Western Union y las remesas: el afán del gobierno cubano por el control absoluto de los dólares

Depositar los dólares que reciba para operar con tarjetas magnéticas supondrá más inconvenientes que ventajas a los cubanos..

Oficina de Wester Union en La Habana © CiberCuba
Oficina de Wester Union en La Habana Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 4 años

CiberCuba publicó este jueves, en exclusiva, que la compañía Western Union está valorando la posibilidad de entregar en dólares estadounidenses (USD) las remesas enviadas a personas en Cuba, lo que permitiría a la vez realizar depósitos directos en las nuevas tarjetas magnéticas habilitadas para el pago en las tiendas de electrodomésticos en divisas. Hasta ahora esas entregas se realizan obligatoriamente en la moneda de cambio, el CUC, y los cubanos realizan las operaciones en efectivo.

Las tarjetas exigen un respaldo en forma de depósitos bancarios en una serie de entidades elegidas por el régimen, y además, en divisas, de modo que todas las transacciones que se realicen con la tarjeta referidas a la cuenta no se tienen que cambiar a pesos cubanos o pesos convertibles, sino que los precios se establecen en la divisa correspondiente.


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Si esto finalmente ocurre, la Western Union pondría en marcha un cambio importante en los procesos de entregas de remesas en efectivo a los residentes de la isla, que se realizan actualmente en pesos convertibles (CUC) y al cambio fijo estipulado por el gobierno que se mantiene desde los ya lejanos tiempos del período especial, a 1 por 24.

Al parecer, esta opción ha sido ofrecida por el régimen, en concreto por el Banco Central de Cuba, a la Western Union, en lo que indudablemente supone un paso más del gobierno, en la línea de ejercer un control absoluto sobre la entrada de divisas en la economía.

La operación significa además, quitar de la circulación una abundante cantidad de CUC, que era la moneda obtenida por los cambios con el dólar por las personas que recibían las remesas en efectivo. La propuesta del Banco Central en esencia es que las remesas en dólares se ingresen en las tarjetas magnéticas y que el dinero se pueda utilizar después por medio de pagos a los bienes y servicios en establecimientos con terminales de puntos de venta.

Para los cubanos, qué duda cabe, si esto fuera posible, estarían ante un paso adelante de una magnitud importante, en la modernización del sistema económico, por cuanto la utilización de tarjetas y medios electrónicos de pago presenta en la isla un panorama desolador y claramente atrasado con respecto a otros países. La realidad es bien distinta. La mayor parte de la circulación minorista de la economía, lo que en la economía de mercado se denomina ventas, se realiza en Cuba en establecimientos y formas comerciales que, en general, carecen de estos medios de pago electrónicos y por tanto no aceptan tarjetas y operan en efectivo.

Pensemos en las bodegas donde se formalizan buena parte de las transacciones o las tiendas estatales donde se venden los productos agropecuarios normados o no. La mayoría de las ventas se realizan en efectivo, lo que explica por qué en Cuba los indicadores de dinero en circulación alcanzan los porcentajes más elevados sobre el PIB de toda América Latina y el Caribe. Tan solo en las tiendas exclusivas donde se venden productos a precios internacionales y en moneda convertible se pueden realizar pagos con tarjeta, e incluso en hoteles y restaurantes, pero cuando se sale de esos círculos abiertos al turismo, la opción de pago con tarjeta desciende de forma muy significativa.

Por lo tanto, al cubano que recibe las remesas la opción de operar con tarjetas en el momento actual, le puede suponer más un contratiempo que una ventaja, sobre todo si buena parte de las transacciones que va a realizar con el dinero que le llega del exterior se producen en la economía informal, donde el efectivo circula de forma generalizada, y donde se puede encontrar casi todo lo que se necesita desde los tiempos más duros del racionamiento en los años 60 del siglo pasado.

Por otra parte, a los trabajadores por cuenta propia en la mayoría de actividades y oficios autorizados esta opción de pago con tarjeta tampoco les preocupa en exceso dado que, por ejemplo, los transportistas cobran unos precios que difícilmente se pueden pagar con tarjeta, e incluso una comida en un buen paladar se paga con más facilidad en efectivo y así se evita el control bancario de la actividad, que es como poner en manos de la seguridad del estado las cifras del negocio.

Nos podemos preguntar a quién interesa entonces esta medida. Y la respuesta es evidente: al régimen, que así tiene otro instrumento más a su servicio para controlar la circulación de divisas que entran en la economía. En la medida que la decisión de Western Union está aún en el aire, considero que esta compañía no tiene tampoco interés en moverse hacia estas operaciones, ya que ofrece un mejor servicio pagando en efectivo al cliente, que así puede disponer con libertad del importe de la remesa, después de los descuentos que exige el régimen comunista.

