenemos una nueva administración en Washington que está dando marcha atrás a la política de acercamiento, prefiriendo la confrontación en lugar del compromiso. Aparentemente existe nostalgia por el periodo de Guerra Fría", puntualizó.
Destacó que "no hay razón lógica por la que Estados Unidos y Cuba no puedan tener relaciones completamente normales. ¿Cuán fácil hubiera sido este proyecto de conservación si no hubiera existido el embargo?, concluyó.
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