Reza un viejo refrán que cuando no hay pan se come casabe. Parafraseándolo, cualquier cubano diría que, a falta de carne, se comen frijoles. Pero al hacerse casi imposible adquirir también el alimenticio grano, algunos de los habitantes de Cuba especulan que lo único que les quedará será ingerir tierra.
Por patético que parezca, la mesa del cubano comienza a extrañar los frijoles, justo cuando el coronavirus se expande por el país, donde existen al menos 57 casos confirmados de COVID-19 y permanecen ingresadas bajo sospecha casi 1 500 personas.
Por un lado, los precios del frijol nacional, catalogado por las propias autoridades como un producto clave en la sustitución de importaciones y el autoconsumo, suben exponencialmente en los mercados agropecuarios. Por otro, el que el gobierno importa de países como Argentina, México y España, se acumula en la red minorista de tiendas porque es vendido a precios que la mayoría no puede pagar.
Tal como relata el ama de casa Irela, de 47 años: “pasamos el fin de año con bastante escasez de frijol negro, pero pensé que la cosa se arreglaría. Sin embargo, desde que empezó el 2020, se ha perdido más todavía y cuando aparece cuesta dos y tres veces más que antes.
“Hoy lo mismo te encuentras una libra de frijol negro en 30 pesos (poco más de un dólar), que una de colorado, en 45. Y ni hablar de garbanzos o chícharos; esos, si no los compras en divisa, no los pruebas. ¿Cuánta gente puede darse el lujo de pagar tres, cuatro o cinco dólares por un kilogramo de frijoles, si lo que cobra es una mierda?”, se pregunta indignada.
Si bien datos oficiales indican que Cuba destina a la canasta básica normada más de 70 mil toneladas de frijol, un bodeguero de Centro Habana asegura a CiberCuba que “ya nos avisaron que se perderán los granos de la libreta. Hasta ahora estaba viniendo un frijol negro bastante malo, ‘cascarudo’ y duro, pero con eso los consumidores resolvían”.
La crisis deriva de la identificación en miles de hectáreas de cultivos del insecto Megalurothrips usitatus, originario de Asia y conocido como el trip de la flor del frijol. De acuerdo con el Ministerio de la Agricultura, el trip ha aparecido en plantaciones de Pinar del Río, Cienfuegos, Mayabeque, Artemisa, Matanzas, Villa Clara, Sancti Spíritus y Ciego de Ávila.
No solo están afectadas unas 13 500 hectáreas (ha), sino que el resto ha disminuido su rendimiento a menos de la mitad. Según informa la misma fuente, para el 2020 solo se podrá lograr la siembra de 22 000 ha de frijol y la entrega de 25 300 toneladas con destino a la población, de 47 100 ha y 54 550 toneladas previstas, respectivamente. De lo sembrado, solamente se protegió con fertilizante el 16% y con plaguicidas químicos, el 15%.
Un funcionario del sector agrícola en Artemisa informó que en la provincia solo se obtuvo una sexta parte de lo que debían producir. “No solo se estrujaron las hojas y se pusieron oscuras, sino que se llenaron de bichos. Los granos fueron pocos y malos, imposibles de consumir. Hubo que renunciar a muchas hectáreas sin haberlas cosechado”, señaló.
A pesar de que las causas son variadas, los especialistas sostienen que la propagación de la plaga durante la siembra en 2019 tiene que ver, entre otras cosas, con factores climáticos como la humedad y las altas temperaturas, y con el retraso en la siembra por limitaciones tecnológicas y combustible, además del encarecimiento de productos básicos, que ha sido achacado al embargo de Estados Unidos.
Al decir de la ingeniera agrónoma Jaqueline, “el hueco es grande para la alimentación cubana. Si uno no encuentra ni plato fuerte, qué comerá ahora que ni las legumbres están a mano. No se puede seguir improvisando con justificaciones. Hay que preverlo todo antes de sembrar y tener en cuenta los posibles escenarios que pueden darse.
“Si no teníamos los insumos necesarios para garantizar una buena cosecha, hubiera sido mejor no sembrar. Se emplearon los pocos recursos que teníamos y en vez de frijoles, acumulamos gastos. Parece un asunto de improvisados”, sostuvo la experta.
Por su parte, Gloria fue terminante: “Yo no sé si tendremos que sembrar frijol y otros cultivos en nuestros patios, pero la falta de comida se está volviendo insostenible. Yo veo esto tan malo como en el Período Especial. Sin carne ni granos ahora sí nos moriremos de anemia”, concluyó convencida.
Aunque los mayores daños le han tocado al frijol, el trip también ha afectado cultivos como la habichuela, el maní, la soya, la acelga, el tomate, el pepino, la calabaza, el pimiento y la guayaba.
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