Deja de producir la torrefactora de Santa Clara para ahorrar energía eléctrica

La planta industrial ubicada en la carretera central banda a Placetas, se encarga de la producción y comercialización mayorista del café que se distribuye como parte de la canasta básica y aquel que se procesa en cafeterías y unidades del comercio interior.

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Este artículo es de hace 5 años

La torrefactora de Santa Clara, Manuel Ascunce Domenech, se encuentra cerrada actualmente debido a un “sobreconsumo eléctrico”. La planta industrial ubicada en la carretera central banda a Placetas, se encarga de la producción y comercialización mayorista del café que se distribuye como parte de la canasta básica y aquel que se procesa en cafeterías y unidades del comercio interior.

A la altura de la segunda quincena del mes de junio esa planta paralizó sus producciones debido a un sobreconsumo en el plan de energía eléctrica, según confirman sus directivos.


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“Se presentó una situación con el tema de los portadores energéticos, ya que nuestra UEB es de las mayores consumidoras. Entonces la empresa tuvo que adoptar medidas. Se hizo una distribución para que otras torrefactoras asumieran nuestras producciones”, explicó Armando Pozo, administrador de la entidad, a la emisora santaclareña CMHW.

En la torrefactora se habían introducido recientemente algunas reformas tecnológicas con la finalidad de reducir las emisiones de residuos contaminantes y las afectaciones a los vecinos de La Vigía, barrio donde se encuentra enclavada la planta.

Sin embargo, dichos cambios tecnológicos han redundado en un mayor consumo energético, en tiempos en que la dirección del país demanda todo lo contrario, y hasta hay entidades donde se han instalado metrocontadores que cortan automáticamente el servicio una vez que se llega al plan asignado para el mes.

No es la primera vez que en Cuba se asume un proceso inversionista sin que tomar en cuenta si ello redundará en una mayor eficiencia productiva. Hoy la torrefactora santaclareña consume mucha más energía que sus similares del resto del país, tal y como asegura su administrador: “Con la restricción que tenemos es preferible que otras torrefactoras que consumen menos hagan esas producciones”, dijo Pozo a CMHW.

Dejar de producir para ahorrar energía eléctrica es una opción realmente cuestionable, mucho más si te tiene en cuenta los gastos asociados a la transportación del café hacia otras industrias del país, además de mantener el pago íntegro de los salarios al personal de la planta, aunque estos no se encuentren laborando. Ninguna de esas cuestiones parece llamar la atención de las autoridades gubernamentales de la provincia, pero sí de los santaclareños.

“Lo que sucede es que no se trata de su dinero, por eso lo botan a manos llenas. Es el dinero del pueblo, y por eso pueden invertir en esto o en aquello, mover de aquí para allá, hacer y deshacer sin darle cuentas a nadie”, opina un vecino residente en los alrededores de la torrefactora, quien, no obstante, señala que se trataba de una inversión necesaria para reducir los volúmenes de partículas y humo que se emiten a la atmósfera por parte de esa industria.

“Vivir aquí es insoportable, eso no hay quien lo aguante. Había que hacer algo. Lo que nadie entiende es que se ejecute una inversión y después paralicen la industria con el objetivo de ahorrar. Este es un país de locos”, comentó el vecino.

Según Armando Pozo, los volúmenes de café que se procesaban en la torrefactora villaclareña ahora se han dirigido a otras cuatro plantas del país, y se hacen esfuerzos por reducir al mínimo la afectación de los consumidores. Explicó que paulatinamente se irán recibiendo los volúmenes correspondientes a cada territorio, y pidió un voto de confianza a los pobladores.

“El café quizás no sea el mismo al que estamos acostumbrados puesto que en cada torrefactora no se procesa igual, pero esperamos que llegue a tiempo a cada una de las bodegas de la provincia”, aseguró.

En esta planta industrial perteneciente a la Empresa de Torrefacción y Comercialización Cuba-Café, se tuesta y muele la semilla, luego se mezcla con chícharo y otros sucedáneos antes de ser envasado el producto en los paquetes de cuatro onzas que se asignan mensualmente a las bodegas del país.

En los últimos meses varias industrias, comercios y entidades villaclareñas se han visto obligadas a paralizar sus operaciones en los días finales de cada mes, una vez que llegan al tope del consumo eléctrico planificado.

Uno de los casos más cuestionados, y al que anteriormente se refirió CiberCuba, fue el del policlínico de Camajuaní, institución médica donde se retiraba el servicio eléctrico, empeñándose el óptimo desenvolvimiento de consultas y laboratorios.

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