Ante el auge de la pandemia del coronavirus y su detección en Cuba esta semana, muchos cubanos consideran que el país no está preparado para lo que se avecina. Sin embargo, desde la Isla se trata de enviar un mensaje de confianza en el sistema de salud cubano.
En Cuba se han vivido epidemias devastadoras en distintos momentos históricos. Las primeras de las que se tuvo referencia científica estaban vinculadas principalmente a la fiebre amarilla, una enfermedad que azotó a todo el archipiélago hasta la primera mitad del siglo XX.
En 1962 se implantó el Programa Nacional de Inmunizaciones que cubre 13 enfermedades, con la aplicación de 12 vacunas. Esta estrategia de salud pública consiguió eliminar y controlar padecimientos como la poliomielitis, difteria, sarampión, parotiditis, tosferina, rubéola, tétanos neonatal y meningitis tuberculosa, entre otras.
A partir de 1970 surgieron varias epidemias en Cuba de alcance nacional. A continuación se expone una relación de las más importantes.
En 1976 tuvo un fuerte impacto la enfermedad meningocóccica, cuya vacuna de fabricación nacional se alcanzó en 1990.
En 1977 el dengue comenzó su comportamiento epidémico. La crisis mayor surgió en 1981 en que alrededor de 350.000 personas se contagiaron, 10.000 muy graves al punto de necesitar cuidados intensivos. Fallecieron 101 niños y 158 adultos, por dengue hemorrágico.
En 1983 hubo una epidemia de conjuntivitis hemorrágica que fue de alcance nacional.
En 1992 se vivió en Cuba la neuropatía epidémica que alcanzó la cifra de más de 50 000 casos y fue controlada en 1995. Se debía a déficit vitamínico, por mala alimentación.
En 2012 se reintrodujo el cólera en Cuba. Se logró controlar la enfermedad de manera que no alcanzó una magnitud epidémica nacional.
Sin embargo, es difícil encontrar en la prensa información sobre esta enfermedad en Cuba. Sólo aparece un artículo en Granma donde ni siquiera menciona la palabra cólera, por lo que se cree que el Estado ocultó datos para no crear pánico en la población.
En 2014 hubo un brote epidémico por el virus chikungunya, que se expandió rápidamente por el Caribe y América Latina y llegó a Cuba. Este se transmite a través de un vector, el Aedes aegypti.
En 2016 el virus del zika fue declarado emergencia sanitaria global por la OMS y también llegó a la Isla y se transmite por el mismo mosquito.
En 2020 el coronavirus ha sido diagnosticado en pacientes en Cuba, durante esta semana. Es una enfermedad con un comportamiento diferente, pues de transmite de una persona a otra, por lo que se extiende con más rapidez.
El Estado cubano cuenta con un sistema de salud pública muy completo, protocolos reputados a escala internacional, profesionales bien formados, escuelas de medicina, laboratorios, pero atraviesa una profunda crisis económica.
Esto ha debilitado su imagen en el territorio nacional e internacional. La higiene de sus instituciones hospitalarias es pésima. El estado constructivo de algunas edificaciones también lo es. No existen los materiales imprescindibles para la protección del personal de salud.
Cuba desde hace más de un año no posee los recursos para garantizar la producción de medicamentos e insumos necesarios para los servicios médicos. La pandemia del coronavirus puede significar un duro revés para el prestigio del sistema de salud cubano.
Aunque el Estado tiene instituciones que asesoran, científicos y ciudadanos críticos que denuncian las irregularidades en la higiene, las labores de saneamiento han sido continuamente desdeñadas.
Las ciudades cubanas están llenas de focos infecciosos que han facilitado la propagación de muchas de las epidemias antes mencionadas, especialmente las asociadas al mosquito Aedes (aegypti y albopictus).
En un contexto como el que se desarrolla el coronavirus, unas de las medidas más importantes son el aislamiento y la higiene.
Para que se tenga una idea, la campaña de comunicación desarrollada en 2012 para evitar el avance del cólera, que iba dirigida a concienciar sobre la importancia de mantener una higiene estricta, logró reducir en un 13,2 % los casos de Enfermedades Diarreicas Agudas (EDA) en Cuba, entre 2014 y 2015.
La información es una herramienta imprescindible para detener el coronavirus, también lo es la solidaridad con aquellos que pueden ser población vulnerable, la higiene extrema y el aislamiento, una medida que el Estado se niega a tomar.
Los médicos cubanos tienen experiencia en enfrentar enfermedades altamente letales como el ébola. Los epidemiólogos están preparados para ofrecer su enfoque y soluciones, pero las decisiones tendrán que tomarse en uno de los períodos de más carencia que ha atravesado la isla.
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