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Publicada en 1857 en Francia, la novela Madame Bovary marcó el origen del realismo literario francés, aunque otros especialistas la ven como paradigma del romanticismo tardío, en tanto el relato concluye con el suicidio de la protagonista, a causa de la profunda decepción amorosa, y un desencanto relacionado con todo y con todos, con su esposo y con su amante, con el matrimonio y con la supuesta libertad que le suministraría el adulterio.
Madame Bovary es también una crítica a la sociedad burguesa del siglo XIX, posterior a la revolución francesa, y ya fuera por su contenido crítico antiburgués, o porque Margarita Balboa estaba disponible, el caso es que la televisión cubana decidió adaptar la novela, el mismo año de la Zafra de los Diez Millones de toneladas de azúcar. Y mientras miles y miles de cubanos iban a los cañaverales, o regresaban del extenuante esfuerzo productivo, la televisión le proponía clásicos de la literatura universal.
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Consagrada a papeles trágicos, Margarita Balboa disponía de una voz muy grave, y una dicción perfecta, que debía sobre todo a sus muchos años como locutora radial, y anunciante de la publicidad de la Pasta Gravi y del Jabón Suave tanto en radio como en televisión. Incluso la actriz hizo, ya después de la Revolución, menciones propagandísticas de la zafra junto a Manolo Ortega y Manolo Ribeiro.
Independientemente de su trabajo como locutora en noticieros y en programas informativos, o de otros géneros, la Balboa era la reina de la tragedia en telenovelas de adaptaciones literarias, y en teatros televisivos, y por ello fue elegida como protagonista de Madame Bovary. Ella encabezaba un elenco estelar integrado por Carlos Paulín, Ángel Toraño, José Corrales, Carmen Pujols, Pilín Vallejo, y Carlos Eduardo Espasande, entre otros (ver foto).
Desde principios de los años sesenta, la actriz fue dirigida por el famoso Roberto Garriga, en el espacio Grandes Novelas, y así fue la protagonista de otras grandes heroínas trágicas de la literatura realista o romántica. De modo que protagonizó Eugenia Grandet, La dama de las camelias, La dama de blanco, El Don Apacible, El siglo de las luces y El alma encantada. En esta última, la Balboa encarnaba en su habitual tono trágico o melodramático, a la heroína de Romain Rolland, al lado de Marta del Río.
Para ese mismo espacio de Grandes Novelas, la Balboa fue dirigida por Loly Buján, célebre directora, guionista, asesora dramatúrgica, productora, actriz y locutora, en clásicos como Anna Karénina (León Tolstoi), La ninfa constante (Margaret Kennedy), La madre (Maxim Gorki), La tía Tula (Miguel de Unamuno), además de la mencionada Madame Bovary. De modo que tuvo más oportunidades de lucimiento televisivo que las otras dos grandes actrices trágicas del panorama cubano: Gina Cabrera y Raquel Revuelta.
En Teatro ICRT, Loly Buján también dirigió grandes obras de la escena, como La gaviota, Las tres hermanas y El tío Vania (las tres de Antón Chejov), La casa de Bernarda Alba (Federico García Lorca), Casa de muñecas (Henrik Ibsen), La señorita Julia (August Strindberg), El zoo de cristal (Tennessee Williams), Contigo pan y cebolla (Héctor Quintero) y Lila la mariposa (Rolando Ferrer).
Loly Buján y Margarita Balboa se cuentan entre las figuras más relevantes de la televisión cubana entre los años sesenta y setenta, cuando este medio se debatía entre sus diligencias políticas, y el empeño por hacer arte, o recrear al menos lo mejor de la literatura mundial.
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