El gobierno lleva tiempo cerrando todas las rendijas por las que se les escapa la divisa fuerte que entra en la economía, y así surgió la venta de electrodomésticos, motos y piezas de autos, en tiendas autorizadas a operar con divisas en todo el territorio nacional.

Se dijo que esta medida trata de afrontar los obstáculos y sanciones del gobierno de EEUU, pero la realidad es que se vinculan a transacciones procedentes de aquel país, que igualmente se aplican a los cubanos que envían euros desde España o los que envían dólares canadienses. El objetivo es recaudar como sea.

Western Union debería tener en cuenta, como empresa que presta servicios a sus clientes, estas consideraciones y tomarse un respiro frente a las propuestas del gobierno comunista. Más aún, si tiene que realizar ajustes operativos para poder cambiar la forma de prestar el servicio.

No me cabe la menor duda que en los próximos meses, y ante el estancamiento de la economía, las autoridades impondrán duros mecanismos a todos los operadores extranjeros en divisas que actúan en la isla para controlar la entrada de moneda fuerte. Mientras que los cubanos seguirán optando por las operaciones en efectivo, que otorgan una mayor libertad de elección, el régimen tratará de cercar cualquier espacio para la libertad económica, como ha hecho con las “mulas” dedicadas al negocio de los electrodomésticos, que han sido barridas del mercado.

No conviene perder de vista que con los motores de cola prácticamente apagados, las remesas que las familias de la diáspora envían a los suyos en Cuba se han convertido en la principal fuente de ingresos de la economía permitiendo a los cubanos un gasto adicional en bienes y servicios que sería imposible con los bajos sueldos y pensiones que paga el gobierno en la isla. A pesar que la administración Trump ha reducido el importe medio de las remesas a $1,000 dólares trimestrales el envío de remesas familiares sigue a buen ritmo y ello ha permitido al gobierno comunista abrir las puertas del turismo a los cubanos, en un ejercicio en que ni de lejos se alcanzarán los 4,5 millones de turistas extranjeros planificados.

La necesidad de controlar las divisas es de tal magnitud que las autoridades están aceptando silenciosamente un fenómeno de dolarización en la economía que choca con el eterno argumento de enfrentamiento y hostigamiento del vecino del norte y que además, coincide con un proceso en el que se han dado los primeros pasos hacia la unificación de las dos monedas, de modo que parece que finalmente sobrevivirá el peso cubano histórico. A nadie se le oculta que todo ello puede crear distorsiones muy fuertes en el control monetario que agraven más aún la situación actual de la economía.

Está por último el asunto de los caudales hereditarios otorgados en Estados Unidos a residentes en Cuba, que se envían por medio de Western Union desde cuentas congeladas en bancos de aquel país. Cierto es que en la actualidad se pueden enviar hasta $10,000 dólares diarios a beneficiarios cubanos en la isla, porque las restricciones en el importe trimestral de las remesas, impuestas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) el año pasado, no se establecen en el caso de los caudales hereditarios, que son derechos de propiedad en favor de un testador.

En todo, caso y con los datos disponibles, no creo que este pueda llegar a ser un volumen muy importante de envíos de remesas, más aún cuando las opciones para invertir en Cuba siguen siendo limitadas para importes como los que se pueden derivar del testamento de un cubano norteamericano. Además, la ruptura de lazos familiares hace evidente que muchos herederos se encuentren viviendo en Estados Unidos, lo que limita el envío de dinero a la isla. Habría que realizar estimaciones, pero no creo que este pueda ser un factor determinante para cambiar nada.

La supuesta paralización de envíos de dinero de las cuentas bloqueadas en casos de herencias tiene unos límites. Conozco casos de cubanos que al recibir una herencia en EEUU han abordado la iniciativa de salir del país y establecerse en el sur de Florida para empezar una nueva vida en libertad. Considero que la parte más importante de las remesas, las que más interesan el régimen comunista, está formada por los envíos periódicos de dinero que se remiten a las familias para su supervivencia en la isla, que constituyen el principal eje del negocio de Western Union y otras compañías.

Además, FINCIMEX que es el organismo estatal que otorga autorizaciones a las compañías extranjeras que se dedican a los envíos de remesas a la isla, entre ellas Western Union, puede cambiar de socio en cualquier momento. A veces el dicho de mejor es no cambiar las cosas que funcionan bien, tiene toda la razón del mundo. Este puede ser un buen ejemplo.

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Elías Amor

Economista, Miembro del Consejo del Centro España-Cuba Félix


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