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No pocos cuentapropistas cubanos piensan que el abrupto descenso de la entrada de visitantes estadounidenses a la isla los dejará sin otra opción que entregar el permiso que les permite ejercer el trabajo privado.
Sin embargo, los propios particulares consideran que, con o sin los ingresos de los turistas norteamericanos, el desarrollo de sus negocios ha estado siendo frenado por el Gobierno de Cuba.
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Si bien datos recientes del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social indican que durante el primer cuatrimestre de 2019 unas 148 mil 796 personas se incorporaron al cuentapropismo, especialmente en las actividades de transporte, servicio de belleza, productor o vendedor de artículos varios y de trabajador contratado, en el mismo período ocurrieron 60 mil 596 bajas.
De acuerdo con la versión oficial, la mayoría de las licencias entregadas pertenecían a las modalidades de alimentos, artesanía, albañilería y trabajador contratado. Las mismas fueron devueltas por decisión propia del cuentapropista o solicitud de la Oficina Nacional de Administración Tributaria (Onat), por incumplimiento de obligaciones fiscales.
No obstante, a tenor con lo que afirma Héctor, quien es propietario de un restaurante en el Vedado, “dicen que el cuentapropismo va avanzando controlada y ordenadamente, que está en continuo perfeccionamiento, pero se le sigue teniendo miedo. No sabemos cómo pedir ya un mercado mayorista o que se nos permita la importación de materias primas.
“Además, anunciaron nuevas medidas en febrero y estas son las santas horas en que no se han puesto en vigor. Parece que lo hicieron justo antes de la reforma constitucional solo para ganar votos. Ya hace casi un año desde que se paralizó la entrega de algunas licencias y seis meses desde que la reanudaron y el cuartico está igualito", señala.
“La ONAT nos exige entregarle miles de pesos anuales, pero nadie nos facilita lo que necesitamos para producir o prestar servicios. Estoy bastante seguro de que se quiere que el cuentapropista desaparezca, no que crezca. Creo que al acabarse junio deberían actualizar la cantidad de renuncias porque con la caída del turismo americano muchos están entregando sus patentes”, asegura el pequeño empresario de 31 años.
Desde la óptica de Omar, quien se dedica a elaborar embutidos, “los cuentapropistas nos concentramos en las actividades que tienen que ver con alimentos, alojamiento y transportación, pero, al haber más escasez, nos vemos obligados a elevar nuestros precios y seguimos sin crear nuevos valores materiales".
“¿Cómo podemos mantener un negocio si no hay alimentos ni materias primas para elaborarlos? La falta de comida, combustible, piezas de repuesto, etc., nos afecta a todos. ¿Es posible seguir teniendo una cafetería o un taxi con la situación económica actual? Iremos pereciendo poco a poco porque nos arruinaremos ya que la gente no tiene dinero y nosotros seguimos teniendo que cobrar todo cada vez más caro. Nos asfixian cuando lo que debieran es ayudar a que haya millones de trabajadores por cuenta propia”, agrega el ingeniero químico.
En palabras de la arrendataria privada Miriam, de 42 años, “el cuentapropismo crece, a pesar de todos los obstáculos y límites que se le ponen. Sin tener los apoyos que tiene la empresa estatal, brilla más y mejor. Pero, ¿hasta cuándo esperaremos medidas que permitan que busquemos algo de materia prima para trabajar?"
“Ahora por una coyuntura política a los que mandan les conviene que salgamos diciendo por el televisor que el bloqueo de Donald Trump es malo, mas no dicen que el bloqueo interno es el que nos tiene opacados desde hace años y que nos mantiene silenciados o con 'bajo perfil' la mayor parte del tiempo", apunta.
“Si los particulares tienen mejores bienes y servicios que el Estado ahora, ¿cómo sería de permitírseles la importación o la inversión? El Estado no puede competir con nosotros, pero por lo menos podría permitir que el cuentapropista haga compras por un valor determinado en un período de tiempo determinado en el exterior", dice.
“La gente está desesperada en la calle porque no hay con qué comprar nada y todo se pierde o cuando aparece está tres veces más caro que antes. Yo misma me estoy jalando los pelos ahora mismo. No tengo apenas clientes para rentarles la habitación ni para alquilar la piscina”, resalta la otrora maestra.
Con otra visión del asunto, explica Laura, vendedora de artesanías cerca del puerto de La Habana que, “aunque la cosas estén peores que nunca porque las ventas están por el piso y la materia prima, perdida, la cifra de cuentapropistas sigue creciendo y mientras la empresa estatal no pague decentemente ese número seguirá aumentando.
“Creo que evitar que salgamos a comprar algún insumo al exterior es una manera de exterminarnos. Es una mentira que quieran de verdad desarrollar las formas de gestión no estatal. Por ejemplo, los artesanos pueden hacer importaciones comerciales a través del Fondo Cubano de Bienes Culturales, pero no son los que más pueden impulsar el desarrollo económico del país.
“Los mismos cien mil cubanos que se incorporaron a negocios privados ahora tributan impuestos al Estado, reciben ingresos superiores que en el sector estatal y crean bienes y servicios que no le cuestan nada al país. Tienen que dejar que los cuentapropistas sean personas juridicas y no naturales para que se acaben las limitantes y puedan invertir en la reanimación de ramas como la industria azucarera, que deja pérdidas de millones de pesos”, apunta la joven de 29 años.
Al cierre de abril último existían en la isla 595 mil 559 trabajadores por cuenta propia. De ellos, el 32% lo constituyen jóvenes; el 35%, mujeres y el 10%, jubilados. El 14% laboraba también en el sector estatal.
En La Habana, Matanzas, Villa Clara, Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba se concentra el 65% del total de los empleados en esa forma de gestión, reimpulsada en 2010.
A tenor con el análisis de uno de los usuarios de Cubadebate, esos casi 600 mil un 14% trabajaba en el sector estatal, equivalen a unas 83 378 plazas vacantes en el sector estatal y si a esas se les suma las que ya estaban vacantes, el número de plazas libres en todo el país debe de superar las 100 mil, o sea, que trabajo para desempeñar existe, lo que no hay es incentivo económico para que la gente lo haga.
“Eso no es malo, de hecho, siguen las plantillas infladas en más de 1,2 millones de trabajadores, que es necesario reorientar, pero lo correcto es hacerlo de forma escalonada y no masivamente... En números globales no es problema que esas plazas queden desiertas, pero implica usar la tecnología para ayudar a que se acabe toda la burocracia con menos personal. Y que la gente se vaya a producir algo, cualquier cosa”, acota.
Las modalidades privadas más representativas siguen siendo la elaboración y venta de alimentos (9%), el transporte de carga y pasajeros (8%), el arrendamiento de viviendas, habitaciones y espacios (5%), los agentes de telecomunicaciones (5%); y la de trabajadores contratados (25%), fundamentalmente asociados a las dos primeras actividades.
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