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A la redacción de CiberCuba llegó una carta que escribió un cubano residente en España y que va dirigida a Miguel Díaz-Canel. La misiva fue escrita en abril de este año, pero su autor no sabe si llegó a manos del dirigente cubano.
En el cuerpo del mensaje, Argelio Rosabal Sotomayor se dirige a Díaz-Canel para exigirle justicia hacia su hermano Omar, quien lleva preso desde el 2016, por los delitos de proxenetismo y trata de personas.
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Según cuenta el propio Argelio, el juicio "consistió en un espectáculo bochornoso donde sólo tuvieron derecho a la palabra los señores de la acusación: Fiscalía, Policía, FMC".
Menciona cómo los testigos de la defensa fueron silenciados durante el tiempo que duró el juicio y que la sentencia fue redactada "de antemano". Incluso, asegura que "el acta del juicio oral que allí aparece no hace referencia a buena parte de los hechos allí ocurridos, y solo aparece una firma con autor desconocido".
En el proceso judicial Omar fue sancionado a ocho años de privación de libertad y su familia desalojada de la vivienda. Ahora vive en otra casa que se encuentra en pésimas condiciones en comparación con su anterior domicilio. Esto fue denunciado también por su hermano a través de las redes sociales.
El autor de esta carta dirigida a Díaz-Canel refiere que "ante la indiferencia de los distintos Organismos del Estado (...) hemos tenido que acudir a los Organismos internacionales de Derechos Humanos".
Según cuenta este organismo reconoció que la sentencia es arbitraria y exhortó a las autoridades cubanas "a liberar inmediatamente a Omar, devolverle todos los bienes incautados, incluida su casa; la reposición de daños tanto morales como económicos, y la publicación por todos los medios de comunicación cubanos de este acto injusto y criminal".
Si embargo, nada de esto ha ocurrido y desde noviembre de 2018, cuando fue emitido el dictamen, "no ha habido ningún pronunciamiento por parte de las autoridades cubanas" porque según les han respondido a los familiares residentes en la isla "Cuba no se rige más que por su Código penal, ignorando así los tratados y acuerdos que el país tiene firmados con la Comunidad internacional en materia de Derechos Humanos".
Según contó a CiberCuba el propio Argelio Rosabal Sotomayor "todo parece indicar que la carta enviada al dictador no le va a llegar, y si le llegara, no la va a contestar". En la oficina de correos le dijeron que solo podían informarle que había salido de allí y llegado hasta el Comité Central, "pero que a partir de ahí no tenían ninguna información más que pudieran darle".
A continuación reproducimos íntegramente la carta escrita por Argelio Rosabal Sotomayor:
Almería, 16 de abril de 2019.
A: Don Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Presidente de la República de Cuba.
De: Argelio Rosabal Sotomayor. Ciudadano de origen cubano residente en España, Ingeniero Agrónomo. Doctor por la Universidad de Almería.
Asunto: Clamorosa injusticia contra el ciudadano cubano Omar Rosabal Sotomayor.
Señor Díaz-Canel:
Si mi padre, Argelio Rosabal Fonseca viviera, seguramente sería él quien estaría escribiendo estas líneas, porque méritos no le hubieran faltado, desde el momento que fue el primer campesino cubano que movido por su conciencia religiosa y su solidaridad con un grupo de desconocidos, y me refiero a ese grupo que en 1956 desembarcó por la zona de Las Coloradas, en Niquero; sin conocer nada de ellos ni de sus objetivos libertarios, no dudó en arriesgar su vida para salvar las de estos hombres, por los que nadie hubiera apostado un céntimo en esas circunstancias, entre los que estaban el Che, Camilo, Almeida y Ramiro Valdés. Espero que esos méritos todavía sean válidos, y que quienes escriben la historia no los hayan borrado; nada que ver con los míos, en los que solo destaca haber estudiado y trabajado toda mi vida y enviar a Cuba dinero todos los meses para ayudar a subsistir a todos los familiares que allí quedaron.
No voy a andar con muchos rodeos, porque creo que el preámbulo ha sido lo suficientemente extenso, aunque tal vez no aburrido. Quiero referirme al empresario OMAR ROSABAL SOTOMAYOR, el cuarto de mis hermanos.
