Las contradicciones a las que se enfrentan los profesionales de la salud cubana ante la pandemia del coronavirus son sumamente complejas. Algunos son convocados a ofrecer sus servicios fuera de la isla, otros a enfrentar la pandemia en primera línea y sin la protección imprescindible.
La población está sumamente descontenta con las medidas tomadas por el Estado cubano y uno de los aspectos que más preocupa es qué pasará si los médicos enferman como ha ocurrido en países como Italia. Entraríamos en la Paradoja de Bertrand Russell (1872-1970).
Si el único que conoce el oficio no puede salvarse a sí mismo, ¿dónde está la solución? La lógica de Russell quien fuera un destacado escritor británico, filósofo y matemático, develó que había una regla que contradecía la teoría de los conjuntos: "no pertenecerse a sí mismo".
Esta aplastante lógica acompaña a la profesión de los médicos. El mundo lo ha podido ver en los días recientes en que centenares de profesionales de la salud han enfermado y algunos, incluso siendo jóvenes, han muerto.
Es la historia, por ejemplo, del médico Li Wenliang quien alertó sobre el brote del coronavirus en la ciudad de Wuhan, epicentro de esta epidemia.
En los inicios de la crisis el oftalmólogo fue amonestado por la policía de su ciudad por “esparcir rumores” sobre el coronavirus. Murió con solo 34 años, en el hospital en que trabajaba y víctima de la COVID-19.
Otros médicos chinos también han muerto tras contagiarse en el cumplimiento de su deber. En Italia las cifras de galenos enfermos es tan alta que se han visto obligados a solicitar apoyo a varias naciones, entre ellas a Cuba.
La gran pregunta entre las poblaciones afectadas por coronavirus es ¿quién ocupará los lugares del personal de salud que cae enfermo?
Esta semana fue noticia la decisión del sistema de salud cubano de enviar a la primera línea de batalla contra el coronavirus en Cuba a estudiantes de Medicina.
Los jóvenes se sienten carne de cañón porque al parecer saben más del virus que sus propios decanos. Entienden la magnitud de aquello a lo que por soberbia el Estado cubano les expone, pues los pacientes asintomáticos son los principales portadores.
A esos estudiantes el Gobierno de Cuba les ha planteado una paradoja. Si son médicos de cuerpo y alma enfrentarán el COVID-19 con una libreta y un lápiz haciendo pesquisas por todo el país. Su ingenuidad contribuirá a la expansión del coronavirus y expondrán sus vidas.
Si por el contrario actúan con juicio, no participan de la convocatoria del Estado y se aíslan, contribuyen a salvaguardar vidas, pero pueden suspender sus asignaturas, perder la carrera de Medicina y no estarían haciendo honor al juramento hipocrático.
Por otra parte, esta crisis en la salud mundial favorece al gobierno cubano para retomar su proyecto de lucrar con los servicios médicos en el exterior. Han enviado galenos cubanos a Italia, España, Perú entre otras naciones.
Esto preocupa aún más a la población de Cuba, pues en países con economías mucho más poderosas la pérdida de médicos por haber caído enfermos de coronavirus supone un esfuerzo doble y el crecimiento de la letalidad de la COVID-19.
Por su parte los médicos convocados también se encuentran ante la paradoja, si van a cumplir con su deber en el exterior, abandonan a sus familias en Cuba. Si se quedan en casa renuncian a mejorar sus ingresos y también abandonan a los enfermos del mundo.
Para los médicos no hay horarios en que descanse su profesión. Los acompaña el estudio en todas las etapas de su vida, ya sea por los nuevos medicamentos, tratamientos o los protocolos que cambian.
Asumieron una carrera por vocación y los que se integran al conjunto de la medicina en cuerpo y alma, hace muchos años decidieron dejar de pertenecer a sí mismos.
Las paradojas son enunciados que conducen a conclusiones contradictorias. Muchos matemáticos y filósofos se dedican a estudiarlas por el aporte que pueden tener a la comprensión de la complejidad del mundo en que vivimos.
Cuando Bertrand Russell trató de reducir la matemática a la lógica descubrió una grieta en los fundamentos de la Ciencia. Hubo un dolor profundo en su alma el día que otros científicos concluyeron que un conjunto que se contenga a sí mismo realmente no es un conjunto.
Esta es la paradoja de los médicos del mundo hoy. Es también la paradoja de los estudiantes de medicina en Cuba y de los profesionales de la salud cubana. Ser o no ser, diría Shakespeare. Esta esta la cuestión.
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