Tan desenfrenada y corta de juicio es la defensa que hace la prensa oficialista de los adalides del régimen, que el viernes el periódico Escambray largó un artículo en que acusaba a quienes se burlaron de las palabras del gobernante Miguel Díaz-Canel y su concepción de aires filosóficos sobre la limonada, de haber hecho mofa a cambio de dinero.
El texto, firmado por el periodista Enrique Ojito, cita a José Martí, apóstol de Cuba mancillado ya hasta el agotamiento, para argumentar que las personas se dejan seducir por el odio, que tienen “almas ruines” y “buscan coléricos la mancha o defecto y gozan cuando la hallan”.
Según el autor, las “almas ruines” son esas que “han reverdecido en las últimas semanas en las redes sociales y en medios de prensa, que vegetan —financieramente hablando— mientras profesan su ojeriza hacia la Revolución cubana”.
“Vienen a ser —ahora me sale la estirpe montuna— gallos y gallinas con el pico abierto, debajo de la mata de ateje, en espera de que caiga el racimo, no de frutos rojizos, sino verdes, verdecitos”, dice el periodista, haciendo alusión al color de los dólares estadounidenses.
“En esas coordenadas se inscribe el reciente capítulo de la campaña de satanización de los líderes cubanos, específicamente del presidente de la República Miguel Díaz-Canel, blanco de mofas que pretenden ridiculizarlo ante la opinión pública, porque les carcome que la Revolución no terminara con sus guerrilleros”, escribe.
Luego explica que sus letras surgen como respuesta a los incontables memes y textos de tono burlesco —como solo podrían ser— que salieron a la luz a raíz de una información publicada en el Noticiero Nacional de la Televisión (NTV) el pasado 24 de mayo, donde el gobernante quedaba en ridículo al llamar a elevar la producción de la bebida de la caña de azúcar, el guarapo, y el limón, para alimentar a un pueblo al que cada vez le cuesta más garantizar un plato de comida a la mesa.
Pero lo peor de la intervención del líder castrista fue haber esculpido en su cabeza una frase que ciertamente pasaría a colmar las redes sociales de los cubanos, inspirando hasta canciones satíricas: “La limonada es la base de todo”, espetó Díaz-Canel en plena reunión ante el cuerpo obeso administrativo, con el rostro imperturbable de siempre.
“Finalmente, instaba a retomar la producción de jugos naturales como la de guarapo, y a fomentar el cultivo de limones. Y a sabiendas de que si algo le sobra a este archipiélago son los grados Celsius, añadía: "La limonada es la base de todo, (…) a una base de refresco de limón, tú le echas cualquier otra cosa y es un refresco superagradable y superbueno"”, apunta el propio artículo como para rescatar y hacerle ver al lector que, después de todo, no es tan grande el despropósito como lo quisieron pintar.
“Solo bastó esa frase (…), para que medios de comunicación y perfiles en redes sociales —con alergia crónica a la Revolución— la descontextualizaran y vertebraran la alharaca con el malsano propósito de denostar al Jefe de Estado de una y mil formas, incluida una lluvia de memes”, expone.
A continuación, se lanza a hacer una apología del gobierno cubano y sus esfuerzos para, en medio de la crisis internacional del coronavirus y los efectos del embargo estadounidense contra el régimen de La Habana, lograr (mal) alimentar a la gente.
Luego arremete contra los medios independientes por hacerse eco del dislate: “La construcción de ese discurso desmovilizador, subversivo y con tintes anexionistas per se, tuvo como piedra basal, por ejemplo, en el período de 2017 al 2019, alrededor de 120 millones de dólares que sufragaron los contribuyentes de Estados Unidos, como lo denunciara el propio Díaz-Canel en la clausura del IV Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular en su IX Legislatura el 21 de diciembre pasado”.
También lanza ataques contra las supuestas “fake news” publicadas en los medios que no son propiedad del gobierno, a pesar de que en esta ocasión las palabras salieron textualmente de la boca, cubierta con mascarilla chovinista, de Díaz-Canel y nadie se las inventó ni manipuló.
De igual modo, plantea que “esos medios y perfiles en redes sociales que hacen mutis a lo logrado por Cuba frente al SARS-CoV-2 —con el innegable aporte de la ciencia—, como parte de una campaña urdida para echarle lodo al sistema judicial cubano, intentaron convertir en superhéroe y prisionero político a un delincuente común: el contrarrevolucionario José Daniel Ferrer, otro vividor/mercenario a la caza de los billetes verdes”.
El texto cierra intentando una escena bien cursi y de nefasta demagogia, donde Díaz-Canel visita en 2018 una finca y escogió, entre agua de coco, refrescos gaseados y jugos naturales, una limonada para aplacar su sed.
Tal como indica su perfil, el autor del artículo, Enrique Ojito, ostenta el Premio Nacional de Periodismo José Martí, por la obra de la vida (2020), pero en ningún momento menciona cuántas limonadas bebió antes de escribir esas líneas tan —digámoslo así— agrias y de cáscara rugosa y seca.
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