Mientras que en la mayoría de los países del mundo la noticia es cómo el confinamiento provocado por la pandemia del coronavirus ha disparado el uso de Netflix y otros canales de streaming a niveles inimaginables hace apenas un año, en Cuba la novedad es que el llamado "Paquete Semanal" ha sido uno de los pocos negocios de la isla beneficiados por la cuarentena.
Un reciente reportaje publicado por el medio Slate.com entrevista a uno de los distribuidores del "Internet offline" cubano, quien asegura que sus clientes casi se han duplicado desde que el gobierno cubano orientó quedarse en las casas y no salir a la calle salvo en caso de necesidad.
El llamado Paquete Semanal comenzó alrededor de 2008 y desde entonces ha ido ampliando su red de clientes en la isla. Hoy en día, es un disco duro con casi un terabyte de revistas, anuncios, películas, música, juegos y telenovelas y otros materiales audiovisuales, por el que la mayoría de los clientes pagan alrededor de $ 2 o $ 3. En el Paquete puedes encontrar lo mismo los últimos estrenos de Hollywood, que cualquier programa de televisión hispano o serie estadounidense. Todos esos contenidos se copian a cambio de dinero en dispositivos de almacenamiento masivo para ser consumidos en casa, como fuente alternativas información y entretenimiento, ante la limitada y pobre televisión nacional y la falta de acceso masivo y libre a internet en los hogares cubanos.
Ese contenido digital se administra a través de una infraestructura humana. Si el cliente no desea comprar todo en el disco, incluso puede pagar una cierta cantidad de episodios por unidad o por volumen de datos. Luego, los mensajeros-vendedores transfieren el contenido a sus propios dispositivos y hacen la entrega.
Cálculos conservadores de hace cuatro años aseguraban que el negocio de El Paquete mueve entre 2 y 4 millones de dólares al mes, y se ha convertido en el mayor empleador del emergente sector privado cubano. Hoy, sin embargo, es difícil calcular su verdadero impacto económico.
Según el reportaje de Slate, hay al menos tres lugares donde se selecciona y descarga el contenido; ubicaciones con un ancho de banda de Internet sin precedentes en la isla. Dos de las "raíces" principales del Paquete se conocen como Omega y Crazy Boy. Tienen intermediarios, que a su vez venden el contenido a numerosos proveedores. Luego, este último eslabón de la cadena traerá sus unidades para que los clientes escojan lo que quieran y transfieran el contenido para su uso personal. A veces los vendedores se encuentran con sus clientes en un lugar público, y otras van a las casas de los usuarios.
Así, de mano en mano, el Paquete recorre toda la isla, con la ayuda de conductores de autobuses interprovinciales que transportan el contenido más allá de La Habana. Así era, al menos, hasta que llegó el coronavirus y se suspendió el transporte. Algunos de los repartidores también dejaron de funcionar después de finales de marzo, cuando se promulgaron las primeras medidas de confinamiento. Pero aquellos que siguieron saliendo a hacer su trabajo han visto un importante aumento en la demanda. A pesar de la incertidumbre económica, más personas están comprando contenidos de entretenimiento, y muchos de los que ya lo compraban antes, ahora tienen más tiempo para verlo.
En el 2015, poco después de que comenzara el deshielo entre Estados Unidos y Cuba, Netflix anunció el lanzamiento de su servicio en la isla por $ 7.99 al mes. En ese momento, Internet estaba disponible en Cuba, pero la mayoría de los ciudadanos tenían que ir a un punto de acceso público de Wi-Fi y pagar $ 2 por hora en un país donde el salario mensual promedio es de $ 30.
La mayoría de los puntos de acceso Wi-Fi en la isla se encuentran en parques o esquinas, llenos de personas que buscan buenas señales para sus teléfonos, hablando con familiares en el extranjero en videollamadas desordenadas y ruidosas, recuerda el reportaje de Slate. No es el mejor lugar para leer, y mucho menos ver algo. "El ancho de banda no lo permitiría de todos modos. Hoy en día, hay más opciones de Internet, pero siguen siendo demasiado caras para la mayoría de las personas y no brindan un buen servicio".
El precio de estos puntos de acceso público de Wi-Fi ahora se ha reducido a 70 centavos por hora, pero sigue estando fuera del alcance de muchos cubanos. En 2017, el país vio el debut de Nauta Hogar, el primer servicio de banda ancha de los cubanos. Su plan más barato es de $ 15 por 30 horas al mes (durante la pandemia son 40 horas), pero solo está disponible en unas pocas áreas específicas. Los datos móviles también se ampliaron a partir de diciembre de 2018. Hasta ahora, el plan más barato es de $ 5 por 400 MB de datos o 10 GB por $ 45. Se agota muy rápido, incluso si tiene cuidado de limitar el tiempo de conexión y evitar videos o cualquier otro contenido pesado. Aun así, desde el 8 de marzo, el tráfico de datos móviles ha aumentado un 92 por ciento y Nauta Hogar un 96 por ciento, según la empresa cubana de telecomunicaciones Etecsa. No significa necesariamente un aumento significativo de usuarios, sino más bien las mismas personas que pasan más tiempo conectados.
En medio de esa situación de asfixia, el Paquete es casi la única oportunidad de un entretenimiento "a la carta" y uno de los raros casos de ilegalidades --o irregularidades-- toleradas por el gobierno. Al parecer, el coste de eliminarlo y la repercusión que ello traería entre la población cubana garantizan que las autoridades se hagan de la vista gorda ante un generalizado mecanismo de piratería digital y circulación de contenidos no controlados, si bien los gestores del Paquete evitan distribuir cualquier contenido político o pornográfico.
Por otra parte, las autoridades cubanas han utilizado ese mecanismo de distribución para sus propios fines, como sucedió en el 2018, cuando en la sección "Cultura e Historia" del Paquete se insertaron archivos sobre la reforma constitucional, la Carta Magna vigente, el PCC, la Revolución Cubana y el alegato del fallecido Fidel Castro "La historia me absolverá".
Poco antes, los responsables del Paquete fueron obligados a censurar varias escenas de la serie la serie El Señor de los Cielos porque relacionaban a Cuba con el narcotráfico. “A cada creador del Paquete le informaron directamente que no podían distribuir la serie", informó un periodista independiente en ese momento.
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