Vídeos relacionados:
También el New York Times
Otro extenso reportaje que arroja luz sobre el llamado "Síndrome de La Habana" fue publicado este martes en The New York Times y recoge declaraciones de varios testigos y presuntas víctimas de los raros ataques, entre los cuales hay varios entrevistados por Ioffe.
Lo más leído hoy:
Uno de ellos es Mark Lenzi, que trabajaba para el Departamento de Estado norteamericano en Guangzhou, China. Lenzi empezó a tener mareos, problemas para dormir y dolores de cabeza, mientras que sus hijos se despertaban con hemorragias nasales, síntomas que la familia primero atribuyó al smog. Pero la contaminación del aire en China no explicaba su repentina pérdida de memoria, que empezó a afectar directamente el trabajo del funcionario.
El reportaje del Times investiga una trama muy semejante a la que tuvo lugar en Cuba hace tres años, y que comenzó como raros sonidos y síntomas extraños entre más de una docena de funcionarios estadounidenses y sus familiares que trabajaban en China en 2018.
Al igual que los diplomáticos y espías de la Embajada de Estados Unidos en La Habana durante 2016 y 2017, los funcionarios que trabajaban en China reportaron haber escuchado sonidos extraños, seguidos de dolores de cabeza, mareos, visión borrosa y pérdida de memoria.
El Times critica que el tratamiento que ha dado el gobierno norteamericano a los dos episodios ha sido radicalmente diferente, y que se han producido evaluaciones inconsistentes de los pacientes además de ignorar diagnósticos médicos externos.
En Cuba, la administración Trump retiró a la mayoría del personal de la embajada y emitió una advertencia de viaje, diciendo que los diplomáticos estadounidenses habían experimentado "ataques selectivos". El presidente Trump expulsó a 15 diplomáticos cubanos de Washington e inició una revisión independiente, aunque el gobierno cubano negó vehementemente cualquier participación en los hechos.
En el caso de China, la administración adoptó un enfoque mucho menos radical. En mayo de 2018, el secretario de Estado Mike Pompeo, que era el director de la CIA cuando tuvo lugar el llamado "Síndrome de La Habana", dijo a varios legisladores que los detalles médicos de un funcionario estadounidense que se había enfermado en China eran "muy similares" a los casos deCuba. Sin embargo, poco después el Departamento de Estado enterró el asunto y calificó lo que había sucedido en China como "incidentes de salud". Mientras que a los diplomáticos que salieron de Cuba se les concedió una licencia administrativa para rehabilitación, los de China inicialmente tuvieron que usar días de enfermedad y licencia sin goce de sueldo. Tampoco se abrió una investigación formal sobre lo sucedido en el país asiático.
Los funcionarios de EE.UU. que salieron de China llevan más de dos años luchando por obtener los mismos beneficios que las víctimas en Cuba. Esas batallas legales han complicado su recuperación y provocado represalias del gobierno que podrían haber dañado permanentemente sus carreras, según concluye el periódico norteamericano tras entrevistar a más de 30 funcionarios gubernamentales, abogados y médicos.
Muchos diplomáticos, oficiales de la CIA y algunos científicos sospechan que lo que está detrás de los presuntos ataques es un arma que produce radiación de microondas para dañar el cerebro de las víctimas.
Al menos 44 personas en Cuba y 15 en China fueron evaluadas o tratadas en el Centro de Reparación y Lesiones Cerebrales de la Universidad de Pensilvania. Otros fueron atendidas en varios centros médicos. También al menos 14 ciudadanos canadienses en La Habana dicen haber sufrido síntomas similares, y se han enfrentado a su gobierno, por dar por buenos los resultados de una investigación cubana, que declaró que nada había sucedido.
Los médicos de la Universidad de Pensilvania se negaron a discutir detalles de los casos con el periódico norteamericano, pero descartaron la idea de una enfermedad puramente psicológica, asegurando que los pacientes habían sufrido una lesión cerebral de una fuente externa.
Varios legisladores estadounidenses han criticado lo que llaman la inacción del Departamento de Estado y están presionando a la agencia para que publique un estudio que recibió en agosto de las Academias Nacionales de Ciencias, donde se examinan las posibles causas de los episodios.
