Una doctora cubana denunció la insolidaridad que sufrió su esposo cuando trataba de comprar comida para su hija de dos años y lamentó que los aplausos desde los balcones contrastan con el egoísmo que se vive en las calles.
Su compañero sentimental también es profesional sanitario, ambos son residentes en Pinar del Río y ejercen en el Hospital Abel Santamaría en medio de la crisis provocada por el coronavirus. "Mi esposo es cirujano general y yo estoy haciendo la especialidad de ginecología y obstetricia, explicó a CiberCuba esta profesional sanitaria que habló bajo anonimato.
Su esposo hizo una fila para comprar pollo, pero se acabó antes de que llegara su turno. "Le habían dado el número 152, pero solo alcanzó para los primeros 137 tickets", aseguró.
"No alcanzó y quedó con el número de orden 15. Luego volvieron a sacar el pollo, pero ya estábamos trabajando, y al llegar del hospital vimos la gran fila que había. De inmediato mi esposo salió directo a comprar, pero habían pasado su número", relató.
Esta doctora detalló que su marido habló con la señora que estaba al frente de la organización de la fila y le preguntó si podían dejarlo comprar. "Le dijo que le había pasado el turno porque estaba trabajando en el hospital, que le podían considerar las 2 fila que había hecho", recordó.
"Vivimos solos con nuestra niña, sin nadie más"
En la escena fue necesaria la intervención de un oficial de policía que realizó una llamada a la "Dirección de Salud Provincial" y preguntó si los trabajadores sanitarios tenían prioridad para comprar pollo.
"Cuando le dijeron al oficial que nosotros no teníamos prioridad en base a los alimentos toda la gente comenzó a aplaudir como si fueran las 9 p.m., que es cuando todos ellos salen a sus balcones a aplaudir a los médicos que están combatiendo el COVID-19. Pues esta vez fueron aplausos y burlas hacia nosotros", criticó la galena.
"A mi esposo le dijeron que se había acordado entre los allí presentes, que a quien llamaran con el turno y no estuviera lo perdía", agregó durante la conversación que mantuvo con CiberCuba.
"El resto de personas que estaban comprando estaban sin trabajar y en sus casas, solo esperando a que llegara el pollo. A él nadie le respetó que estaba trabajando y mucho menos que vivimos solos con nuestra niña, sin nadie más", lamentó.
La doctora calificó lo ocurrido como "una falta de consideración y de humanidad". "Fue una situación en la que solo el pueblo es quien tiene que tomar la conciencia", dijo.
La médico aseguró que debido a su trabajo no pueden estar en los horarios en los que se reparten los alimentos y señaló que la comida era para su niña.
"En estos momentos no estamos turnando para estar con la niña. Estaba en un círculo infantil pero, debido a la pandemia, los niños que tuvieran manifestaciones catarrales los suspendían del círculo para su protección y la de los demás. Mi hija sufre una alergia respiratoria y no pudo ir más al círculo. Nos tocó turnarnos para quedarnos a cuidarla", explicó.
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