Si vives en La Habana, hay dos lugares por los que no querrás pasar: un banco o una tienda. Del segundo de estos casos ya se ha hablado bastante. Mientras, en el otro el desorden es el invitado especial, que hace que casi todos olviden que allí también hay que cuidarse del coronavirus.
Las acostumbradas colas en las tradicionales tiendas en CUC/CUP, extendidas ya a las de Moneda Libremente Convertible (MLC), se han trasladado a los bancos, donde desde el pasado 20 de julio se realiza la apertura de cuentas de MLC y se expiden las tarjetas magnéticas asociadas a las mismas para la compra de comida y de aseo.
Según han reconocido las propias autoridades de la capital, no se cuenta con el personal suficiente para atender la demanda, ni tampoco con la infraestructura necesaria para la entrega de tarjetas. Indudablemente, el alza que ha tenido el número de tarjetas MLC solicitadas y la cantidad de efectivo depositado en las últimas dos semanas ha puesto a punto de colapsar al sistema bancario de La Habana.
De hecho, el gobierno provincial ha llamado a revisar los horarios de atención en los bancos debido al alto flujo de personas que está acudiendo a ellos, lo que se une a la escasez de plástico para confeccionar tarjetas, por lo que su emisión se desarrolla con más lentitud de la esperada.
Al banco llegan clientes desde las cuatro de la mañana. Y como corresponde a toda entidad socialista, mandan la ineficiencia, el burocratismo y la apatía. Allí trabajan dos cajeras, donde debiera haber siete; funciona una mesa, donde tocaría tener tres o cuatro; y atienden a unas 30 personas aunque en la cola haya 300.
Adentro brilla por su ausencia el aire acondicionado, falla la conexión a ratos y los trámites se dilatan más de lo establecido. Mientras, afuera hay cola para la caja, cola para la mesa (casi siempre para solicitar tarjetas), cola para recoger tarjetas, cola para impedidos y casos sociales, cola, cola y, después, otra cola.
Si bien la creación de una tarjeta de MLC no requiere el depósito de dinero, la eliminación del gravamen del 10% que el gobierno de la isla imponía al dólar estadounidense desde 2004 constituye un estímulo para quienes acuden a las instalaciones bancarias queriendo tener una cuenta en divisas. Además, influye grandemente el hecho de saber que en MLC pueden encontrarse mercancías perdidas desde hace meses de las estanterías en CUC/CUP.
Desde octubre último era posible adquirir productos con las tarjetas MLC, pero las opciones se limitaban a electrodomésticos y automotores. La inclusión de mercancías más económicas y de mayor demanda en los establecimientos de MLC, como alimentos y artículos de higiene, ha acrecentado el interés de las personas.
A pesar de que el Banco Metropolitano ha puesto un correo electrónico a disposición de quienes quieren crearse una cuenta soportada en tarjeta magnética, los clientes le tienen más fe a la solicitud presencial porque en Cuba casi nunca funciona lo que en cualquier otro lugar del planeta es un avance tecnológico que evita pérdidas de tiempo y aglomeraciones innecesarias.
De una u otra forma, la entrega de tarjetas anda más lento de lo esperado. El sistema bancario, al parecer, no aguanta más.
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