Cuba: Economía centralizada, economía fracasada

Persiste en el gobierno cubano el recelo a tomar alguna medida que no puedan revertir cuando las circunstancias cambien.

Carretillero en La Habana (Imagen de referencia) © CiberCuba
Carretillero en La Habana (Imagen de referencia) Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 4 años

De los cambios que prepara el “grupo de expertos” de Díaz Canel, el más importante, el que debería cambiarlo todo, es el de comenzar a usar medios descentralizados de asignación de recursos, o dicho de otra manera, dirigir la economía mediante palancas financieras, no mediante decretos; sería una transformación de fondo, transversal a toda la economía, un cambio del paradigma hacia la única alternativa: El Libre Mercado.

Sin embargo, es muy dudosa la factibilidad de este proceso si no viene acompañado de medidas liberadoras, principalmente la posibilidad de crear empresas privadas autorizadas a comerciar libremente, incluso,en el mercado internacional.


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Así es como único surgirían los precios, siendo la información que aportan estos, como expresión aglutinante de las preferencias individuales, el mecanismo mediante el cual el libre mercado se convierte en un eficiente distribuidor de los recursos económicos, algo que el sistema de planificación centralizada jamás podrá lograr.

Espontáneamente, persiguiendo el lucro individual, los empresarios invierten en un negocio u otro trasladando los recursos, asignándolos donde los precios vayan indicando exista más beneficio, es decir, donde hay mayor descoordinación entre oferta y demanda, aprovechando así las oportunidades transitorias que van descubriendo.

Aunque el Gobierno lo pretenda, el sistema empresarial cubano no puede funcionar de modo descentralizado, pues le faltan dos cosas imprescindibles: No hay empresarios, sino funcionarios administradores que tienen motivaciones muy distintas a aquellos; ni los precios fluctúan con suficiente libertad para cumplir su rol, como señales que permitan hacer cálculos económicos de forma racional.

El Gobierno es consciente de esta limitación de la economía centralizada para crear precios, y aunque no lo diga públicamente, lo reconoce de modo implícito, por ejemplo, cuando anunciaron las tiendas en MLC, reconocieron que los precios de las mercancías fluctuarían según los precios que se formen en nuestra zona económica, refiriéndose al área del Caribe; esto es aceptar que la dinámica económica nacional no puede formar precios que sirvan como señales empresariales.

La descentralización no funcionará mientras el Gobierno cubano siga pretendiendo que “la empresa estatal socialista” sea la columna vertebral de la economía. ¿Será esto lo que van a cambiar?

Por lo tanto, y a falta de una reforma integral, el híbrido que hasta hoy han estado intentando, se basa en permitir que los recursos se asignen según los precios estatalmente establecidos, lo cual equivale a pasar del actual sistema de asignación de recursos, directo y vertical, a uno más horizontal e indirecto, pero basado en unos precios que seguirán reflejando el interés del Gobierno, no la realidad económica nacional; mientras que las decisiones seguirán siendo tomadas no por empresarios, sino por funcionarios designados.

Mientras la causa principal de la ineficiencia económica, la centralización, no se ataque, lo único que el Gobierno cambiará, es el modo de sujetar las riendas de la nación.

Los gobernantes cubanos intentan reformas que apuntan en la dirección que ellos saben es la correcta, pero lo hacen desde el miedo a perder el control político, y por lo tanto, en vez de correr, que es lo que el país necesita, apenas gatean, como ganando tiempo, esperando a ver qué pasa con las elecciones norteamericanas o si Venezuela se recupera, es decir, esperando un milagro que les permita mantener el centralismo, único modelo que les garantiza el control absoluto de la sociedad.

Detrás de todas las medidas sectoriales que han ido promoviendo, detrás incluso de este amago de transformación de las bases de la dinámica económica cubana, lo que persiste en el Gobierno es el recelo a tomar alguna medida que no pueda revertir cuando las circunstancias cambien.

Como siempre, dan una de cal y una de arena, y como para que el pueblo no albergue falsas esperanzas o se tomen muy en serio sus anuncios de reformas.

El más reciente documento gubernamental sobre economía, titulado: “Cuba y su Desafío Económico y Social”, comienza afirmando que el primer sustento de la estrategia para superar el actual desafío económico y social es… “mantener la planificación centralizada”.

Descorazonador.

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