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El parque de diversiones de Santiago de Cuba reabrió recientemente tras varios meses cerrado debido a la crisis por el coronavirus. Durante los primeros días, la instalación ha tenido más colas para comprar comida que para disfrutar los viejos equipos del lugar.
Entre las ofertas hay africanitas, refrescos instantáneos, galletas de diferentes tipos, chocolate, churros, sorbetos, jugos y néctares naturales embotellados, todos productos desaparecidos de la mayoría de las tiendas en CUP de la ciudad.
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Tal surtido de productos atrajo, como polen a las abejas, la mirada de cuanto merolico existe en la urbe y que encuentra en esta forma de mercadeo la manera de ganarse el sustento de vida.
“Uno viene a divertirse, a pasar tiempo en familia, y resulta que al final si quieres comprar alguna golosina para tu hijo tienes que estar más tiempo en una cola, hasta casi fajándote a los piñazos, que en sí divirtiéndote con los niños”, asegura Yolanda madre de dos pequeños.
Algunos culpan a los que hacen la fila para luego revender los productos pero otros opinan que la responsabilidad la tiene el Gobierno, por el desabastecimiento de productos.
Luis Manuel, otro santiaguero que cada año viene al sitio a pasar tiempo con sus nietos e hijas, asegura que en realidad la culpa no la tienen ellos: “es un problema de oferta y de demanda, si estos productos, altamente demandados, los vendieran en otros sitios o de forma sistemática o en cantidades que permitiera que todos pudieran comprar, ellos no tendrían que venir hasta aquí y comprar. Ellos no son responsables del desabastecimiento en la ciudad”.
Los parques de diversiones y también el de San Juan, de conjunto con el Zoológico, conforman lo que las autoridades de Santiago de Cuba han dado a conocer como el Parque de los Sueños, que no es más que la unión inorgánica de estos.
El Parque de los Sueños, en conjunto, posee 17 quioscos, 2 picnic, 3 restaurantes, 1 cremería, piscina, 4 cafeterías, 2 parques inflables, 2 salas de juegos electrónicos, 2 jugueterías, 1 sala 3D, 5 áreas deportivas, sala de teatro guiñol… Sin embargo, los niños gustan de las chucherías, de las golosinas, pero lo que buscan más que nada son las atracciones, los animales, la fantasía, los aparatos…
En el caso específico del parque de diversiones, los infantes no buscan comida, ni quioscos llenos de ofertas. Ellos prefieren un payaso, música infantil, un espectáculo con magos o animales entrenados, lo que sea que provoque su imaginación, y todo eso justamente es lo que adolece este sitio.
Casi como fósil viviente y espacio temático de los años 80 del pasado siglo, el Parque de Diversiones 26 de Julio atrae la mirada de miles personas cada año, especialmente en la etapa estival.
Aunque las autoridades pareciera que intentan reanimar las ofertas del parque, el maquillaje no logra ocultar el paso del tiempo en las viejas atracciones, como tampoco la voluntad y el deseo llegan a recuperar viejos equipos, de ahí que de los aproximadamente 10 aparatos que quedan de la fundación del sitio, cuatro están detenidos actualmente, algunos por espacio de unos pocos años mientras que otros ya ni se recuerda la última vez que funcionaron.
“Dejas de venir algunos años y regresas y encuentras que muchas cosas ni han cambiado, otras son maquillaje, pero en esencia el sitio es el mismo, parece un fósil viviente de los años 80 o un actual parque temático que recrea las atracciones de feria de esa década. Yo, que peino canas y vi este lugar en sus años de esplendor, no puedo dejar de preguntarme cómo fue que se perdió el deslizador que era una de las mejores atracciones y en su lugar hay una piscina, por cierto, vacía ahora mismo, o las tacitas locas que tan feliz hacían a las familias pues nos hacían reír, y hace años no funciona… Veo también un gimnasio donde hubo otro aparato, pero también me pregunto qué pasó con las góndolas, si eso no llevaba tanta tecnología. En fin, preguntas sin respuestas”, opina Francisco, un santiaguero que radica hoy en La Habana.
Las tradicionales tazas locas, las sillas voladoras, las góndolas, la estrella, estos viejos aparatos «fundadores del parque», y el tren incorporado hace tan solo cinco años, arrancan suspiros entre algunos, fantasías a no pocos y recuerdos entre los que peinan canas; pero hasta ahí, nada más pues hoy se conforman con mirar y no participar.
“Vine en 2015 cuando Santiago de Cuba cumplió 500 años y estrenaba el Parque de los Sueños, luego de unir el Zoológico y los parques de Diversiones y San Juan, y las instalaciones estaban espléndidas. He venido los años siguientes y se ha ido marchitando, ya el año pasado era el colmo de la desidia”, opina Margarita una palmera que se hace acompañar de sus dos nietos.
“La última vez que vine, hace como dos años, había más aparatos parados que funcionando. Los aviones estos que están por los botes ni se elevaba la plataforma. Sin embargo, funcionaba la estrella mientras que los aviones de allá arriba no funcionaban. Hoy es lo contrario, los aviones de allá arriba sí funcionan y hace años no los veía funcionar, y la estrella no funciona, y la verdad mejor pues mete miedo estar a esa altura y descubrir que una de las ruedas que impulsa la estructura ni se mueve, obvio un defecto del equipo quizás por desgaste”, comenta un santiaguero.
Tal y como sucedió cinco años atrás, las instalaciones relacionadas con comida se repararon y abastecieron, todas sin excepción, aunque muchas venden lo mismo. También se ofertan productos solos o en módulos, variante para el comercio muy de moda en la actualidad y parece que heredada de las medidas por el aislamiento social provocado por el coronavirus. No obstante, nada de esto impide las molestas colas cada día en el Parque de Diversiones.
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