Si bien Rosita Fornés (1923-2020) fue una de las artistas más amadas por los cubanos de todas las orillas, gracias a sus intervenciones en el teatro, la radio y la televisión de la Isla, también el cine contempla amplias manifestaciones de un talento versátil, de esencia cubanísima.
Antes de 1959 fue de las actrices con más suerte en tanto pudo aparecer en varias películas, casi todas de producción cubano-mexicana, y enmarcadas en el género de la comedia musical, al cual le sentaban a la perfección su belleza y carisma, así como sus dotes para el canto y el baile.
A continuación, diez filmes (y algunos que fue necesario mencionar) que ilustran el paso de la querida artista por el celuloide:
- En 1939 inicia su carrera cinematográfica, en Una aventura peligrosa, de Ramón Peón, el mejor realizador cubano de esa época. Con música de Ernesto Lecuona, Bola de Nieve y Nilo Menéndez, entre otros, en el reparto figuraba también Aníbal de Mar, uno de los más famosos actores cómicos de la cultura cubana. Rosita era una de las cantantes en la escena final, ambientada en La Corte Suprema del Arte, el programa donde nacían las estrellas.
- En 1941, rueda su segunda película en Cuba, Romance musical, de Ernesto Caparrós, quien había logrado cierto prestigio luego de dirigir La serpiente roja, en 1937. En el argumento, había tres hermanas que querían ser artistas, y se presentan en distintos programas de radio, por lo que el filme adquiría el formato de revista musical tan frecuente en esa época. En el elenco, compartía otra vez con Aníbal de Mar, además de la famosa Minín Bujones, la maestra de actuación Enriqueta Sierra, Olga Chorens, René Cabell y Rita Montaner.
- A mediados de los años cuarenta Rosita parte a México en busca de nuevos horizontes, y muy pronto debuta el cine de aquel país con El deseo, de Chano Urueta, uno de los directores más prolíficos y respetados de la Edad de Oro del cine mexicano. Urueta la dirigió también en La carne manda (1947) y en la comedia musical Del cancán al mambo (1951) con un reparto de estrellas que incluía a Joaquín Pardave, Abel Salazar, Pedro Vargas, Trío Los Diamantes y la Orquesta de Dámaso Pérez Prado.
- En 1946 se reencuentra en México con el cineasta cubano Ramón Peón con la comedia Se acabaron las mujeres (1946), seguida por otras producciones bastante comerciales también como Cara sucia (1948), de Carlos Orellana, en la cual la acompañaba su entonces esposo, el actor cómico mexicano Manuel Medel.
- Luego de hacer, todavía en México, Mujeres de teatro (1951) de René Cardona, regresa a Cuba en 1952 tras separarse de su esposo, y enseguida vuelve a hacer cine, en varias coproducciones con México como Tin Tan en La Habana (1953) donde canta y baila la rumba “Yo soy Juana Bacallao”, de cuyo nombre se apropia otra conocida artista.
- Me gustan todas (1954) y No me olvides nunca (1956) ambas dirigidas por Juan José Ortega traen a Rosita nuevamente a planos estelares del cine nacional, muy aferrado en esa época al musical, y la comedia de enredos cortada sobre el molde del teatro vernáculo, de modo que ella interpretaba con frecuencia a la cantante voluptuosa, ligera de ropas, con un dejo de inocencia y picardía.
- A lo largo de los años sesenta y setenta el ICAIC la consideraba, al parecer, una artista del pasado. Solo volvió a hacer cine en Cuba cuando cambió la dirección del Instituto, en 1982, y Julio García Espinosa le dio luz verde al proyecto de versionar en pantalla grande el extraordinario éxito teatral que había tenido la Fornés, en una obra escrita por Juan Carlos Tabío. Este último la dirigió en la muy exitosa Se permuta (1983) en la cual Rosita interpreta, con espontáneo humor, a una madre colmada de prejuicios pequeño burgueses.
- Después vendrían Plácido (1986), de Sergio Giral, y una breve participación en Hoy como ayer (1987), dedicada a Benny Moré y que el ICAIC decidió censurar por problemas de baja calidad. Rosita recordaba con agrado su participación en Plácido, en tanto le permitió confirmar su regreso al cine cubano, con una película histórica, de notables aspiraciones artísticas, pues a estas alturas la Vedette de Cuba denostaba de todas sus películas de los años cuarenta y cincuenta, por su comercialismo y baja calidad. No obstante, esas viejas películas hicieron las delicias de muchos espectadores cuando las repetían en los espacios televisivos dedicados al cine del recuerdo.
- Otra de sus grandes interpretaciones, quizás la mejor de toda su carrera, tiene lugar en Papeles secundarios (1989), de Orlando Rojas. Encarnaba a una autoritaria jefa de un grupo de teatro en el empeño por llevar a escena Requiem por Yarini. Era un papel totalmente distanciado de todo lo que había hecho para el cine, en tanto representaba la tendencia a la doble moral, la delación, la vigilancia y la censura instauradas en ciertas zonas de la cultura cubana.
- Después, la actriz hizo papeles cortos en Quiéreme y verás (1994), de Daniel Díaz Torres, y Las noches de Constantinopla (2001) de nuevo a las órdenes de Orlando Rojas. En ambos filmes se aprovecha su histrionismo, su habilidad dramática para entregar la esencia del personaje, y su función dramática, con un par de apariciones. Y ese es un privilegio deparado a las grandes actrices, independientemente de la calidad de la película en que aparezcan.
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