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Un informe metodológico compartido por el portal cubano Infomed revela los procedimientos que se emplean en la Isla para practicar la autopsia a los fallecidos por razones asociadas a la pandemia del nuevo coronavirus Sars-Cov-2.
El texto se basa en la experiencia de esta práctica dentro del Hospital Luis Díaz Soto, conocido también como Hospital Naval, un centro de salud que administran las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en la Habana del Este.
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Según describe, el fallecido debe llevar un nasobuco o mascarilla antes de ser trasladado desde la sala hasta la morgue, en una bolsa para cadáver, con su identificación en la parte externa, sin vestuario, con manos y pies atados, y nariz taponeada.
“Se traslada en camilla, con personal protegido con pijama verde, sobrebata, guantes y máscara. En la morgue, se recibe por el personal con la vestimenta adecuada y el instrumental preparado, con frasco con hipoclorito listo para pasar paño al cadáver antes y después del proceder de la autopsia parcial in situ”, explica.
La autopsia se ejecuta sin retirar la bolsa, sobre la camilla. “El técnico realiza la incisión esterno - umbilical, se decolan los músculos del tórax con un costótomo (no con sierra, que emite aerosoles) y se extrae el peto torácico”, detalla.
Los especialistas deben utilizar traje de protección personal, mientras que las instalaciones para practicar la autopisa deben tener un baño de tránsito, entre la morgue y el área limpia, “de forma que el técnico y el médico dejen la ropa limpia en el baño y, al concluir la autopsia, se quiten el traje de protección individual, lo coloquen en una bolsa para desechos biológicos, entren al baño, se quiten el pijama verde, se bañen y salgan con ropa limpia hacia otras áreas del hospital”.
Para protección individual se recomendó vestirse primero con ropa verde debajo (gorro, botas y guantes quirúrgicos) y módulo de bioseguridad personal encima (traje blanco con gorro, máscara N95, gafas y guantes del traje encima, delantal y botas).
Al comienzo del brote se utilizó un frasco con suero fisiológico para el fragmento del pulmón que sería enviado con triple empaque al Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), pero después este método se sustituyó con la obtención del PCR en tiempo real al fallecido, con hisopado nasal y endotraqueal. Además, se utiliza un frasco de formol neutro o fresco para los fragmentos de tejido que se obtengan de la autopsia.
De acuerdo con los autores del artículo, el envío al IPK presentaba inconsistencias desde el punto de vista de la calidad de obtención de la muestra por el patólogo.
Durante la revisión, según el informe, se exploran las cavidades pleurales y deben obtenerse fragmentos de ambos pulmones. Se obtiene además un fragmento del riñón derecho. Se revisa el hígado y se procede igualmente, con un fragmento profundo. Del bazo se obtiene otra porción.
Por otra parte, se corta y revisa el corazón. “Si en la historia clínica se recoge la sospecha de infarto cardiaco, se tratará de evaluar con el médico de asistencia la localización, según resultados del electrocardiograma, para facilitar la obtención de la muestra del sitio adecuado”, apunta el texto.
“De no existir esta sospecha, se procede a cortar el órgano, revisarlo y obtener una muestra de tejido para estudio histopatológico. Las coronarias deben ser igualmente revisadas al tacto; si fuera posible se revisan detalladamente”, agrega.
Fueron limitaciones para realizar estas autopsias, las que lastran a un sistema de salud cubano bloqueado, como la falta de sierra eléctrica con extracción de aerosol, falta de sistemas de ventilación y extracción de aire, carencia de reactivos de inmunohistoquímica para el tipaje celular linfoide y ausencia de microscopía electrónica para asumir estudios a nivel subcelular.
El proceder es realizado con la presencia de un especialista de Anatomía Patológica, con experiencia, y un técnico en tanatología, citohistotanatología o eviscerador capacitado. El documento explica que, desde el comienzo de esta preparación, se previó que las autopsias fueran practicadas en hospitales militares en La Habana, y los del ejército.
Las razones de esta selección que se enumeran son el nivel de organización y de cohesión del personal en dichas instalaciones, además de la “preparación probada para enfrentar diferentes contiendas y experiencia en otros eventos epidemiológicos, dentro y fuera de las fronteras”.
Asimismo, los autores recuerdan que el Hospital Naval fue pionero en realizar las autopsias de fallecidos con el SIDA y cuenta con el aval de la creación y explotación del Sistema Automatizado de Registro y Control de Autopsias (SARCAP).
Las autoridades sanitarias cubanas sostienen que la autopsia, a pesar de que en otros países se practica cada vez menos, “es el acto médico más completo, económico y eficiente en el control de la calidad de la atención médica, al retroalimentar el trabajo clínico, de docencia, de investigación clínica, básica y epidemiológica, en todas las enfermedades”.
En otro momento, el informe culpa al embargo estadounidense contra el régimen de la Isla por ser la causa de ciertas limitaciones al desarrollo de las autopsias, “como la falta de sierra eléctrica con extracción de aerosol, falta de sistemas de ventilación y extracción de aire, carencia de reactivos de inmunohistoquímica para el tipaje celular linfoide y ausencia de microscopía electrónica para asumir estudios a nivel subcelular”.
Este miércoles, el Ministerio de Salud Pública de Cuba reportó una muerte adicional por la pandemia, con la cual se elevó a 92 el número de fallecidos desde el inicio del brote en marzo. Además se registraron 15 nuevos contagios por lo que el acumulado de casos positivos se elevó a 3759 hasta la fecha.
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