Luego del asedio policial en los alrededores de la vivienda del intelectual Rafael Almanza, en Camagüey, que dio paso al arresto de varias personas, entre ellas el periodista Henry Constantín y el historiador y abogado Alenmichel Aguilo, pudo por fin desarrollarse la Peña del Júcaro Martiano.
Mientras se desarrollaba la actividad, prohibida por la Seguridad del Estado, los arrestados eran interrogados en una unidad policial.
Según contó Alenmichel Aguilo en su perfil de Facebook, ambos fueron conducidos hasta una estación de policía donde estuvo detenido desde las nueve de la mañana hasta casi las cinco de la tarde. “Toda una jornada laboral” dice.
El interrogatorio al que lo sometieron duró aproximadamente tres horas. En el mismo el oficial que le atendió hizo una larga explicación de lo que quería que supiera.
“Relatar la entrevista sería difícil y poco entretenido” dice el joven Aguilo.
A su esposa, que fue a esperarle a la estación de policía, también la interrogaron. “Había estado diciendo cosas peligrosas” dice Alenmichel a la par que añade que ella había acusado a una oficial de haberla empujado por la espalda, algo que la policía niega rotundamente.
Cuenta el joven intelectual cubano que ellos aseguraron que no hubo tal empujón y que “tenían videos para probarlo”. Incluso que los publicarían en las redes o la acusarían porque “lo que estaba haciendo era un delito”.
En el texto publicado Alenmichel dice que “nadie estaría de acuerdo en aceptar como apropiado que un agente de la autoridad utilice lenguaje, gestos y contactos físicos provocadores e irrespetuosos”, los mismos que son utilizados por los agentes cubanos cuando quieren acusarte de “desacato y atentado”.
Hasta el momento de redactar esta nota Henry Constantín no había contado cómo fue su experiencia, pero sí se supo, a través de la publicación de Alenmichel, que estuvo detenido mucho más tiempo en la estación de policía.
La Peña del Júcaro Martiano, que se desarrolla desde hace par de décadas, ha inquietado a la Seguridad del Estado cubano , que ha tomado medidas drásticas como clausurar por fuera la puerta de entrada de la casa de su anfitrión, realizar visitas y decir textualmente que no van a permitir que se haga “ni mañana, ni más nunca” y, sobre todo, el constante acoso que reciben sus participantes por parte de los agentes represores de la seguridad cubana.
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