De gurú de las comunicaciones y la información financiera, a alcalde de Nueva York durante 12 años. De activista contra el cambio climático, a uno de los hombres más ricos del mundo. De republicano a demócrata. Si algo no puede achacársele a Michael Bloomberg es confirmismo o rutina, y para confirmarlo, este domingo anunció su candidatura a la presidencia de Estados Unidos, con un mensaje de directo enfrentamiento a Donald Trump.
Bloomberg, neoyorkino de 77 años, es el décimo octavo postulante en la carrera demócrata para las presidenciales de 2020, pero ni de lejos es "un candidato más". Imposible serlo con $54.4 billones de dólares en los bolsillos, casi 18 veces más que Donald Trump cuya fortuna es estimada, según Forbes, en $3.1 billones.
Con su patrimonio, Bloomberg ocupa el noveno puesto entre los hombres más ricos del mundo en 2019, y el sexto de Estados Unidos.
Este domingo, día del anuncio, Bloomberg lanzó una campaña de comerciales de televisión por un récord de 31 millones de dólares, considerada antidemocrática por Sanders y Warren, quienes lo acusaron de intentar “comprar” las elecciones presidenciales.
Sin embargo, no son ni Sanders ni Warren ni Biden los objetivos del magnate: es solo Donald Trump.
Bloomberg pensaba desde hacía tiempo en desafiar al actual presidente norteamericano, otro multimillonario originario de Nueva York a quien llegó a elogiar cuando era alcalde, pero a quien repudió apenas el actual presidente se embarcó en política.
“Representa una amenaza existencial para nuestro país y nuestros valores", dijo este domingo en su anuncio de campaña. "Si gana otra vez la presidencia, podríamos no recuperarnos nunca de los daños”. En 2016 dijo otra incendiaria sentencia sobre el presidente: “Soy neoyorquino, y los neoyorquinos saben cómo reconocer a los estafadores”.
Ese año, Bloomberg había acariciado la idea de presentarse a la carrera presidencial como independiente, pero se decidió finalmente a apoyar la candidatura de Hillary Clinton por temor a dividir al electorado demócrata.
Este negociador duro rechaza las etiquetas políticas: es económicamente conservador pero apoya el aborto, los derechos de los homosexuales y el control de armas. Una amalgama cuando menos interesante para el electorado.
Bloomberg explotará sus cualidades como dirigente: en tres mandatos como alcalde revitalizó Nueva York tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, y emprendió fuertes campañas para regular las armas de fuego y aliviar el cambio climático. Ha sido embajador especial de la ONU desde 2014, y ha financiado proyectos en el país para reducir las emisiones de carbono.
Al igual que otros multimillonarios, este divorciado padre de dos hijas y dos veces abuelo se comprometió a redistribuir la mitad de su fortuna. Apoya a organizaciones culturales, campañas contra el tabaco o el vapeo, y este mes donó 1.800 millones de dólares a su antigua universidad, Johns Hopkins, para pagar la educación de estudiantes menos privilegiados.
En 2018, destinó 100 millones de dólares a ayudar a los demócratas a recuperar el control de la Cámara de Representantes. Sin embargo, muchos dicen que está a contracorriente de la tendencia dominante entre los demócratas de tasar los ingresos de los más ricos y de los esfuerzos para movilizar al electorado negro que no se movió por Hillary Clinton.
Nacido el 14 de febrero de 1942 en una familia judía de clase media de Boston, hizo brillantes estudios de ingeniería seguidos por un MBA en Harvard.
Nadie niega sus cualidades empresariales. En 1966 ingresó a Salomon Brothers, un banco del que se convirtió en socio. Cuando la empresa fue comprada, en 1981, cobró una indemnización de 10 millones de dólares.
Pero sería su compañía de información financiera, Bloomberg LP, la verdadera innovación que le convertiría en el hombre de las comunicaciones más poderoso del país más poderoso del planeta. A Bloomberg le gusta decir que tuvo más éxito que Trump. Mirado con números en la mano, y partiendo del capital que ambos tuvieron para iniciar sus imperios, no le falta razón.
El magnate tampoco es conocido por su modestia. En 2017, dijo que ya tenía un lugar en el cielo por “salvar millones de vidas” a través de su lucha contra el tabaquismo. “Cuando vaya al cielo no estoy seguro de que deba pasar por una evaluación, creo que iré directamente”, dijo entonces a la cadena CBS.
A inicios de 2019, cuando todavía negaba interés alguno por la carrera presidencial, hizo estallar en carcajadas al auditorio de Jimmy Fallon cuando dijo: "Conmigo (Trump) no puede hacerse el bocón. Sabe que puedo comprar todo de lo que alardea y dejarle propina". En efecto: le quedaría "una propina" de $51.3 billones si absorbiera el patrimonio del actual presidente.
En caso de terminar enfrentándose en debates presidenciales, la guerra de egos y desafíos sería de coger palco.
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