Nueve meses después de que el río Quibú, en La Habana, se beneficiara del Trash Challenge, vuelve a mostrar un aspecto deprimente y la basura vuelve a campar a sus anchas. Así lo confirma un vídeo difundido por La Hora de Cuba.
A finales de abril, un grupo de jóvenes ambientalistas convocaron tanto a miembros de la sociedad civil como del gobierno, y sanearon los alrededores del río, repleto de todo tipo de desperdicios.
Los problemas de contaminación ambiental e insalubridad generados por los desechos de todo tipo que contaminan el río Quibú, en sus casi 20 kilómetros de recorrido a la largo del oeste de La Habana, son muy antiguos.
Bajos niveles de inspección, pocas multas a quienes arrojan basura, desinterés estatal y una casi nula aplicación de las raquíticas leyes ambientales de la Isla, han convertido el río Quibú en uno de los focos más problemáticos de salud pública, en una ciudad a menudo castigada por epidemias de dengue y zika.
Islotes de basura, ratones, mosquitos, mal olor, aguas putrefactas y el vertido de aguas albañales, constituyen un clásico en las viviendas, que durante décadas, han estado condenadas a sobrevivir en las márgenes del río, situación que se acentúa por las altas temperaturas.
Además de los desechos sólidos, vinculados a los residentes en los cuatro municipios capitalinos que atraviesa el río, el Quibú también sufre los embates de la mala gestión de empresas estatales de la zona.
En mayo de 2006, las aguas sucias del río cubrieron casi todo un barrio, lo que trajo como consecuencia la ampliación del lecho con el financiamiento de la estatal Dirección Provincial de Recursos Hidráulicos.
El reto viral Trash Challenge, del que se benefició en 2019 el Quibú, consiste en limpiar zonas públicas sucias y publicar fotos del antes y el después. Los ambientalistas cubanos, a raíz del reto, también sanearon el río Almendares y el río Luyanó.
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