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Un migrante cubano atravesó la peligrosa selva de Darién con muletas, apenas un mes después de haber sido operado por un accidente.
"El último día de la travesía, ya no tenía fuerzas", cuenta Rudys Columbie Ramírez al medio El Tiempo. Este cubano recorrió no solo esa selva, sino que hizo todo un recorrido por Perú, Ecuador, Colombia y otros países hasta llegar a México, donde está en la frontera norte a la espera para llegar a su destino final: Estados Unidos.
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Columbie, un ingeniero industrial de 45 años, hizo todo el camino con tres platinas y 15 tornillos insertados en su pierna derecha después de fracturse la tibia y el peroné en un accidente de moto.
Según cuenta El Tiempo, el recorrido estaba planificado para el 23 de enero, pero comenzó finalmente el 27 de marzo.
"Había mujeres embarazadas, niños de 2 meses de nacidos y ancianos de hasta 81 años. Llegamos a ser unos 1.500”, recuerda Columbie de su paso por Colombia.
En el camino unos médicos cubanos le quitaron los puntos y el yeso con una cierra eléctrica en el municipio colombiano Necoclí para evitar la infección.
Una vez en Capurganá, el sacerdote Aurelio Moncada, párroco de la parroquia Nuestra Señora del Carmen, pidió que lo trasladaran hasta Panamá, pero este cubano tuvo que enfrentarse con dos muletas a la selva de Darién.
Aunque en un principio fue llevado en caballo por dos jóvenes, estos lo abandonaron cuando las autoridades panameña le negaron el paso.
Columbie tomaba cada dos horas dos tabletas del analgésico diclofenaco para aliviar el dolor y poder caminar por las laderas del Darién, entre fango y lluvia. En una de ellas sufrió una caída de 10 metros cerca del poblado La Miel, señaló al citado medio.
“Al otro día decidí irme de ese punto. El agua y la comida se me acabaron. Desde por la mañana estaba lloviendo. Seguí caminando y el hambre y la sed comenzaron a agobiarme. Tomé agua de las hojas de los árboles que estaban caídos. Cuando veía un poquito, me tiraba en el piso a tomar agua. Esa noche no llegué a ningún lugar. En plena selva decidí quedarme a dormir, sin linterna, sin nada”, comenta.
En su travesía recuerda que la subida de un río se llevó por medio a al menos 66 personas que dormían en los alrededores.
Sobre su último día en el Darién puntualizó que gracias a un grupo de migrantes pudo llegar al final. "Aún me faltaba cruzar cuatro pasos de río y ellos me pasaron en sus hombros. Me dejaron cerca del pueblo de Bajo Chiquito, donde me encontré a un joven con un caballo. Así pude salir de la selva”, apuntó.
Al párroco de Capurganá, "le parece absurdo que en una zona llena de aeropuertos y embarcaderos, los migrantes tengan que pasar por la selva, poniendo en grave riesgo su vida", señala El Tiempo.
Hasta el momento Colombia sigue sin ponerse de acuerdo con Panamá y los migrantes, tanto cubanos como centroamericanos o de otros países, no tiene otro remedio que atravesar la dura ruta de la Selva de Darién.
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