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Un grupo de jóvenes cubanos debió atender los primeros casos positivos de coronavirus en el Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kourí” (IPK), una experiencia que relataron a medios oficialistas.
Entre ellos se encuentra José Alberto Rodríguez Bacallao, que antes había trabajado en la Sala de Coinfección Tuberculosis VIH, pero ahora una pandemia causante de más de 775.000 contagios en el mundo, le imponía un nuevo escenario.
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Rodríguez tiene 35 años y es Médico Especialista en Medicina Interna del IPK. Trabajó anteriormente como Especialista de Medicina Interna en el Deborah Retief Memorial Hospital, a 40 kilómetros de Gaborone, capital de Botswana, en África.
Él estuvo entre los responsables de atender a los tres italianos provenientes de Lombardía que serían reportados oficialmente como los primeros casos de la COVID-19 en Cuba. Uno de ellos, de 61 años, resultaría además el primer fallecido a causa del brote de los 4 que se reconocen en la Isla hasta este lunes.
También la joven doctora Nuris Liem Herrera Marrero acompañaría a estos pacientes iniciales, ofreciéndoles el tratamiento establecido por los protocolos cubanos, según un reportaje de la revista Somos Jóvenes.
Por su lado, el doctor Jorge Luis, residente en Santiago de Las Vegas, La Habana, relató que sus vecinos le hacían una serie de preguntas mientras jugaban dominó en una esquina y lo veían camino al trabajo: “¿Cuándo va a llegar eso a Cuba? ¿Estamos preparados para enfrentarlo? ¿Nos vamos a morir?”
Ante lo cual, el joven respondía: “Cuando eso llegue ustedes van a ser los primeros en enterarse porque no me van a ver por el barrio en largo tiempo”.
De igual manera cuenta que, antes de entrar a hacer sus labores en el IPK, tuvo que raparse y cambió su rostro al punto de que su hija pequeña no lo reconoció cuando se puso frente a ella. También confesó que su esposa lloró toda la noche al saber a lo que él se enfrentaría.
“No pasa nada. No va a pasar nada”, se dijo a sí mismo.
Otros jóvenes que integraron al equipo responsable de atender los primeros casos fueron los enfermeros Ari Ernesto Medina Rodríguez (22 años) y Oyantay Ricardo Vega (23 años).
El conjunto de especialistas entraría en cuarentena luego de 12 días enfrentando la pandemia, para que otro grupo de médicos y enfermería lo sustituyera el 22 de marzo.
“Fuerza, que juntos venceremos esto”, dijeron los salientes de turno en un mensaje compartido por el IPK en redes sociales.
Entonces desinfectaban sus celulares con gel antibacterial a base de alcohol al 70 %, precisa el referido medio.
José Alberto evoca los días que estuvo de guardia junto a sus colegas, cuando llegaban al IPK pacientes de todas partes, de La Habana, de Mayabeque, de Artemisa.
“Existía la posibilidad de que apareciera un caso positivo en cualquier momento. Habíamos recibido un buen entrenamiento desde que el virus apareció en China con información actualizada inmediata desde que se declaró Epidemia y luego Pandemia. Estábamos preparados, y creíamos que también protegidos, pero cualquier precaución era poca. Las más de cien personas que llegaron esa noche fueron evaluadas al momento, aquellos que cumplían con la definición de sospechoso las tratamos como tal y las trasladamos a las salas designadas para ello. El resto fueron regresados a su área de atención. Así está escrito en el Protocolo de nuestro hospital”, dijo.
“El uniforme verde que sale en las fotos solo se utiliza en las salas de sospechosos. Siempre se llevan gafas, gorro, guantes y nasobucos de tela. En los cubículos de aislamiento se exige llevar además la sobrebata y el nasobuco N95. Así se minimiza muchísimo la posibilidad de contagio. Antes de salir de la sala de aislamiento respiratorio había que bañarse durante más de 15 minutos. En ocasiones tuvimos que cambiarnos de ropa más de dos veces para poder salir de la sala”, añadió.
Según el especialista, no les sorprendió que los primeros casos vinieran de Italia, dada la situación que enfrenta hoy ese país respecto del Sars-Cov-2.
“Fue una experiencia linda nuestras conversaciones con aquellos italianos. A todo respondían con una educación y gentileza. No tenían dominio del español. Por todo decían Grazie. El cuarto fue el joven cubano de Villa Clara, un poco rebelde, pero me las ingenio bien con los rebeldes”, expuso Nuris Liem.
“La experiencia fue complicada para nosotros que tenemos 22 años. Pero nos cuidábamos mucho. Tomamos como prioridad el lavado de manos. Evitamos permanecer reunidos. Nos auto-aislamos”, comentó Oyantay Ricardo Vega.
“El cubano, a veces, es cabeza dura. Cuando vivan la experiencia de cerca es cuando se lamentarán. Les pido que se cuiden. Por lo menos nosotros sabemos quién es quién allá adentro. Afuera nadie lo sabe”, advirtió Ari Ernesto.
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