El Dr. David A. Relman, profesor de la Universidad de Stanford y presidente del Comité de las Academias Nacionales de Ciencias que examinó los casos, le dijo al Times que era "desalentador e inmensamente frustrante" que el Departamento de Estado se hubiera negado a compartir el informe con el público o el Congreso "por razones que se nos escapan".
Según el diario norteamericano, algunos altos funcionarios del Departamento de Estado y exoficiales de inteligencia creen que Rusia ha desempeñado un papel fundamental en los ataques.
Hay precedentes. Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética bombardeó la Embajada de Estados Unidos en Moscú con microondas. En un documento de 2014, la Agencia de Seguridad Nacional dijo haber obtenido información sobre un país hostil que usaba un arma de microondas de alta potencia para "bañar las viviendas de un objetivo", causando daños al sistema nervioso. El nombre del país está clasificado, pero personas familiarizadas con el documento dijeron que se refería a Rusia.
Según el Times, la actual directora de la CIA, Gina Haspel no parece muy convencida de que los ataques tengan el mismo perfil o provengan de un enemigo común, aunque ha reconocido que Moscú tenía la intención de dañar a los operativos.
Sin embargo, Lenzi, asegura que ya hay material clasificado que identifica al país que ha llevado llevado a cabo los ataques. Aunque el Departamento de Estado le negó el acceso a los documentos, Lenzi declaró que sus directivos "saben exactamente qué país" fue responsable.
“Este es un encubrimiento deliberado de alto nivel”, dijo Lenzi. "Nos han dejado colgados".
Los casos de diplomáticos en China
La primera persona que se enfermó en China, una funcionaria del Departamento de Comercio llamada Catherine Werner, que vivía al lado de Lenzi, experimentó vómitos, náuseas, dolores de cabeza y mareos durante meses antes de que la llevaran de regreso a Estados Unidos en abril de 2018.
Según una denuncia de denuncia de irregularidades presentada por Lenzi, el Departamento de Estado tomó medidas solo después de que la madre visitante de la Sra. Werner, una veterana de la Fuerza Aérea, usara un dispositivo para registrar altos niveles de radiación de microondas en el apartamento de su hija. La madre también se enfermó durante su visita.
En mayo del 2018, funcionarios estadounidenses celebraron una reunión para asegurar a los funcionarios estadounidenses en Guangzhou que la enfermedad de Werner parecía ser un caso aislado. Pero Lenzi envió un correo electrónico advirtiendo a los diplomáticos estadounidenses en China que podrían estar en peligro. Sus superiores mandaron a un psiquiatra para evaluarlo y le entregaron una "carta de amonestación" oficial.
Meses después de que comenzara a reportar síntomas de lesión cerebral, él y su familia fueron evacuados para ser atendidos en la Universidad de Pensilvania.
Otros funcionarios norteamericanos en China estaban experimentando síntomas similares. Robyn Garfield, un funcionario del Departamento de Comercio, fue evacuado de Shanghai con su esposa y dos hijos en junio de 2018.
Los médicos de la Universidad de Pensilvania le dijeron a Garfield que sus lesiones eran similares a las de los estadounidenses en Cuba, pero la oficina médica del Departamento de Estado dijo que se debían a una lesión de béisbol sufrida a los 17 años.
El Departamento de Estado asegura que un solo diplomático estadounidense en China, la Sra. Werner, que fue la primera evacuada, tiene la “constelación completa” de síntomas que coinciden con los casos de Cuba. En una comunicación interna, el Departamento aseguró que otras 15 personas en Guangzhou, Shanghai y Beijing tenían algunos síntomas y hallazgos clínicos similares a los de Cuba, pero no se había concluido que padecieran el "síndrome de La Habana".
Por su parte, los médicos de la Universidad de Pensilvania dijeron que no habían compartido los escáneres cerebrales individuales con el Departamento de Estado, por lo que el gobierno carecía de la información necesaria para descartar lesiones cerebrales en China.
Y mientras tanto, en La Habana...
Poco antes de que estos reportajes fueran publicados, la artista y activista cubana Tania Bruguera denunció en sus redes sociales la aparición de un extraño ruido dentro de su casa, semejante al de un grillo, pero electrónico, que le provocó diversos malestares físicos.