Tras la muerte de nuestro padre y la mayoría de los hijos estar residiendo en La Habana, Miami y España, como Omar fue el único que quedó en Pilón junto a nuestro padre, los hermanos decidimos que fuera él quien heredara la casa familiar y una finca, además de haber heredado del fallecido la profesión de fotógrafo. Las ayudas económicas enviadas a Omar por parte de quien le escribe estas líneas, así como otras ayudas recibidas de los hermanos de Miami, le permitieron modernizar su estudio fotográfico con materiales y equipos de la mejor calidad enviados desde España, de manera que no tenía competidores en toda la región; así como construir una segunda planta, la que dedicaría al hospedaje de visitantes tanto nacionales como extranjeros, entre estos los trabajadores de ETECSA y los conductores de autobuses de las líneas La Habana-Pilón y Santiago de Cuba-Pilón; todo esto mediante contratos formales y legales firmados con dichas empresas, además de la obtención de múltiples ganancias con sus producciones agrícolas, de las que donaba gran parte a hospitales y escuelas de la zona. Le cuento todo esto para que se dé cuenta que un hombre en esas circunstancias y con esas características, que disfrutaba de un alto nivel de vida, muy superior al resto de los cubanos, de ninguna manera reunía el perfil de un delincuente que pudiera dedicarse al proxenetismo y la trata de personas, delito que policías y otros funcionarios locales, valiéndose de la coartada de que su casa era concurrida por toda clase de huéspedes, como en cualquier otra instalación de esa naturaleza, le imputaron; aún cuando ellos mismos eran asiduos visitantes de esa casa, donde comían, bebían y eran tratados como de la familia; pero hasta esos niveles puede llegar la bajeza, la ingratitud y envidia de algunos seres humanos, unos de civil y otros con un uniforme que les queda grande.
Omar fue detenido en abril de 2016, esposado como un peligroso delincuente en presencia de sus hijos, con gran alarde de fuerza y el despliegue de numerosos medios. Fue trasladado a diferentes cárceles y denegado el recurso interpuesto por el abogado para un cambio de medida cautelar, dado que no había pruebas acusatorias de ningún tipo que justificaran estas actuaciones, y no fue hasta pasados siete meses la primera vez que compareció ante un juez, violándose con esto todos los procedimientos establecidos internacionalmente.
El juicio, que en un principio se había informado a los familiares sería en el parque de Pilón, a manera de escarmiento al resto de la población, linchamiento que solo se practicaba en la antigua Roma y en algunas ciudades europeas durante la Edad Media, finalmente se realizó a puertas cerradas durante 12 horas, con toda la población de Pilón tirada a la calle y rodeando el juzgado, incrédula de semejante tropelía, consistió en un espectáculo bochornoso donde sólo tuvieron derecho a la palabra los señores de la acusación: Fiscalía, Policía, FMC y alguien que no podría faltar de ninguna manera, el oficial Jefe de las Lacras. Todos los testigos presentados por la defensa, así como el propio abogado, eran silenciados, ninguneados y ridiculizados; prueba de todo esto es la propia sentencia, donde se observa claramente quienes eran los protagonistas de aquel bochornoso acto llamado juicio oral. Pero allí ocurrió algo muy significativo, hecho que no cambiaría en absoluto el contenido de una sentencia elaborada de antemano, lo que fue constatado por el último abogado que tuvo acceso al expediente sancionador, en el que pudo comprobar que el acta del juicio oral que allí aparece no hace referencia a buena parte de los hechos allí ocurridos, y solo aparece una firma con autor desconocido, cuando se sabe, y así lo afirma el abogado que llevó el caso, el Licenciado Mizos, que todos los actuantes habían firmado dicho acta; pero ese acta no era conveniente que estuviera en ese expediente, y fue colocada esta otra que no se sabe quien la firma, la que coincide a la perfección con la sentencia prefabricada.
Pues le digo lo que no menciona la nueva acta ni la sentencia dictada en ninguna de sus 20 páginas. En ese juicio oral, las supuestas prostitutas que la policía había adiestrado y que presentaba como prueba irrefutable de la participación de Omar en actos de proxenetismo, tuvieron la valentía y la decencia de desmentir a toda la acusación y reconocer que todo era una farsa para condenar a un hombre inocente, lo que causó gran contrariedad y disgusto entre la acusación y los miembros del Tribunal, donde la señora Fiscal, traicionada por su subconsciente, llegó a exclamar a estas señoritas: ¡Eso que ustedes dicen no fue lo que habíamos acordado! Esas mujeres, en el acto fueron condenadas a 4 años de prisión domiciliaria y al pago de multas; hecho que no aparece registrado en ninguno de los documentos del expediente, incluida la famosa sentencia, que más que una sentencia de un Tribunal Provincial cubano, parece una novela rosa, pero de la peor calidad, por sus groserías, lenguaje vulgar, imprecisiones, falsedades, mentiras e invenciones porno-morbosas, al estilo de La Celestina del escritor español Don Fernando de Rojas, pero en plan cutre.
Después de estos hechos, el abogado recurrió al Tribunal Supremo, el que acató con total alegría y ratificó sin más la sentencia dictada por el Tribunal Provincial de Granma. Tal vez si hubiera tenido un mínimo de rigor se habría percatado de que el acta del juicio oral estaba firmada por una sola persona cuya identidad se desconocía.
A partir de entonces nuestros familiares en Cuba han acudido a todos los Organismos del Estado solicitando justicia, habiendo recibido por respuesta durante 3 años la indiferencia, el silencio, el intento de desmentir, y que la familia se retracte de haber denunciado los horrores a los que ha sido sometido Omar y su familia, lo que incluye el desahucio de su mujer y sus hijos a golpes y empujones a las 4:00 de la madrugada, a efectos de que no quedaran pruebas del crimen; de esos crímenes ya olvidados por la sociedad cubana y que solo tenían lugar durante el gobierno del señor Fulgencio Batista. La violación de su hija Yanet, de 12 años de edad, por uno de esos policías “revolucionarios” y cuya función es la de proteger a los más débiles; sujeto este que la amenazó para que nunca declarara su identidad, motivo por el que esa niña ha intentado suicidarse en cuatro ocasiones, viéndose en estado crítico en el último intento, y los nervios destrozados como secuela. Las amenazas y el acoso permanente a la familia de Omar ha sido práctica cotidiana en ese intento de hacer el mayor daño posible, donde más que hacer justicia se ve con claridad que hay ensañamiento, venganza y odio, hasta el punto de emprenderla con la tumba de nuestro padre, ese hombre que el Che bautizara con el sobrenombre de “El Pastor”, la que fue profanada y objeto de actos vandálicos, permitidos y posiblemente autorizados por las autoridades y la Policía de Pilón, y lo que es de suponer, con el beneplácito de los niveles superiores, ya que es bien conocido que en Cuba no se mueve un dedo si el acto en cuestión no es bendecido desde las más altas instancias del poder; y se lo dice alguien que vivió allí durante 39 años, que fue militante de la UJC y del PCC, que creyó ciegamente en esa Revolución que había tenido mi padre en sus propias manos, y que hoy nos traiciona.
Ante la indiferencia de los distintos Organismos del Estado, sobre todo aquellos que de alguna manera tienen que ver con la aplicación de justicia, hemos tenido que acudir a los Organismos internacionales de Derechos Humanos, entre ellos el Consejo de Derechos Humanos de Ginebra, el que después de analizar todas las pruebas presentadas sobre la inocencia de Omar y todo el procedimiento seguido contra él, y después de contrastar con las autoridades cubanas, donde las únicas alegaciones que presentaron fue insistir en que lo que nosotros decíamos eran mentiras, pero sin demostrarlo con pruebas; el Organismo internacional dictaminó la detención arbitraria, así como trato cruel e inhumano, lo que transmitió al Alto Comisionado de la ONU para estos casos, y en cuyo Dictamen también les exhorta a liberar inmediatamente a Omar, devolverle todos los bienes incautados, incluida su casa; la reposición de daños tanto morales como económicos, y la publicación por todos los medios de comunicación cubanos de este acto injusto y criminal, a lo que yo añadiría llevar ante los tribunales y sancionar a todos los que de alguna manera han participado en este increíble hecho. El Dictamen fue emitido en noviembre de 2018, sin embargo, hasta el día de hoy no ha habido ningún pronunciamiento por parte de las autoridades cubanas, y dondequiera que mis familiares residentes en Cuba han tratado de exigir su cumplimiento, han rechazado dar respuesta, y muchos de ellos han declinado en recibirlo, alegando que Cuba no se rige más que por su Código penal, ignorando así los tratados y acuerdos que el país tiene firmados con la Comunidad internacional en materia de Derechos Humanos, incluso como miembro activo del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, por el que demuestran total desprecio y desconsideración, comportamiento propio de quien podría ser perfectamente ante los ojos del mundo, un delincuente internacional.
Señor presidente, usted tiene unas responsabilidades al frente del gobierno de Cuba, y su obligación es hacerlas valer, y no permitir que se vulnere la legalidad manteniendo a un inocente en la cárcel y masacrando a toda su familia. Nosotros no le pedimos que, como máxima autoridad en Cuba, interceda a favor de una reducción de condena y mucho menos de un indulto, porque sería aceptar la comisión de un delito que hasta la fecha nadie ha podido demostrar, y únicamente ha existido en algunas mentes retorcidas y calenturientas, propias de la Edad de Piedra.
Solo le pedimos que haga cumplir el Dictamen del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que es claro y preciso; a lo que habría que añadir el acto de justicia que sería llevar ante los tribunales a todos los implicados de alguna manera en este acto injusto y abominable contra un empresario cubano, trabajador, honrado y decente; o la revisión del caso como hemos pedido en dos ocasiones, y ambas denegadas, en la que se haga un juicio justo, con todas las garantías de limpieza y transparencia, donde tengan la oportunidad de exponer tanto la acusación como los testigos de la defensa y el propio abogado, donde sean estimadas todas las pruebas, gusten o no; y si en ese juicio hubiera participación de abogados independientes y no afines al gobierno y con supervisión internacional, sería mucho mejor.
A la espera de su respuesta, que no tiene necesariamente que ser escrita; porque también pude ser mediante hechos, le saluda atentamente.
Argelio Rosabal Sotomayor.
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