Los celíacos en Cuba deben viajar a otras provincias para comprar sus alimentos

No hay panaderías especializadas para estos pacientes en todo el territorio, y muchos gobiernos provinciales no se preocupan por recoger semanalmente los alimentos destinados a sus enfermos.

Pacientes celíacos en la panadería abierta para ellos en Villa Clara © Juventud Rebelde
Pacientes celíacos en la panadería abierta para ellos en Villa Clara Foto © Juventud Rebelde

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Este artículo es de hace 4 años

Si ya es difícil en Cuba que sus habitantes puedan acceder a una alimentación rica y balanceada, peor es la situación de aquellos que han sido diagnosticados como celíacos, que son las personas que para mantenerse saludables deben seguir una rigurosa dieta exenta de gluten.

Un reportaje publicado en Juventud Rebelde muestra la difícil situación que afrontan los más de 900 pacientes que padecen esta enfermedad en la Isla, quienes no pueden ingerir productos tan comunes como pan, galletas, pizza, fideos, dulces, leche, helados, embutidos y sopas de sobre, entre otros.


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No fue hasta 2016 cuando se inauguró la panadería-dulcería especializada La Antigua Chiquita, en el municipio de Centro Habana, con ofertas saludables que añoran sobre todo los niños. Sin embargo, la opción, aunque se agradece, no da abasto para una demanda que traspasa las fronteras de la capital.

“Ojalá existiera una panadería como esta en Mayabeque, pues imagine que vivo en Madruga y vengo una vez a la semana a buscar los productos. Como yo, vienen madres de Pinar del Río, Matanzas, y por suerte la administradora nos conoce y si no podemos venir el día que corresponde la venta, ella nos la garantiza para cuando podamos venir”, dijo Misleydis García, la madre de un niño celiaco.

"Mi hijo fue diagnosticado a los cinco años con la enfermedad celíaca y ha sido una odisea garantizarle su alimentación para la escuela, para las meriendas, para el desayuno. Jugos, panetelas con maicena, galletas hechas con yuca, vegetales, pescado… pero no es fácil”, precisó.

En total, solo existen cuatro establecimientos de este tipo en el país: en La Habana, en Villa Clara y en Santiago de Cuba, y uno a punto de abrirse en Holguín. Entre todos deben garantizar la producción a los pacientes del resto de las provincias.

Pero Yisel Cobas Zayas, administradora de la Casa del Celíaco –nombre que recibe la unidad santiaguera–, lamentó que no todos los gobiernos provinciales se preocupan por crear el mecanismo para ir todas las semanas a recoger los alimentos destinados a sus enfermos.

“Únicamente Guantánamo viene como provincia regularmente a buscar sus producciones. Los pacientes del resto de los territorios vienen por su cuenta, cuando pueden, y eso limita el alcance de un programa tan humano como este”, advirtió.

Su denuncia fue confirmada por Jesús Gómez, director general de Política Industrial del Ministerio de la Industria Alimentaria, quien ratificó que la transportación a las provincias es uno de los grandes problemas que tiene este programa estatal.

“Dependemos de las gestiones de cada gobierno local para que busquen los productos y los repartan en los territorios, partiendo de la premisa de que ese transporte no puede utilizarse para otros fines, con el propósito de evitar la contaminación de los productos”, subrayó.

Ante el cuestionamiento de por qué no existe al menos una panadería en cada territorio, el funcionario explicó que ello está relacionado con la cantidad de pacientes.

“Tenemos lugares donde las cifras son mínimas y en estos no podemos poner centros que apenas se exploten. Como hemos explicado, estas panaderías tienen que ser únicas, por el tipo de harina que emplean y las condiciones higiénicas y sanitarias requeridas”, detalló.

“Sabemos que no es lo mismo ir de un municipio a la provincia, que de esta a otra, y por eso fue que buscamos una solución con los gobiernos locales en cuanto a transporte. Reconocemos que en muchos lugares ha sido inestable y no ha funcionado. Por suerte ya se han autorizado tres carros propios con esos propósitos y en cuanto entren se podrán en funcionamiento”, añadió.

“Las panaderías no son nuestras, sino de los gobiernos, y nosotros lo que ejercemos es un control estatal sobre ellas y centramos el programa para el desarrollo de todas las líneas de trabajo que necesitan para desarrollarse”, concluyó.

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