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Nunca ha podido trabajar para el Estado cubano. Tiene 30 años, vive en la Isla y es técnico medio en contabilidad. Nada más graduarse hizo el servicio social en una sede de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) de su provincia, en el Oriente del país. Al terminar se mudó a la región occidental y cayó en desgracia, según cuenta por WhatsApp a CiberCuba.
Al llegar a su nuevo lugar de residencia, se le ocurrió ir a un sitio donde vendían huevos liberados. De regreso a su casa, con tres cartones encima, le detuvo la Policía de un polo turístico cercano y le levantó un acta en la que constaba que no podía revender esos huevos. “Al no tener experiencia, firmé ese documento. No me pusieron multa ni me decomisaron los huevos”. Sin saberlo, con su firma, selló su entrada en la lista negra del Estado.
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Se dio cuenta cuando empezó a buscar trabajo. “Siempre me niegan el empleo porque supuestamente tengo antecedentes” por haber incumplido normas estatales, cuenta por correo a CiberCuba. Unas amistades suyas le confirmaron sus peores temores. Su currículo no aguanta una verificación porque siempre le sale el sambenito de “actividad económica ilícita”, en referencia a la supuesta venta de los tres cartones de huevos.
“Es obvio que por ese pequeño incidente me dañé mi reputación y mi honra. La persona que me levantó ese señalamiento me ha perjudicado porque en realidad no sabe quién soy”, se lamenta.
Pero el tiempo le demostró que las desgracias nunca vienen solas. En 2017 estaba en una heladería y un hombre que estaba en estado de embriaguez le agredió. “Yo me defendí, pero nos llevaron a los dos para la Unidad (de la Policía). Me detuvieron toda la noche. Salí al otro día a las 11:00 am. En esa ocasión tampoco me pusieron multa. Pero el año pasado fue a buscarme una patrulla a mi casa. Me habían ‘circulado’ por mal trabajo de la PNR. Salí de ahí con una multa de 30 pesos y con la promesa de que me habían cerrado el caso. Se supone que al pagar ese dinero, limpié mis antecedentes”.
Pero ni así ha conseguido trabajo, pese a que él ha escrito una carta al Consejo de Estado en la que explica que quiere trabajar y, de paso, mantener a su madre, jubilada y con problemas de corazón.
Este joven sigue sin comprender cómo es posible que el Estado cubano lo eduque y luego le niegue la inserción laboral. Incluso suponiendo que él hubiera vendido los tres cartones de huevo, no se explica por qué le niegan la posibilidad de reintegrarse en la sociedad.
Ya ha escrito a la Fiscalía General del Estado y a la PNR y ambos organismos le aseguran que no deberían echarlo para atrás por sus supuestos antecedentes de venta ilícita, pero el caso es que no consigue trabajo. “Siempre me lo dicen verbalmente, pero no me resuelven mi problema. He ido a solicitar un empleo en el sector del turismo y pese a haber pasado un curso de operador de guinche (montacargas), me denegaron el puesto”.
Hoy sigue a la espera de la respuesta a su carta dirigida al Consejo de Estado. “Necesito saber qué tengo que hacer con mi vida”, concluye en sus declaraciones a CiberCuba.
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