Los síntomas de Bruguera (intensas migrañas, dolor de oídos, confusión mental y falta de concentración...) coinciden de manera preocupante con los detallados por los diplomáticos y espías estadounidenses.
La propia artista abundó este miércoles, en un artículo para la revista digital Hypermedia Magazine, sobre los malestares que sufrió el sábado pasado.
"La noche del pasado sábado escuché una música que no reconocía. En mi vasto archivo de sonidos, solo encajaba en algo así como un grillo gigante que me quería romper los tímpanos", dice la artista.
"Dolía tanto el sonido como la brusca falta de sonido, que, por contraste, me hacía sentir como si estuviera debajo del agua, en un aterrizaje de avión o en un cuarto sin oxígeno", añade.
"Desconecté todo lo que estaba conectado a la electricidad en la casa. El sonido seguía. Noté que si me acercaba al balcón, era aún más fuerte y penetrante. Miré en las dos pequeñas macetas plantadas que estaban allí, pero no había ningún insecto. Miré desde el balcón al edificio de al lado (un antiguo cuartel de la DSE, hoy la ONAT nacional). No había nada extraño, ninguna antena en las ventanas, y en el techo, el mismo aparato de aire acondicionado que lleva años ahí. Grabé el sonido varias veces para mandárselo a mi hermana, a ver si ella sabía de algo que sonara así en la casa", explica Bruguera.
"Al día siguiente me levanté con tremendas náuseas. Pensé que era hambre, y me hice un desayuno. Pero el malestar seguía. Tenía un dolor de oído muy fuerte: por dentro, quizás por donde algo se une a la mandíbula. Pensé: ¿será un diente? Pero el dolor era un poco más arriba, y adentro, como el que me dio de niña cuando tuve otitis", prosigue Bruguera.
"Tenía una migraña excesiva, algo completamente nuevo para mí. No podía leer, no podía escribir, no podía seguir el hilo de una película tonta, donde no había mucho argumento. Era como si mi cabeza fuera más grande de lo que es, como si estuviera llena de un agua sucia que se mezclaba con mis ideas y mi percepción. No podía pensar, la cabeza estaba llena de neblina. Iba a ser un domingo perdido", detalló la activista.
El sonido que atormenta a Bruguera coincide con los síntomas de los llamados "ataques sónicos", y es muy similar a la grabación que publicó, en octubre del 2017, la agencia Associated Press del chirrido que atormentaba a varios diplomáticos norteamericanos.
La activista también cuenta que un periodista que la contactó le dijo que él sabía de otro opositor cubano que había tenido una experiencia similar a principios de año, pero que había desechado la información preocupado porque pudiera tratarse de "paranoia".
"Sigo con dolor en los oídos y a veces con dolor de cabeza. Estoy mejor, va y viene. Lo incómodo es que nunca he padecido de esto, tengo que negociar con ese dolor", concluyó la artista, que fue obligada por la Seguridad del Estado a permanecer este domingo en su casa por ser el Día de la Cultura Cubana (!).
Ante estas preocupantes evidencias, se imponen varias preguntas: ¿están los servicios secretos rusos compartiendo con sus colegas cubanos algo más que los boletines informativos? ¿Cuándo supo Cuba que eran los rusos quienes estaban detrás de los ataques a diplomáticos norteamericanos en La Habana? En un país donde pocas cosas pueden moverse sin que la policía política se entere, cuesta creer que estuvieran totalmente al margen de lo sucedido.
Cuando a finales del 2018, otro importante medio norteamericano, The New Yorker, vinculó a Alejandro Castro Espín, hijo de Raúl Castro y hasta entonces jefe de la Comisión de Defensa y Seguridad Nacional, con el "Síndrome de La Habana", habían todavía demasiados cabos sueltos. Pero ahora todo parece indicar que el departamento del Ministerio del Interior cubano que dirigía Castro Espín, supuestamente desmantelado, ha vuelto a hacer de las suyas. A ver si alguien se atreve a entrevistarlo.
*
Artículo precedente: ¿Un ataque con microondas? El "síndrome de La Habana" apunta a Moscú (I)
Archivado en: